En la noche de ayer había tomado una taza de té con Magnus a parte de escucharle hablar, pero no deseaba decirle nada al respecto. Desvió la atención del cuadro, y me sobresalto al ver a Presidente Miau caminando por la mesa a la vez que movía su cola de lado a lado.
—¿Cuál es ese favor que deseas pedirme?— su mano agarra la copa de martini con elegancia y me mira con atención.
—Se que como brujo puedes abrir un portal y quisiera ir a Paris por un asunto—
Deja la copa de martini a un lado y pasa una mano por su cabello, mientras eleva una ceja.
—Querida, analicemos la situación. Ayer te fuiste del instituto y no volviste porque te quedaste aquí entonces ahora me pides hacer un portal a Paris. ¿Que te haz creído? los portales requieren energía y un estímulo monetario—
Pasó una mano por mi cabello y le miró fijamente para suspirar con pesadez. El no me ayudaría, ya que no tenía como pagarle.
—Lo entiendo, en ese caso, gracias por dejarme quedar aquí—
Me colocó en pie y dejó la taza de té sobre la mesa, para luego ponerme los guantes de color rojo.
—¿Por qué quieres ir a Paris?— veo como pasa un dedo sobre el borde de la copa para después darle un sorbo.
—Es un asunto personal—
—¿No me dirás?— pregunta con un toque de diversión, coloca la copa sobre la mesa y acaricia a Presidente con suavidad.
—No veo porque tengas que saberlo— digo en un tono defensivo
—Si no tienes como pagarme, como mínimo dime a qué vas—
—Si no vas a ayudarme, como mínimo no preguntes— contraataco su comentario y me cruzo de brazos. Le miró fijamente y suspiró al ver como sonreía.
Observó como se coloca en pie y alisa su chaqueta para luego acercarse a mi. Sus ojos cambian a los de un gato y de ambas manos salen dos llamas color azul.
<<Debo confesar que su marca de brujo me fascina. Es tan única>>
En un abrir y cerrar de ojos me encuentro cruzando el portal a su lado. Una brisa cálida nos recibe en la ciudad de la moda. Desvió la mirada a Magnus y suspiró.
—No debías hacerlo, sabes que no tengo como pagarte—
—Consideró que tus secretos son una forma de pago interesante—
Veo la iglesia de aspecto gótico y los recuerdos comienzan a llegar como una ráfaga violeta. Cierro mis manos y continuó con la mirada al frente. Cada paso que daba a las escaleras, otro recuerdo era formulado en mi mente, hasta que logró llegar a la puerta. Esta se abre al instante y miró a Magnus.
—Puedes esperarme aquí—
—No gaste energía para quedarme aquí, querida—
Asiento despacio y verifico que no haya nadie, subo las escaleras en compañía del brujo hasta que llego a la que era mi habitación. Al abrirla trato de mantener mis emociones a raya. En la cama estaba la ropa que utilizaba para los funerales. Desde que me fui decidí que jamás usaría esa ropa.
<<Es tan doloroso estar aquí, pero debía hacerlo. Sentía que estaba unida a ella aunque no de forma física>>
Miró todo el lugar y tragó con dificultad el nudo que tenía en la garganta. Escucho como la puerta se cierra y se que es Magnus, me había dejado sola. Comienzo a ponerme esa ropa blanca y acaricio las runas rojas de los puños. La echaba de menos todo el tiempo. No me acostumbraba al haberla perdido. Ya lista salgo de la habitación, y allí apoyado en la baranda se encontraba Magnus en silencio.
—Magnus—
—Silencio querida, te acompañare en esto. Por primera vez en mi vida consolaré a un nefilim—
Me ofrece su brazo, el cual tomó con cuidado, mientras bajamos las escaleras. Quería ir a cada lugar que estuve con ella. Comienzo a recorrer cada habitación como: la biblioteca, sala de entrenamiento, el comedor, la sala de armas, el invernadero y otros lugares más. Llegamos al punto más alto de la catedral y disfruto de la vista.
—Este siempre fue su lugar favorito. Aquí pasábamos horas y horas hablando de muchas cosas, además de planificando futuros viajes—
—Querida, ¿quien era esa persona?—
—Ella era mi parabatai—
Acaricio mi muñeca y veo como una pequeña gota cae sobre el lugar. Ese lugar donde estaría la runa parabatai. Otra lagrima más cae y frunzo mis labios, para evitar el sollozo asfixiante de mi garganta. Un pañuelo de círculos violetas, y letras bordadas en dorado aparece frente a mis ojos.
—Lo lamento, querida— seco las lágrimas con el pañuelo y dejó salir una pequeña sonrisa aunque por dentro seguía destrozada.
—Gracias por esto, buscaré la forma de pagarte—
—Tú deuda está salda, querida— una deslumbrante sonrisa sale de sus labios.
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Sinfonia Plateada
RomanceDaiana Collins, tras la muerte trágica de sus padres decide embarcarse en la misión más importante de su vida. Al ser transferida, al Instituto de Londres tendrá que enfrentarse a pruebas de las cuales no ha sido entrenada. ¿Cómo enfrentarse al amo...