Capítulo 16

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Al día siguiente se sentía peor que el día anterior, no durmió en toda la noche pensando en el gran error que cometió con Fede; las cosas entre ellos ya no eran las mismas, se sentía como si estuviera caminando entre vidrios rotos, perdieron todo lo que alguna vez tuvieron incluyendo la confianza.

En realidad, estaba comenzando a cuestionarse por qué se enamoró de Fede. Antes pensaba que era el novio perfecto, pero ahora que procesa todo, él sólo lo utilizó, justamente como Emilio le advirtió.

En la hora de almuerzo se quedó frente a su casillero tratando de aclarar su mente y todas las dudas. Vio algo entre su libro, un pequeño pedazo de papel.


"Nos vemos en el subterráneo"


Tenía dos opciones:

Pretender que nunca vio la nota e ir a almorzar.

Saciar la curiosidad, ir al subterráneo. 

Todo sabemos la opción que escogió. Cerró su casillero y se dirigió al campus, miró a su alrededor asegurándose de que nadie estuviera viendo y corrió a la parte de atrás de la escuela. Justamente al final del jardín había una puerta.

Suspiró y bajó las escaleras. No había nadie, sin embargo, a su alrededor tenía todo tipo de flores entre rosas, geranios y girasoles. Frunció el ceño, a pesar de las cantidades de flores, no había ningún alma.

—¿Te acuerdas cuando teníamos nueve años y me dijiste que tu sueño era bailar bajo la lluvia? 

Saltó ante el sonido de la voz familiar; Emilio se apoyaba casualmente contra la madera sonriendo dulcemente. Él respiró hondo y dio un paso adelante.

—Me dijiste que veías una película donde los protagonistas bailaban bajo la lluvia. Dijiste que no podías imaginar un gesto más romántico.

Es cierto. Siempre fue su sueño bailar bajo la lluvia, aún para él sigue siendo la cosa más increíble y romántica. Incluso pensó hacerlo con Fede, pero nunca se dieron las cosas. Finalmente llegó a la conclusión que las relaciones no eran perfectas como en las películas.

—Yo quiero hacer tu sueño realidad —se acercó a una radio y la encendió. Sacó un llavero de su bolsillo y apretó el botón; llovizna repentina comenzó a rociar.

—¿Cómo?...

—Quería que fuera perfecto —respondió extendiéndole su mano.

Joaquín aceptó y cerraron el espacio entre ellos. Los brazos de Emilio lo envolvieron, entonces apoyó su cabeza en su pecho sintiendo los latidos acelerados de su corazón.

Miles de flashbacks pasaron por su mente, todas las cosas que Fede odiaba de él Emilio las amaba. Levantó su cabeza para mirarlo y lo notó en sus ojos: Emilio lo quiere y él sabía que era correspondido.

—Joaquín, yo sé todo sobre ti —musitó —. Sé de tu juguete favorito cuando tenías diez años, sé de tus esperanzas y sueños. Sé acerca de tu miedo a hacerte un tatuaje, que le tenías miedo a los fantasmas y tenías que dormir con una luz encendida cuando tenías doce. Cada pequeña cosa que me dijiste la recuerdo, ¿Acaso Fede sabe acerca de la caja de recuerdos que guardas bajo tu cama? ¿De tu obsesión a las películas de animales? Sólo te estoy pidiendo, Joaquín... Una oportunidad, real y sin juegos de por medio.

Joaquín asintió rompiendo en una sonrisa sin palabras. Paso sus brazos alrededor de su cuello y lentamente con confianza lo beso.

—Perdón, y sé que con un perdón no es suficiente por todo lo que te hice pasar y el daño. Estaba tan con confundido, cegado y cuando acepté a Fede de vuelta sólo lo hice por culpa —negó con una sonrisa incrédula —. ¡Por Dios, Emilio! Ya golpéame, no sé, fui demasiado tonto y, y juro que vamos a recuperar el tiempo perdido.

—Sí admito que pensé en buscar a una persona y hacerte pasar lo mismo, pero, ¿Para qué? No soy lo suficiente vengativo para seguir con esto y hacernos más daño.  Además, es muy inmaduro todo este juego de celos. 

—Te quiero —los ojos de Joaquín brillaron —, pastelito.  





—Fede tengo algo que decirte —dijo Joaquín cuando finalmente salieron de la escuela.

Después de lo ocurrido en el subterráneo, le dijo a Emilio que se encontrarían luego de que Joaquín terminará con Fede, se reunirían en la casa del árbol.

—¿Qué pasa? —sonrió.

—No podemos seguir.

Su rostro se convirtió en uno de confusión.

—No eres tú soy yo —utilizó la línea cliché que parecía que a todo el mundo le resultaba —. Simplemente no está funcionando.

—¿Por qué? ¿Qué te dijo Emilio? 

—Emilio no dijo nada.

Sólo lo salvo de volver a ser herido.

—Él dijo algo, lo que sea que te haya dicho mintió.

—Fede, por favor —susurró, empezaban a llamar la atención de los otros —, necesitas calmarte.

—¿Calmarme? ¡No voy a calmarme! ¡No cuando Emilio te está lavando el cerebro! ¿Qué te dijo?

—¡Nada! Fue mi decisión.

—Tú no puedes romper conmigo, ¡Me perteneces!

—¡Yo no te pertenezco! ¡No soy un objeto! Terminamos, Fede.

Se dio la vuelta para marcharse, cuando la mano de Fede tomó su muñeca y lo echó bruscamente para atrás.

—No terminamos.

—Sí, terminamos.

—Joaquín vamos, piensa en esto, sin mí tú no serías nada. Nadie sabría tu nombre.

Es cierto, Fede fue quien lo impulsó a la popularidad cuando empezaron a salir. Antes de Fede, Joaquín solo era el chico tímido, inseguro y Fede un jugador de baloncesto con lindos ojos y dulce sonrisa.

—No me importa.

—No te voy a dejar ir tan fácilmente... Si crees que vas a encontrar a alguien que te trate mejor que yo, entonces te deseo suerte, Joaquín. No conozco a nadie que te aguante, sin mí no serías nada. Te doy tres días para que luego vengas arrastrándote a mí de nuevo.

—No te necesito.

—Eso lo veremos, tres días... —él sonrió con maldad.

Sin pensarlo Joaquín corrió hacia el estacionamiento y se quedó apoyado en auto respirando profundamente. 



entonces, ¿jugamos? || emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora