04. Apotegma de insomnio

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A las 9:54 fue que la conversación termino. Tord menciono que su turno estaba a punto de terminar.

Pero aquello no fue lo último.

—Amaría hablar contigo toda la noche, pero mi turno se está terminando. Llámame mañana, ¿Lo prometes?— Tord dijo, un bostezo muy audible siguió sus palabras.

—Lo prometo.

La conversación se repitió en la mente de Tom mientras que este se cubría con sus sabanas. Cada vez, volvían a Tom más feliz. Si cada cicatriz se desvaneciera cada que Tom se sentía feliz, cada una hubiera desaparecido el día de hoy.

Era la primera vez que Tom se dignaba a dormir en su cama. Usualmente se desmayaba en su escritorio a en su mesa, rodeado por vodka. Su cama estaba intacta desde hacia una o dos semanas, aunque en realidad Tom no llevaba la cuenta.

Nadie quería hablar sobre Thomas, por lo que este momento era realmente especial.

Ya a ponto de rendirse al sueño, Tom pensó en Tord. Si es que ellos llegarían a conocerse en la vida real, en lugar de hablar a través del teléfono. ¿Acaso eso cambiaria la opinión de Tord respecto al?, Pues ya había experimentado que tanto pueden llegar a juzgarte las personas solo por ver tu exterior.

Y ciertamente, Thomas se veía destrozado.

Su cabello era desastroso, ni siquiera se preocupaba por peinarlo. Sus ojos tenían ojeras debajo de todas sus noches de insomnio; dormir solo le era permitido en ocasiones especiales. Lagrimas resecas en sus lagrimales de tanto llorar.

Y ni hablar de sus muñecas, era muchísimo peores. Cubiertas por cortes y cicatrices. No solo allí, sino que también a través de sus brazos.

Cuando llegase el día, Thomas se prepararía.

Pero, Tord lidia con personas que hacen aquello a diario. Probablemente. Si él conocía a quienes les llamaban, lo cual dudaba, Tom asumió.

¿Esta acaso aquello permitido?, ¿Qué el que responda conozca a quien le llama?

A Tom no le importaba para este punto. El solo quería conocer a Tord. Quería conocer al enigmático hombre tras la línea.

"—No hables con extraños— Tom recordaba como su madre le decía aquello, una vez que se hallaban en el supermercado, eso luego de que un hombre se le acercara de niño para preguntarle si quería pasear con él."

Hasta este punto, a Tom no le importaba si moría, después de todo, eso era lo que él quería.

Revisando su reloj, ya daban las 10:37. Aun pensando que no era realmente tarde, Tom quería descansar.

Solo minutos después de que el sueño le consumiera, se sumió en la profundidad de su subconsciente.

Tord, 12:36 am

Tord se sentó en su escritorio, esperando por la llamada de Tom. Girando de lado a lado, Tord miraba al teléfono y tamborileaba su lápiz contra su block de notas, impaciente. Tord usualmente nunca se preocupaba mucho por quienes le llamaban tanto como lo hizo con Tom, ¿Por qué habrá sido eso?

¿Acaso Tord sentía algo más que una amistad hacia Tom? Seguramente no, Tord solo conocía a Tom de un par de días.

Solamente disfrutaba hablar con Tom, no había más.

Tord salió de sus pensamientos a la par que su jefe le gritaba— ¡Larssin!, ¡Atiende el maldito teléfono!

Su jefe siempre le llamaba por su apellido, decía que le sentaba mejor que su propio nombre.

Rápidamente Tord tomo el teléfono y se lo acerco al oído.

— ¿Tom...?— Tord dijo, sabiendo que esa no era la manera de atender a los que llamaban, podría no haber sido él, pero presentía que era Tom.

—Lo prometí— Aquella voz británica tan familiar sonó al otro lado de la línea.

—Si, lo hiciste— Tord añadió, inseguro sobre que decir.

—Estaba pensando— Thomas tartamudeo— Quiero conocerte.

Tord se hallaba sorprendido, mas no aturdido por la situación. Esto no le había ocurrido antes, pero de alguna forma lo sintió familiar.

—Hoy. Quiero conocerte hoy— Tord dijo, en una manera extrañamente apacible.

Aun que Tord no pudiese ver a Tord, sabía que este se hallaba riendo. Sabía que cuando los demás sonreían y aquello le hacia reír por igual.

—Hay un lugar. ¿Conoces el muelle que se haya medio arrancado?— Tom pregunto, refiriéndose a un pequeño muelle que había quedado arruinado hacia poco a causa de una tormenta. Era ilegal traspasar hacia allí, pero nadie se había dedicado mucho a cercarlo de todas formas.

—Si.

—Allí. ¿Cuándo termina tu turno?

—Aun tengo dos horas más. Hoy no trabajo hasta tan tarde.

—Suena bien.

2:45 pm

Tord se hallaba en su dormitorio, de pie frente a su espejo. Intentando hacer a los dos cuernos de su cabello permanecer abajo.

Pero todo lo que intento realmente no funciono.

Gel. Kilos y kilos de este.

Peinarse. Cinco veces.

Pero nada parecía funcionar.

Podía también dejarlo de la manera que era, a pesar de lo extraño que de por sí ya era.

Se vistió a la manera usual, su atuendo de todos los días.

Una camiseta roja, pantalones negros rasgados, y una delgada cadena de oro alrededor de su cuello, oculto esta bajo su camiseta.

Viéndose medianamente bien, se fue entrando en su pequeño y viejo sedan del 2006, dispuesto a dirigirse al lugar. Ahora podría conocer al chico detrás de la pantalla.

•••

Tord se sentó en el muelle, balanceando sus piernas de delante hacia atrás, miraba las olas irse y llegar por debajo de él. Estas chocaban contra los cimientos del muelle y le hacían temblar de vez en cuanto.

Saco su celular y visito sus redes sociales, un mensaje de uno de sus amigos, Patryck. No le dio mucha importancia de todas formas.

Escucho a lo lejos una voz calmada hablarle — ¿Tord...?

Death Hotline | TordTomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora