013. No pudiste salvarme

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Después de que Tom cerrara la puerta, Tord no se fue por casi una hora. Se mantenía cerca de la puerta y gritaba.

— ¡Tom!, ¡Thomas, respóndeme!

— ¡Lo siento!

— ¡Thomas!, ¡Vuelve!

Pero nunca menciono la única palabra capaz de cambiar la opinión de Tom.

Nunca menciono dos simples palabras, capaces de salvar la vida de Tom.

Nunca dijo.

"Te amo."

Tom tuvo que terminarlo, así que murmuro, lo suficientemente en lato como para que Tord pudiera escucharlo.

—Tord, solo ve. Estaré bien.

Incluso si Tom no estaba seguro de si aquello era una mentira o no. Aun si probablemente no se hallaba bien con un corazón roto.

Estaba roto.

Nunca había estado más triste.

Eran en tiempos como estos en los que no había motivo para contemplarse.

— ¿Lo prometes? — Tord dijo, entre sollozos.

—Sí.

Y con eso, Tord se fue.

Finalmente.

Ahora solo era Tom, volvía justo a donde había empezado.

Mirando al arma y al teléfono.

Aun a pesar de jurar no tocar la caja, Tom era incapaz de mantener cualquier promesa.

Sabía que le teléfono no era una opción, pero allí lo tenía para confortarlo. Para hacerle pensar que estaba bien aun sabiendo que era el final.

Lo mantenía allí como una señal de esperanza.

Aun conociendo que hoy era el día.

Thomas se sentó por horas. Llorando, en su escritorio sin hacer más que solo llorar. Las lagrimas caían al escritorio y explotaban, haciendo una pequeña piscina. El olor salado inundo el aire.

Contemplando el sí debería sentarse en su escritorio por mas tiempo y mirar el arma, o solo hacerlo. Aquello era lo que quería, ¿No es así? Solo irse sin decir adiós. No era como si allí hubiera alguien a quien decirle adiós, desde que Tord pareció dejar de amarle.

Desde que a sus padres dejo de importarles.

Desde que a su hermana dejo de importarle.

Desde que a su hermano dejo de importarle.

Desde que al chico de California dejo de importarle.

Desde que a nadie le importo.

Tom tiro de la cuerda de la lámpara en su escritorio, haciendo que se apagase. Thomas prefería la obscuridad. Sus "tareas diarias" tomaban lugar en la obscuridad. Sus tareas diarias eran prácticamente pensar, llorar y autolesionarse. O escuchar a breezeblocks. Le gustaba hacer este última.

Le hacía olvidar todo sobre las cosas que odiaba. O todas las cosas que le odiaban.

Le hacía concentrarse en las letras, hacerle memorizar mejor las palabras.

El significado detrás de aquella canción era hermosa, una frase única.

Amar a alguien tanto que llegarías a matar por él. Incluso si ello mencionaba matarte a ti mismo.

Así se veía la situación en la cual Tom se encontraba.

¿Por qué era tan difícil el rendirse ante Tord?

¿Por qué le tenía que ser la razón?

Dios, Tom ni si quiera debió haber llamado a la línea de ayuda. Que estúpida idea.

Moviéndose entre sus movimientos, movía la vista entre el arma y el teléfono. Encontró un montón de papel y una pluma de color azul. Le gustaba el azul. Usualmente era asociado a la tristeza.

Con su pequeña, sucia, pero legible letra, escribió una nota.

"Querido Tord, "

Death Hotline | TordTomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora