No te atrevas...

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Lo primero que mis cinco sentidos son capaces de percibir es un olor. Un olor... Tan dulce, tan reconfortante... Mmm... El olor inconfundible de... ¡El chocolate! Me despierto bruscamente y, ante este acto, me doy contra la estantería que hay encima de mi cama. Me toco la dolorida cabeza y miro a mi alrededor, veo que alguien se mueve entre la oscuridad, se oye un chirrido y... Se hace la luz. Una silueta esbelta y larguirucha se me acerca y, en la mesilla de noche, me deja una bandeja con una taza de chocolate caliente y un plato lleno de churros. Sonrío.

- Buenos días pequeña.

- Buenos días Alan. - me quedo pensativa.

No te lo comas... Por qué. No vengas a molestarme a estas horas de la mañana subconsciente. Podría estar envenado... Calla ya, además tiene una pinta...

- Mily... ¿Pasa algo? - salgo de mi trance mañanero con mi amiga la subconsciente y miro atónita a Alan. - ¿Es que acaso no te gusta el desayuno?

- ¿Estás bromeando o qué? Obvio que me gusta, es más, es mi desayuno favorito. Pero... la pregunta es... ¿a qué viene esto?

Me incorporo en la cama dejándole un espacio a Alan. Como veo que no está dispuesto a desvelármelo, disimuladamente, alargo mi brazo. Abro la mano y cojo un churro, miro a Alan, asegurándome de que no me está viendo, lo mojo en el chocolate silenciosamente y me lo llevo con cuidado a la boca. Con ojos brillantes de ilusión, dirijo el churro a mis labios, sin embargo cuando ya siento el humo que desprende cerca de mí, una mano me detiene. Molesta miro a a Alan.

- Pero ¿qué pasa? - pregunto, aunque el chico tan solo se dispone a quitarme el churro y comérselo mientras me mira fijamente. Me quedo con la boca abierta por la osadía y tras unos segundos, vuelvo a protestar. - ¿Acaso te has traído aquí el desayuno para darme envidia? Y yo que creía que eras un chico bueno, y ahora vas y me haces esto.

Resignada, cojo una revista del suelo y, enrrollada, le pego en la cabeza con fuerza, reclamando mi churro.

- Vale, vale. Tranquila, creo que puedo compartirlos contigo, pero solo si te atreves a jugar conmigo.

Paro de pegarle y le miro, después al pobre churro a medio acabar y a los demás. Como no acepte jugar con Alan no podré probar ni uno.

- Está bien... Explícame de que va el juego.

- Bien, sabía que por los churros harías cualquier cosa. El juego trata de acertar meter el churro en la boca del jugador opuesto, los dos jugadores tendrán los ojos bendados. Sino lo consigue... - ese sino, me sonaba a que iba a arriesgar mi dignidad por unos churros con chocolate, me diréis que estoy loca, pero es que moriría por ellos. - ... el jugador que no ha podido comerse el churro por culpa de su compañero, tendrá que hacerle una prueba.

- Oh... no... Dios churros, ya podéis estar buenos, que sino os odiaré de por vida.

Alan se ríe y decide comenzar con el juego. En seguida nos tapamos los ojos y comienzo a tantear con las manos, al encontrar un churro, lo dirigo a la cara de Alan, siento que este abre la boca y... ¡Ay!

- ¡No vale morder Alan! ¡Va contra las normas!

- ¿Qué normas? No mencioné nada de eso.- responde con una risa.

- Asi que esas tenemos...

Me quito la venda y me abalanzo hacia él, restregándole todo el churro por cada rincón de su cara. Este se la quita también y, con un ágil movimiento, se sienta encima de mí, aprisionando mis muñecas con sus manos. Los dos reímos, pego patadas en el aire con el fin de quitármelo, pero él es más fuerte. Finalmente Alan coje otro churro y empieza a hacerme lo mismo que yo le hice.

Narra James:

Me remuevo en la cama, cojo la almohada y la presiono contra mi cara y oídos. ¿A quién se le ocurre gritar de esa manera a las 11 de la mañana un domingo? Frustrado por no poder disminuir el ruido, me levanto y me dirijo a la cocina para prepararme un chocolate caliente. Al pasar por la habitación de Emily oigo otra vez los gritos y... y risas. Hay otra persona con ella, decido curiosear por la rendija que hay entre la puerta. Lo que veo me despeja en seguida. Abro la puerta sin disimular mi furia. Miro a Mily y a... mi primo Alan, están en una posición muy incómoda, pero parece ser que a ellos eso no les importa. Alan se retira de Mily y esta se acerca a mí con una gran sonrisa.

- Buenos días James. ¿Cómo te ha ido el despertar?

- Pues la verdad me iba a preparar un chocolate caliente, pero se me acaba de quitar el apetito. Veo que os lo estábais pasando de miedo.

- Pues la verdad, sí. Alan me ha enseñado un juego con los churros muy divertido.

Observo como se intercambian miradas de complicidad y eso es la gota que colma el vaso. Entonces exploto, la rabia contenida sale a flote.

- ¡¿Pero es que no te das cuenta?!

- ¿Cuenta de qué?

Alan ya se ha recorrido toda la habitación y está apunto de salir cuando Emily le pide que se quede.

- ¿Por qué te portas así? ¿Acaso ya no importan mis sentimientos?

La estancia se queda en silencio durante unos breves segundos, hasta que el sonido de una bofetada lo rompe. Directamente me llevo la mano a mi mejilla roja. Miro sorprendido a Mily, esta tiene los ojos llenos de lágrimas que no tardan en bañar su cara.

- No te atrevas a preguntar el por qué de mi comportamiento, cuando eres tú el que no ha parado de portarse como un idiota. No te atrevas a juzgar la felicidad que me regala Alan cuando tú me sueltas una de tus tonterías. Pero sobretodo, no te atrevas a hablar de sentimientos y menos de los tuyos. - se calla y baja la mirada. Intento acercarme a ella, pero me detiene interponiendo su mano. - No te acerques, siempre he sabido que si tenía algún problema podía ir a ti, pero ya no estoy tan segura. Desde hace unos meses no eres el James que amaba, que admiraba y por el cual daría todo lo que fuera...

¿Ahora puedes marcharte?

Su voz severa y llena de rabia, es como una puñalada en mi corazón. Le aparto la mano delicadamente , pero vuelve a levantarla.

- Por... fa... vor... Vete...

Mi corazón está encogido por la tristeza, cierro los ojos y dejo escapar el aire. Vuelvo a mirar a Mily, pero esta ha desaparecido. Descompuesto por dentro me giro y salgo de la sala y, como alma en pena, me alejo dirección al salón, arrastrando tras de mí todo lo que ahora me echo en cara. ¿Cómo he podido hacerla sentir así? ¿Qué clase de amigo soy? ¿Todavía me considera amigo? Tengo que arreglar esto, Emily no puede pensar que yo le odio y yo no puedo dejar que se aleje de mí, y menos por mi culpa. Creo que Samantha tenía razón, y eso me da miedo, simplemente por el hecho de no haberlo experimentado nunca.

Espero que les haya gustado el cap. nuevo. Gracias por los comentarios y los votos os quiero!!!! Seguiré el cap. el viernes de la semana que viene. SIempre que puedo la actualizo en viernes, sino en el fin de semana. Adios y besoss!! <3 :3

Una Vida Llena de PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora