Camino A La Felicidad - Chriserick

Capítulo 34

Narra Erick.

- Ya dejé todo listo ¿estás seguro que no quieres que te ayude?

- No Erick, así está bien, hoy me toca cerrar a mi.

- Bien, nos vemos hasta el Lunes - choqué la mano con mi compañero.

Estaba ansioso porque llegue el día de mañana, aún no sabíamos que haríamos con Zabdiel, pero probablemente la pasaríamos muy bien.

Di un par de pasos cuando una mano se posó en mi brazo. Me giré viendo la cara de preocupación en ella.

- Señora Yenny.

- Necesito hablar contigo.

- ¿Está bien? - pregunté mirando sus ojos llorosos - podemos ir a la casa, así hablamos más a gusto.

- Sí, estaría bien.

Pasé mi mano por su espalda dando pequeñas caricias, algo no andaba bien y la respuesta seguramente era Christopher.

Me dió las llaves para que sea yo quien maneje, no se veía con ganas de hacerlo.

- Pase - abrí la puerta.

Fui a la cocina para hacerle un té, parte de estar con una persona es conocer a la familia, y ella estaba preocupada.

- Gracias Erick - sonrió.

- ¿Que pasó? Se ve...

- ¿Preocupada? Lo estoy, créeme que si.

- Tiene que ver con Christopher ¿verdad?

- Lo siento tan cambiado, es como si me hubieran cambiado a mi niño alegre, intento hablar con él pero es como si hablara con una muralla.

- No sé que decirle la verdad - comenté.

- ¿Es cierto que no nos quieres ver? - preguntó.

Me sorprendí al escuchar eso, yo jamás había dicho algo así.

- ¿Quién le dijo eso?

- Joel, y Christopher me confirmó que te lo había pedido, supongo que es por eso.

- Sí, Christopher me lo pidió, quizás es lo mejor.

- No lo dejes solo Erick, está cambiando mucho y eso no me gusta. Tengo el presentimiento de que ese chico le está metiendo ideas en la cabeza.

- Pero es él quien decide si hacer caso o no. Christopher ya no es un niño.

- ¿Sabes que prefirió irse de la casa?

Negué soltando todo el aire, esto estaba sobrepasando los límites, ya no nos estaba afectando solo a nosotros.

- Quizás necesita estar solo, a lo mejor le sirve para pensar - traté de convencer.

- Está muy a la defensiva, pero a la vez triste. Ya casi lo veo más preocupado y siempre que hablo con el llora.

- Que más quisiera que ayudarla, pero yo no puedo hacer nada.

- Sí, si puedes - tomó mi mano - él te ama, ustedes se aman ¿por qué no solucionan sus problemas?

- Quiero, yo sí quiero, pero solo no puedo, si él no muestra interés por querer retomar lo nuestro no lo puedo obligar, estas cosas son de dos y yo estoy solo - respondí.

- Ya no sé qué hacer - comentó llorando - lo desconozco y me duele que se comporte así.

Me acerqué para abrazarla, no podía entender el dolor que sentía cómo madre, pero me imaginaba que era igual o más doloroso que el mío.

- No puedo hacer mucho, pero si quiere puedo intentar hablar con él.

- ¿Lo harías?

- Sí, pero solo para hacerle entender que está mal, creo que entre nosotros ya quedó todo más que claro - dije recordando la discusión que tuvimos.

- ¿Golpeaste a ese chico?

- Sí.

- ¿Por qué? Dijo que él solo quería hablar contigo, no sé si creerle, algo en él no me convence.

- Me alteré, lo siento, pero no sé preocupe, no volverá a pasar.