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Desde que vi el amanecer por el ventanal decidí buscar alguna sala de música o incluso un arpa

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Desde que vi el amanecer por el ventanal decidí buscar alguna sala de música o incluso un arpa. Tenía la necesidad de pasar mis dedos por las cuerdas y expresar el lamento de mi alma. Le había preguntado a la señora Branwell y aquí estaba. En una sala llena de instrumentos.

—Gracias— es todo lo que digo para para ver cómo cierra la puerta tras de ella.

Observó cada instrumento, los cuales relucían en sus lugares correspondientes. Desvió la mirada y sonrió un poco al ver un arpa en la esquina. Era grande además de negro. A pesar de ser un hermoso instrumento, no era muy tocado como una guitarra o batería. Tomó asiento en la silla junto a él, y acaricio las cuerdas con mis dedos.

<<Otra ves juntos... muchas personas tienen cosas a las que aferrarse cuando están solas como: un animal, libros, música o vicios desmedidos, pero nada mejor que la música. Ella tiene la capacidad de curar el alma>>

Ya lista, comienzo a tocar y cierro mis ojos. No podía escuchar la melodía que componía, pero la podía sentir en las vibraciones. Continuó tocando sin parar y me olvido del entorno que me rodea. Varios recuerdos vienen a mi mente. Paro de tocar cuando las lágrimas bajan por mis mejilla y humedecen mi pantalón. Limpio mis lágrimas al sentir una presencia en mi espalda. Al darme la vuelta veo al señor Carstairs.

—Discúlpame, no quería molestarte sólo que la melodía que escuchaba era hermosa, pero cargada de dolor— veo como saca un fino pañuelo de seda con unas letras grabadas y me lo entrega.

Lo tomó con cuidado y seco el rastro de mis lágrimas. Estaba claro que le entendía, pero no sabía que decirle. Observó como se sienta sobre la pequeña silla del piano y me mira con tranquilidad.

— ¿Así se escucha?— pregunto con suavidad. Dobló el pañuelo y lo extiendo hacia el, pero según lo que dicen sus labios es que me quedará con el.

—Si, me gusta apreciar la música y usted tiene talento, pero lo que transmite con ella hace que mi corazón o alma vibren, pero de tristeza y pena. ¿Quien la hirió tanto?—

Observó sus ojos plata, pero luego desvió la mirada. No le conocía mucho, y aunque era más llevadero que el señor Herondale, no compartiría mi dolor con el.

—Lo siento, pero a penas le conozco y no soy de compartir mis penas— expresó con serenidad, pero sentía que me escudriñaba como algo que no podía descifrar.

—Descuide, lo comprendo perfectamente y en ese caso tendré que descubrirlo a través de su melodía—

Me regala una sonrisa para luego colocarse en pie, mientras me entrega un libro de aspecto viejo y color morado. Tomó el libro con cuidado y pasó mis dedos sobre la portada, para luego mirarle.

—Gracias señor Carstairs—

—Solo dime Jem, por favor. Espero que el libro sea de su agrado, ya que es uno de mis favoritos—

Su andar era elegante, pero a la vez relajado. Abre el cerrojo de la puerta y con una última mirada sobre su hombro sale de la sala. Agarró el libro con cuidado y me pongo en pie para salir de la sala. Tenía ganas de empezar a leerlo, ya que me encantaba la sensación que transmitía los libros. Camino por el pasillo hasta llegar al comedor, mientras de repente escucho un estruendo seguido de la voz de Henry y William.

— ¡Oh vaya no ha funcionado el Fosfor!— dice mirando el objeto con pena y le miró al igual que los demás.

—Charlotte podrías decirle a Henry que no sirve para inventor— comenta el William con sarcasmo y escucho como Charlotte le reprende

—Will, los más grandes inventores surgieron de sus peores fracasos—

Evitó asentir, pero tenía razón. Admiraba eso del señor Branwell. Nunca se rendía porque algo no le saliera bien. Varias veces tuve la oportunidad de ir a su lugar de trabajo y era bastante interesante.

Después de merendar galletas y té salí del comedor en compañía de Sophie. Era muy amable aunque reservada. Al llegar a mi cuarto me siento sobre la cama y comienzo a leer el libro hasta que llega la noche.

— Descanse, señorita Collins—

—Igualmente para usted— colocó el libro sobre la mesita de noche para luego apagar la lámpara y sumergirme en la oscuridad.

Sinfonia Plateada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora