capitulo 7

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Alemania. Es un país hermoso, me instalado en una de sus ciudades mas sospechas por tener una cantidad de burdeles y más sospechosa aun es que estos burdeles aparecen cada mes unas 32 chicas nuevas como máximo.

Michael y yo hemos recorrido alrededor de 20 burdeles de la ciudad y alrededor de esta, tenía ayuda de un comandante alemán, el cual es amigo de mi ex–general de Americano, Mike y yo lo conocemos desde nuestros 17 años, y como él sabe mi carácter, dudo un poco sobre mi plan pero luego lo convencimos, ya tenemos ayuda de una gran parte de EEUU, Brasil, argentina, puerto rico , Paraguay, chile, dominicana, México, en pocas palabras de América en sí y una tercia parte de Europa.

Ayer, fui a unos de los últimos burdeles que tocaba, y vi a una hermosa mujer, caderas anchas, ojos cafés, lo cuales me parecieron hermosos, boca no era muy pequeña ni tampoco grande, cabello castaño oscuro, pero en la luz parecía ser de un color cobre oscuro, su rostro reflejaba asco, dolor y vergüenza, la cual podías distinguir sin ser un experto, bailaba cerrando los ojos, parecía consolarse al ritmo de la música, me fije en cada detalle, hasta el puñetazo que le propino al hombre que le quiso tocar el trasero, como se la llevaban. Cuando me levante para ir tras esos hijos de puta vino Mike y me sostuvo, a duras penas me saco de allí.

—¿Pensando en nuestras damisela en apuros?— observo como Mike me mira, sus ojos brillan con curiosidad, yo lo miro negando, sé que su genio interior está pensando en cosas tontas.

—Sí, estoy preocupado, ¿estará bien?, la habrán golpeado, ¿la lastimaron ? Y ¿si la vio

—Callate estúpido. —me dice este gritando — podrías dejar de martillarte con esos pensamientos, la chica recibió un castigo, y no solo ayer, sino que lo recibió el día que la secuestraron y tú —me señala con el dedo, para luego tirarse en el sofá que está enfrente mío, me mira de nuevo con aquella mirada, él me conocía perfectamente y yo a él, era lo bueno de llevar años de amistad — la salvaras de aquella larga y difícil pena.

—Amigo sabes, no quiero, no lo acepto, no me permito repetir aquella escena, no puedo siquiera pensar que ella está sufriendo lo que sufrió Laya — cubro mis rostros con ambas manos y las friego con rabia, estoy frustrado, y si de nuevo pasaba aquello, se lo prometí, le prometí que haría todo en mis manos para salvar a personas así.

—Lo sé, y también sé que el riesgo que tenemos aquí con este trabajo, pero sé que eres fuerte y que podrás dominar a ese espíritu impaciente y terco que tienes y harás todo al pie de la letra sin pro ni contras, lo harás como lo dijimos y saldrá bien. — la voz de mi amigo me transmitía seguridad, pero la duda asalto a mí de nuevo.

—¿y si no es así?

—No será nuestra culpa.

Dios esto era difícil, jamás en mi vida he dudado de una decisión y no es justo que lo comience hacer ahora.

Me levanto y salgo sin decir nada, voy hacia aquel burdel, necesito verla no sé qué pasa, pero mi ojos pican por querer verla, mi cuerpo siente la adrenalina invadir enfurecida por querer llegar allí, mis labios están resecos, mis oídos se han vueltos más agudos por querer escuchar aquellos suspiros leves y de lamento.

Hoy comienza mi plan, no sé qué me pasa o si bien lo sé no quiero aceptarlo pero no dudare mucho, necesito verla, necesito ver que no le ha ocurrido nada, aunque lo dudo.

Una vez allí dentro busco con desesperación a unos de los encargados, al encontrarlo me acerco a él.

—Señor abriremos en una hora —me dice este al verme dentro yo solo bufo y saco mi chequera, pongo allí la cifra de un millón quinientos mil.

—Quiero a la mujer de ayer, para mí, la quiero reservar, nadie debe de tocarla esta noche, la quiero llevar afuera y mañana a esta hora la traeré — digo serio, mi noto de toz se volvió algo sombrío y profundo, estoy seguro por la cara del muchacho, que mis ojos expresan furia, y asi estaré hasta no saber que le hicieron.

La historia de Lena MéndezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora