La lluvia caía a cántaros contra las ventanas, mientras pienso en lo que Will me había contado anoche. Me mantengo pegada a la ventana aún con la pijama puesta y con sus palabras martillando en mi cabeza.
—Tengo una maldición Daiana... no puedo permitir que me amen sino van a morir.. solo Magnus y tú saben esto y prefiero que se mantenga así—
Había dicho en el invernadero con un tono de aflicción en su voz. Ahora entendía tantas cosas de él, el porqué era tan desagradable con los demás y sus cambios de actitudes. Me sorprendía el hecho de que me contara algo tan personal, ya que no éramos cercanos, pero recuerdo sus palabras.
—Se que haz perdido a alguien especial y intentas alejar a todos como yo o simplemente ponerles un límite—
Tenía razón y prefería que fuera así. Llevo mi dedo hacia una gota que había en la ventana y suspiró un poco a la vez que mi aliento salía en forma de nube debido al frío de Londres.
—Señorita Collins, la esperan en la biblioteca—
Seguía sumergida en mis pensamientos hasta que Sophie pasa una mano por mi rostro y repite lo que había dicho.
—Te he dicho que me digas Daiana o Diana... no me gustan las formalidades— le digo en un tono divertido para dejar que me ayudara a prepararme.
Al estar lista salgo en compañía suya hacia la biblioteca. Veo como Iglesia pasea entre mis pies a la vez que ronronea y le acaricio la cabeza con cariño. Asiento a lo que dice Sophie y empujó la puerta con calma.
—¿Hola?— observó a cada lado, ya que no parecía que alguien estuviera allí excepto yo.
Camino despacio y siento como la puerta se cierra de golpe. Doy un paso hacia atrás un poco nerviosa, hasta que veo a los hermanos Lightwood recargados sobre la puerta.
—Señorita Collins... creo que nos ha causado un gran problema— dice Gideon, rubio y de cuerpo tonificado.
Trago en seco y mantengo mi mirada fija en ellos a la vez que me cruzo de brazos.
—¿Es un problema decir la verdad?—
—Si, y mas cuando nos trae problemas con nuestro padre— dice el pequeño de los Lightwood, Gabriel.
—Ese no es mi problema.. desde el inicio sus intenciones han sido malas y no permitiré que le hagan daño a Charlotte solo por la avaricia de su padre—
Gideon se acerca a grandes zancadas, mientras me toma del brazo con un poco de fuerza y me acerca a él.
—No te metas en nuestros asuntos y la fiesta seguirá en paz. Estás advertida y créeme no te conviene tenernos de enemigos—
—¿Algún problema con la señorita?—
Miró hacia la puerta y veo la figura de Jem, pero su rostro lucía serio mantiene sujeto el bastón con fuerza y distingo sus nudillos blancos.
—No Carstairs, solo hablábamos con ella— responde Gideon en un tono serio aunque enfadado
—En ese caso, no hay necesidad de tocar a una señorita de esa forma, tan bruta—
Siento como me suelta de forma brusca y acaricio la piel donde me sujetaba. Ambos hermanos le dirigen una mirada a Jem y luego se van. Me sentía tan vulnerable y pequeña en ese momento. Me siento con cuidado y observó como Jem se acerca.
—¿Estás bien? ¿Te han hecho algo más?— niego con la cabeza y le miró para luego acomodar la falda de mi traje.
—Gracias por eso, pero no te metas en problemas por mi causa—
—No debes de agradecer y no podía permitir que te tratara así. Se que están enojados por lo que le dijiste a Charlotte, pero hiciste lo correcto— me regala una sonrisa y aparto un mechón de mi cabello.
Nos quedamos en un largo silencio hasta que Sophie entra apresurada a la vez que grita algo.
—¿Que ha dicho?— le preguntó a Jem y este se levanta con rapidez.
—Nos están atacando, Daiana—
Un pequeño ejército de autómatas entra a la biblioteca y me colocó en pie con rapidez. No tenía ningún arma conmigo y eran unos treinta aproximadamente. Observó a Jem un poco preocupada, ya que el no podía enfrentarse solo a ellos. Dirigí la mirada por toda la habitación buscando algo que me sirviera de arma.
—Daiana, mantente detrás de mi—
Siento su mano en mi brazo y me coloca detrás de él, mientras los autómatas y el se debaten en un duelo esperando quien da el primer golpe. Desvió la mirada y veo un largo palo de metal, el cual se utilizaba, para avivar el fuego de la chimenea. Rápidamente, lo tomó y vuelvo con Jem.
—Estoy lista—
Sus ojos plata me miran con un poco de preocupación, pero asiente. Comenzamos a pelear contra ellos y suelto un pequeño grito cuando Jem es derribado al suelo. Veo como sale sangre de su boca, pero no tenía muchas heridas. Me colocó enfrente a él, y así evitar que le hieran a la vez que seguía luchando contra ellos.
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Sinfonia Plateada
RomanceDaiana Collins, tras la muerte trágica de sus padres decide embarcarse en la misión más importante de su vida. Al ser transferida, al Instituto de Londres tendrá que enfrentarse a pruebas de las cuales no ha sido entrenada. ¿Cómo enfrentarse al amo...