Entró a clases con sus dos amigos a los lados. Anoche Emilio le mandó un mensaje diciendo que lamentablemente no podría llevarlo y que lo sentía. Así que se vio obligado a soportar preguntas a las cuales no tenía respuestas.
Buscaba a Emilio entre la multitud de estudiantes, pero no lo vio en ninguna parte, tampoco debe estar enfermo o cosas así, cuando Ryan pasó por él, la ventana de su habitación estaba cerrada y tampoco estaba el auto de su madre.
Les avisó a sus amigos que iría a su casillero, estaba a punto de dar la vuelta en la esquina del corredor cuando dos voces lo dejaron frío. Dos voces familiares.
—Te lo pido de buena manera, aléjate de él.
—¿Para qué? Para lastimarlo otra vez, déjalo solo Fede —esa fue la voz de Emilio.
—Veo la forma en la que te mira, Joaquín no te quiere. Él me ama a mí.
Hubo un momento de silencio y se preguntó cuál fue la reacción de Emilio. La hostilidad en la voz de Fede fue suficiente para que Joaquín retuviera la respiración.
—¡Tú vas a dejarlo en paz o te juro que!...
—¿Qué? ¿Es una amenaza?
—No, es una advertencia y es mejor que me hagas caso porque yo avisó solo una vez.
—Te lo dije y te lo vuelvo a repetir: Déjalo, vuela lejos, él me pertenece.
—Joaquín merece a alguien mejor que tú.
—¿Y tú crees que eres mucho mejor? Tú no eres exactamente un ángel... Termina con Joaquín o para la próxima te vas a ganar un viaje gratis al hospital.
Joaquín dio un grito ahogado y rápidamente se escondió detrás de una fila de casilleros. Vio como Fede se alejaba con los puños cerrados. Cuando estuvo seguro de que Emilio también se fue, corrió a su clase, el asiento de Fede se encontraba vacío aun y Milly miraba a todos lados perpleja.
El tiempo pasaba lentamente, el maestro seguía hablando y él seguía en las nubes cuando alguien tocó su hombro. Joaquín se dio la vuelta para ver a una chica ofreciéndole una sonrisa.
—¿Sí?
—¿Joaquín Bondoni, cierto?
—Sí.
—Me pidieron que te entregara esto —le entregó un pedazo de papel.
Le dio las gracias y desdobló el papel mirando la letra que no había cambiado en nada.
"Lo siento tuve que ir a casa, no me siento bien. Espero que tengas un buen día" -E.
A pesar de las circunstancias no pudo evitar sonreír un poco. Joaquín tuvo el vago recuerdo de su niñez cuando él y Emilio estaban en la casa del árbol abrazados y le susurró en su oído:
«—¿No te parece? La gente ha perdido la costumbre, pero siempre voy a amar y preferir un mensaje escrito a mano. No existe gesto más dulce.
Emilio solo sonrió».
Sin embargo, la sonrisa cayó poco a poco, no había manera de que Emilio estuviera mal, sonaba perfectamente en la discusión. ¿Para qué mentir? Se supone que él y Emilio eran socios.
Justo a las cuatro y quince sonó el timbre indicando el final de la jornada, Joaquín saltaba de alegría mientras tomaba sus cosas y corrió a la salida.
Se apoyó en el auto de Ryan creando un plan. Esa tarde planeaba enfrentar a Emilio y exigirle las famosas respuestas. Sacó su teléfono, ningún mensaje, ninguna llamada. Esperaba tener noticias de Emilio, mensajes de Fede o de alguien. Sólo quería tener un mensaje.
—Hay una nueva cafetería a dos calles, ¿Quieren ir? —preguntó Ryan una vez que entraron al auto.
—Vamos —dijo Marco con entusiasmo —, tengo hambre.
Quería decir que no, que necesitaba ver a Emilio, pero ellos eran sus amigos y sentía un poco de culpa por no pasar tanto tiempo con ellos.
—Me encantaría.
Ryan rio y empezó a conducir.
—Bueno... ¿Sería muy terrible admitir que tengo un motivo para venir aquí? —preguntó Ryan.
—¿De verdad? —Joaquín rodó los ojos, ya lo sabía.
—Lo digo en serio, Joaco.
—Esto es mucho drama, ¿Acaso soy el único normal? Llevas dos semanas siendo el novio falso de Emilio y ya hay crisis. Sigues sin superar a Fede —dijo Marco con exageración —. Luego el pequeño enamoramiento de Ryan con el chico de la clase de música y yo con... No importa.
—Espera, ¿Qué? ¿Ryan estás viendo a alguien?
Ryan se movió incomodo en su asiento y se aclaró la garganta, amenazando a Marco con la mirada.
—Marco...
—Creo que Ryan debe decirte.
—Hay un chico en mi clase de música, es muy dulce, amable y divertido. Nunca hablamos antes, creo que lo conoces, se llama Matt.
—¿Estás hablando del mejor amigo de Emilio?
—Sí...
—Oh... ¿Algo más que deba saber? —dijo aun mirando a Ryan, él negó repetidas veces.
—¡Por Dios! ¡Tienen una cita!
—¡Marco!
—Okay —Joaquín rio —, ¿Qué hay de ti Marco?
—Nada —suspiró —, el destino no me quiere con nadie.
—Ya llegará alguien.
—Gracias. Espero que las cosas entre tú y Fede mejoren.
Asintió, aunque muy dentro de él se desató una guerra. La verdad es que, de repente, Joaquín ya no estaba muy seguro de querer que las cosas entre Fede y él mejoren.