Capítulo 7

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Cuando llegó a casa deslizó la llave por la cerradura y abrió la puerta.

—¿Alguien en casa? ¡Mamá!

Fue recibido por el eco de su voz, así que con cuidado revisó cada habitación de la casa para asegurarse que todo estaba en su lugar... Es raro, lo sabe, tal vez muchas películas de terror, sin embargo, hay muchos psicópatas sueltos y estaba decidido a no ser una víctima. 

Cuando llegó a la cocina vio una nota pegada en la nevera: "Hola amor, lo siento mucho pero tuve que tomar el turno de Andrea por lo que estaré en casa a las once, en la nevera hay sobras. Adiós"

—Sobras —resopló —, ahora soy un perro de la calle.

Suspiró, ¿Qué se supone que debía hacer? Su vida social es igual a la de un pingüino torpe.

Subió a su cuarto y notó por el espejo en la casa de al lado la luz estaba encendida. Emilio seguía en pie, entonces se arriesgó y abrió la ventana.

Joaquín se sentó en el balcón lanzando una mirada al suelo, vagamente tuvo el pensamiento de que si cae atormentara a Emilio por el resto de su vida.

—Emilio, pss, Emilio —no hubo respuesta, tal vez no lo oyó —. ¡Hey Emilio! ¡Emilio!... ¿Pastelito? 

Una vez más no hubo respuesta. Emilio estaba allí de eso está seguro, solo trata de ignorarlo. Después de un último intento se metió a su cuarto y cerró la ventana con un gran golpe. Se sentó en el borde de la cama y dejo escapar un fuerte suspiro, de esos que solo puedes hacer cuando estás solo en casa.

Bien, ahora está teniendo pensamientos extraños, acerca de cómo gritar si un asesino entra a su casa. Joaquín sacudió la cabeza y tomó su teléfono.

—¿Hola?

—Marco tienes que traer algunas películas, menos de terror y dile a Ryan que compre muuucha comida.

¿Qué era lo que esperaba Joaquín hace media hora? Bueno, quizá esperaba que Marco trajera una película animada para llorar mientras comía mucho helado y chocolate. Pero en realidad lo que paso fue que, fue sometido a un interrogatorio sobre Emilio y Fede y sus sentimientos. 

—¿Y lo besaste? —preguntó Ryan con emoción.

—Sí, fue un impulso, yo no quería besarlo. 

—¿Dices que el beso fue un impulso?

—Porque Fede nos estaba mirando.

—¿Aún te gusta Fede? —preguntó Marco —. Digo, después de lo que paso con Milly y Emilio y el juego que ustedes tienen, ¿Realmente aún te gusta? 

—Los sentimientos no desaparecen de un día para el otro. Lo que aun no entiendo es por qué Emilio dijo que yo era el juguete de Fede —sus amigos intercambiaron miradas inquietas —. ¿Qué? ¿Hay algo que no me he enterado?

Ryan se aclaró la garganta y miró a Marco para pedir ayuda, él bajo la mirada y comenzó a jugar con sus dedos.

—Hay algo que debes saber de Fede.

—¿Qué?

—Él no es el tipo dulce que tú crees.

—¿Por qué todos dicen eso? Estuvimos juntos mucho tiempo.

—Tal vez debas considerar que tiene dos personalidades. Él es de otra forma cuando no estás a su lado, ¿Cuánto conoces de Fede?

—Todo.

—¿Seguro?

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que nunca te paraste a pensar por un segundo, ya sabes, lo que pasaba cuando Fede no estaba contigo. 


entonces, ¿jugamos? || emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora