Capítulo 11

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Al día siguiente Joaquín se fue a la escuela antes de que Emilio tuviera la oportunidad de ir a buscarlo a su casa —eso si aún Emilio deseaba ir por él luego de la discusión— Ahora se encuentra en el pasillo de la escuela fingiendo escuchar lo que sus amigos dicen, realmente está agotado por la falta de sueño, la noche anterior, cuando estaba a punto de quedarse dormido las palabras de Emilio retumbaban en su cabeza.

«—Tal vez tú y Fede son tal para cual».

—¿Y tú que piensas Joaco?... ¿Joaco?

—¿Mmh? —sacudió la cabeza cuando oyó la voz preocupada de Marco —. Toma un lápiz.

—¿Gracias? —Marco recibió el objeto mientras lo observaba con el ceño fruncido —. No te pedí un lápiz.

—¿No?

—¿Qué te ocurre? —preguntó Ryan desde el otro lado.

—Ustedes siempre lo supieron... —soltó de repente —, sabían que Fede me engañaba.

Ellos intercambiaron miradas inquietas, antes de que Marco dijera:

—Quisimos decirte, pero sabíamos que no nos creerías. Tampoco es como si tuviéramos muchas pruebas, solo lo vimos una vez, Emilio era el que tenía más información.

—Cuando descubrimos a Fede —tomó la palabra Ryan —, fuimos con Emilio y le dijimos que él tenía que hablar contigo, pero él nos dijo que antes había tenido una discusión con Fede y que lo amenazó. Imagino que Emilio ya te contó toda la verdad.

—Pero me negué a creerle.

—¿Qué? —bufó Marco —, ¿Cómo es que aún te sorprende que Fede te engañaba? Cuando terminaron al otro día apareció con alguien nuevo, ¿No es una prueba suficiente? Estás en tu deber de creerle a Emilio.

—También era su deber como amigos decirme qué ocurría, pero se callaron.

Con aquello último Joaquín dio por terminada la conversación. Pasó por su lado alejándose de ambos. Se dirigió a su casillero, refregándose un ojo sacaba libros, no tenía idea de cómo iba a manejar la situación estando en la misma clase que Fede y las ganas que tenía de ahorcarlo.

El timbre sonó y rápidamente cerró su casillero, desde la distancia vio a Emilio corriendo a través de la multitud, sus labios pronunciaron su nombre. Su corazón se aceleró y salió corriendo.

Entró a clase y se sentó justo en la esquina del fondo. Sus ojos observan su libro cerrado, en un momento escuchó el crujido de un papel, pero siguió manteniendo la vista abajo.

Cuando el profesor entró finalmente alzó la mirada encontrando un papel cuidadosamente doblado. Pensó que era otra nota de Emilio, luego de pensarlo mucho la curiosidad no pudo más y lo abrió, era la misma letra familiar que recibía siempre en el día de los enamorados.


"Tenemos que hablar, nos vemos en nuestro lugar de almuerzo" -F.


Apretó los labios y sus ojos se movieron entre todo el salón hasta que encontró a Fede mirándolo, volvió a leer la nota asegurándose de que no había ningún mensaje oculto que explicara por qué Fede querría hablar con él.



Su lugar de almuerzo no era la cafetería, era un lugar más tranquilo e íntimo. Guardaba demasiados buenos momentos con Fede, era el lugar donde hablaban de estudio, su vida después de la escuela y pasaban largos minutos besándose.

entonces, ¿jugamos? || emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora