entonces, ¿jugamos? || emiliaco

Capítulo 1

—Necesito tu ayuda.

Es curioso como tres palabras pueden cambiar tu vida completamente. Solo tres palabras pronunciadas por sus labios en un momento de desesperación. Tres palabras que cambiaron su vida convirtiéndola en un torbellino de mentiras, secretos y celos. 

Ahí estaba Joaquín parado frente a Emilio quien tiene su rostro lleno de confusión ante las palabras dichas hace un rato. Sus ojos se clavaron en los de él y deslizó una mano por la parte superior de su cuello.

—¿Qué?

—Necesito tu ayuda —repitió.

Emilio sonrió maliciosamente y se apoyó contra la puerta principal de su casa.

—¿Joaquín Bondoni necesita mi ayuda? Bueno, tú y yo no hablamos desde... ¿Los nueve? 

—Emilio eres la única persona en la que puedo confiar, por favor.

—¿Qué quieres?

—¿Saldrías conmigo?

Una expresión de desconcierto cruzó su rostro antes de negar con la cabeza.

—Me alagas Joaco, pero tú tienes novio.

—Ex novio —murmuró.

—¿Qué? —soltó una risa —, ¿Problemas en el paraíso?

—No —resopló frustrado —, mira por esto necesito tu ayuda. Quiero que Fede se arrepienta de haberme dejado por Milly.

—¿Milly de nuestra clase? ¡Ella es muy hermosa y sexy!

—Lo sé.

—¿Quieres que te ayude a volver con Fede?

—Sí.

—¿Estás consciente de que no soy gay y que esto puede que arruine mi reputación?

—¿Desde cuándo te importa lo que los demás piensen de ti?

—Cierto —se encogió de hombros —. Bien te ayudaré... Con una condición.

Fue demasiado fácil para ser verdad.

—¿Qué quieres? —Joaquín se cruzó de brazos.

—Tú tienes que pedirme perdón por lo que paso.

—No.

—¿Tan difícil es tragarte tu orgullo y admitir que te equivocaste?

—¡Tú lo provocaste!

Entonces el menor recordó aquella noche. Sólo eran dos niños, Emilio y él eran los mejores amigos. También Emilio fue quien rompió el juguete favorito de Joaquín como también Joaquín fue el chico que tuvo el coraje de pararse y pegarle una patada entre sus piernas.

La segunda vez que pelearon fue una noche donde ambas familias estaban reunidas y los dos niños de nueve años en su casa del árbol. Una chica había invitado a salir a Joaquín y Emilio le dijo que ella sólo quería usarlo. Fue la más grande y última pelea.

Y ahora, años después aquí están. Sin embargo, Joaquín se niega a admitir que tuvo la culpa de ese alejamiento.

—No voy a disculparme.

—Bueno... —Emilio abrió la puerta, estaba a punto de entrar cuando nuevamente una voz lo detuvo.

—Emilio, espera.

—¿Sí Joaquín?

—Lo siento.

—Ahora ponte de rodillas y suplica.

—¿Qué?

—Si lo haces tal vez considere ayudarte.

Sintiendo como su dignidad se perdía, Joaquín cayó de rodillas al suelo juntando sus manos delante de su pecho.

—Por favor, Emilio. ¿Me ayudarías a volver con Fede? ¡Por favor!

—... ¡Claro Joaquín! ¡Sólo tenías que pedírmelo!