4.

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La bendita clase llegó a su fin y ni siquiera me importó aún cuando terminó.

Yo sabía que no tenía sentido perder el tiempo escuchando algo extraño acerca de los números cuando podía verte un poco más.

Te soy sincero; nada me importaba más que tú y tu bendita presencia a mi lado.

Pero tú seguías siendo tan tú que no pasaste por el alto el hecho de mi comportamiento hacia a ti; una vez que la clase finalizó y todos se levantaron para irse a la próxima clase en otro salón, tú tomaste mi mano con fuerza para impedir que me levantara.

Y siguiendo con el hilo de mi sinceridad, te confieso que no iba a hacerlo, pero por alguna razón tú pensaste que si.

¿Cómo podría?

Tus manos se posaron en mis mejillas y te acercaste a mi aún con la confusión tatuada en el rostro.

— ¿Qué pasa? — susurraste con suavidad, como si no quisieras alterarme en lo más mínimo.

Pero lo hiciste Wonho, volviste a alterar mi corazón desde el momento en que tus dos manos se posaron sobre mí rostro y las palpé con las mías.

Entonces sentía tu calidez en mi rostro y tu suave voz acarició mis tímpanos cual pétalo de rosa acaricia la piel desnuda.

Y todas aquellas lágrimas que aún estaba conteniendo, se apresuraron a salir como si se los hubieras ordenado.

Tu confusión seguía presente pero estoy seguro que mi sonrisa te comunicaba que en realidad estaba bien.

Contigo estaba bien...

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