11.

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Con la adrenalina aún recorriendome el cuerpo, pude sentir como tus brazos me sostenían y ni siquiera llegué a tocar el suelo.

Me atrapaste, de verdad lo hiciste y jamás pude sentirme más seguro en otro sitio que no fueran tus brazos.

Te miré directamente a los ojos y tu risita era evidencia del miedo que aún me agobiaba por dentro, el mismo que fue cambiando paulatinamente a una cálida sensación.

No me dejaste caer.

Nunca lo hiciste.

Lentamente tus brazos me soltaron y me depositaron con mucho cuidado sobre el suelo ya que mis piernas aún seguían flácidas como gelatina debido a la adrenalina del momento.

Tu risa seguía presente y tomaste asiento en una banca cercana como si estuvieras cansado, pero no lo aparentabas.

Y de repente tu mirada se posó en el cielo.

Intenté mirar a la misma dirección que tú, pero la luz terminaba por cegarme aunque a ti no te afectara en lo absoluto.

Mi corazón se estrujó dentro de mi pecho y caminé lentamente hacia a ti sin dejar de verte.

Parecías tan concentrado en mirar algo que yo no podía ver, tu sonrisa se borró y lentamente fue cambiando por una expresión de tranquilidad que no quería descifrar.

Sin embargo, había una cosa que si anhelaba hacer; quería abrazarte fuertemente, sentir tu calidez, sentir tu aroma una vez más y quedarme allí por mucho tiempo.

Mi corazón seguía doliendo, Wonho y tu mirada me gritó que sabías lo que estaba sintiendo.

— Hyungwonnie... — suspiraste sin despegar tu mirada de mi persona.

Negué efusivamente, no quería escucharte.

¿Sabes por qué?

Aún debía abrazarte.

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