09 -feelings

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Amber sintió cómo el agua se acumulaba en su boca para expulsarla enseguida. Su respiración era irregular, le dolía todo el cuerpo, sobre todo donde las heridas de balas se encontraban. Al abrir los ojos, lo primero que vio, fueron los azules de Steve, quién la miraba preocupado.

–¿Qué pasó? ¿Lo logramos? —Preguntó la rubia después de toser.

–Sí, Amber. Lo logramos, tú lo lograste. —El rubio se dejó caer a su lado con una sonrisa.

–Stevie, tú ojo. —Amber llevo sus dedos a la zona convirtiéndose morada en el rostro del capitán.

–Estoy bien, tú por otro lado, debemos conseguirte ayuda inmediatamente. —Steve llevo su mano a su oído para saber si el comunicador aún funcionaba.

–¿Tu nos sacaste del agua?

–No, desperté justo a tu lado. —Amber frunció el ceño.

Bucky los había sacado del agua. A pesar de todo lo que había pasado, él los había salvado de ahogarse en el fondo del río.

–Maria, ¿me copias?

–¿Steve, estás bien?

–Sí, estamos bien. Pero necesito ayuda urgente. Amber tiene dos heridas de balas y ha perdido mucha sangre.

–Entendido, ¿dónde están?

–A orillas del río. Debes apresurarte, en cualquier momento perderá la conciencia.

–Ya va la ayuda, mantenla viva.

Steve miró a la rubia que cerraba sus ojos cansada. Él pasó sus brazos por el cuerpo de Amber, atrayéndola hacia él para hacer presión en la herida de su estómago, que era la que más sangraba.

–¿Stevie?

–No hables, sólo mantén tus ojos abiertos. La ayuda ya viene.

–Rogers. —La voz suave de ella lo ponía aún más nervioso. Amber no podía morir ahí, en sus brazos, no si él podía evitarlo.

–Dije que no hablaras, y es una orden. —Amber sonrío.

–Luces tan malditamente caliente cuando das órdenes, Capitán. —Steve no pudo evitar soltar una pequeña risa.

–Resiste, Stark.

–Si no lo logro, debes decirle a mi padre que lo amo y perdono todos los errores que cometió.

–No, no. Vas a hacerlo tú misma cuando salgamos de aquí.

–Yo no podría. Me acobardaría.

Amber cerró sus ojos y su respiración se hizo pesada. Steve soltó las lágrimas que, sin darse cuenta, había retenido. El ruido de la ambulancia sonaba lejano, pero él sabía que estaban frente a ellos.

Natasha paró en seco al ver a Steve aferrado al cuerpo de la rubia. Los paramédicos se acercaron rápidamente y separaron al rubio del cuerpo de la chica para poder llevársela a Urgencias. Otros se quedaron a un lado de Steve para poder revisarlo.

–¿Qué sucedió? —Natasha temió preguntar, pero lo hizo de todos modos.

–No pude protegerla.

–No es tú culpa.

Sin importarle los paramédicos, se acercó a su amigo y lo abrazó. Steve dejó caer las lágrimas mientras se aferraba a la pelirroja.

–Capitán Rogers, lo trasladaremos al hospital para poder revisar sus heridas.

–Está bien. —El rubio no puso objeción.

. . .

La pelirroja suspiró. Estuvo a punto de llamar a Tony Stark para que supiera que su hija estaba en el hospital. Pero no pudo hacerlo, porque hace un par de horas, cuando Amber había abierto sus ojos, le había rogado que no lo hiciera.

Steve, por su parte, ya le habían sanado sus heridas y dado el alta. Aunque seguía sin despegarse totalmente de aquel hospital, quería asegurarse de que la rubia no tuviera secuelas.

–¿Y a ti qué te pasa?

Natasha se volteó y vio al rubio apoyado en el umbral de la puerta. Sonrió burlesca. Sabía que Steve iba a visitar a la rubia todos los días, pero solo en el horario que ella dormía. No entendía bien el por qué, pero podía imaginárselo.

–Debo irme, pero no quiero dejarla sola.

–Yo puedo quedarme.

Ella sonrió. Asintió y se levantó rápidamente de la silla que estaba a un lado de la camilla. Dejó un pequeño beso en la frente de la rubia y suspiró mientras se alejaba.

–Hasta luego.

–Adiós. —Murmuró Steve.

Cuando la Viuda Negra salió, cerro la puerta tras de sí. Steve caminó lentamente y se sentó donde antes estaba la pelirroja. Tomó una de las delicadas y pálidas manos de la chica, sin poder evitarlo, comenzó a trazar pequeños círculos en ella, en forma de caricias. Estaba tan ensimismado, que no se dio cuenta cuando Amber despertó.

–¿Cómo sigue tu ojo? —Steve levantó la mirada y se encontró a la rubia con una pequeña sonrisa en su rostro.

–Bien. Ya casi ni se nota lo morado. —Ella asintió en concordancia.

–¿Cómo está Sam? No he visto a ese idiota desde ese día. —El rubio sonrió.

–Él está bien. Ha venido a visitarte un par veces, pero has estado dormida.

–¿Cómo tu? —Steve quiso apartar su mano de la de ella por vergüenza, no pensó que ella sabría que él iba a verla mientras estaba dormida.

Pero Amber fue más rápida. Volvió a tomar la mano de Steve y le dio un ligero apretón mientras lo acercaba a ella.

–Amber... —Susurró él.

La otra mano de la chica fue a dar a la mejilla de Steve. Lo acaricio suavemente, tan suave que el rubio necesitó apoyarse en ella para poder sentir el contacto. La miró a los ojos, esos ojos azules que no sabía de donde había sacado, pero seguramente de su mamá. Amber lo miraba de una forma diferente a todas las otras veces, de una forma hipnotizante, o quizás sólo él se sentía así. No lo sabía. Lo que sí tenía claro, era que habían pasado muchos años desde que alguien le había dado esa mirada.
La rubia, por su lado, no podía dejar de admirar cada detalle del rostro del Capitán. Se sentía en las nubes, como si todo alrededor de ellos hubiera desaparecido, y eso por un momento la asustó. Jamás había sentido algo como eso. Pero al volver la vista a los ojos de Steve, se sintió segura. Sintió que él podía liberarla de todas las cadenas que la rodeaban, que podía transformar todos sus miedos e inseguridades en cariño y alegría. Sonrió y él sonrió con ella.

Y sin dudarlo dos veces, lo besó.

Fue un beso lento, suave, donde sus labios se acariciaron por unos minutos. Un beso que no habían pensado que necesitaban tanto. Un roce, al principio tímido, pero luego decidido, deseado, sin perder el toque de ternura que los rodeaba.

Al separarse, ninguno de los dos dijo alguna palabra. Solo se quedaron ahí, a centímetros de sus rostros y sonriendo.

Sintiendo que todo estaría bien.

STARK; avengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora