3.

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Generalmente me obligaba a mi mismo a prestar atención a las clases, pues aunque fuera impuntual con la hora, era muy aplicado para tener buenas notas; tu eras lo contrario a mi, pero lo intentabas también.

Sí te soy sincero, no supe cuanto tiempo pasó, tampoco escuché ninguna palabra de lo que dijo aquel profesor.

Es más, ni siquiera recordaba en qué clase estaba y si no fuera porque portaba el uniforme tan característico de ese colegio, tampoco recordaría que estaba allí.

Tenías atrapada mi mente en tus facciones.

Mirabas con atención al pizarrón, parecías serio pero solo estabas concentrado y apuntabas en tu cuaderno de vez en cuando, pero tu mano izquierda nunca soltó la mía.

Y yo... Yo estaba perdido.

Me perdí en ti, en ver tu rostro, en percibirte y usar más que nunca el sentido de mi vista para apreciarte en todo tu esplendor.

Estaba concentrado pero en ti y en la calidez de aquella unión de nuestras manos, la misma que me quemaba desde dentro obligándo a mis lágrimas a cristalizar mis ojos pero no al punto de llorar.

En un momento dado, tu atención se posó en mi después de una rápida mirada de reojo y tu rostro se tornó rápidamente en uno de preocupación al verme de esa manera.

Un poco confundido te acercaste y susurraste un suave "¿Estas bien?"  al que respondí con un rapido asentimiento.

Sabía que no me cuestionarías porque así eras tú, Wonho. Me cuidabas y me protegías pero tambien me das mi espacio.

Y yo tampoco mentía.

Estaba bien, allí contigo tomados de las manos aunque fuera por debajo de la mesa.

Un par de lágrimas traviesas salieron de mis ojos en medio de una sonrisa, confundiendote un poco porque incluso tú no sabías lo feliz que era en ese momento.

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