Capítulo 14.

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Estuvo un buen rato metida ahí, esperando el final. Hasta que notó como le ardían los pulmones, tuvo miedo de morir y sacó la cabeza hambrienta de aire. Rompió a llorar afligida. No tenía valor para quitarse la vida pero tampoco podía soportar el terrible sentimiento de culpa que pesaba sobre sus hombros. Sentía que le oprimía el pecho, que llenaba el hueco donde ahora latía un corazón roto. Se puso un pijama de algodón, se colocó la bata y se encerró en el guardilla donde tenía guardados todos los trastos viejos de la casa, las fotos familiares, los trofeos de golf de su padre, los libros de su madre, su oso de peluche favorito. De repente se le contrajo el estómago en un nudo. Desde que sus padres habían fallecido en el accidente de coche, no había vuelto a entrar allí. Se había pasado todos esos años huyendo de los recuerdos y de la nostalgia. Pero ahora era un buen momento para empezar a afrontar la realidad. Ahora se le antojaba un refugio perfecto contra la soledad.

Se subió a un taburete, sacó una caja polvorienta de lo alto de una estantería y se puso a rebuscar. Dentro, como era de suponer, había un montón de cachivaches viejos; un trenecito de madera, su tutú de bailarina, el collar que había hecho en el colegio por el día de la madre. Se le escapó una sonrisa triste al recordar aquel día. La señora Jung se encontraba delante del tocador con un vestido de noche radiante. Su marido le había regalado una gargantilla de perlas negras y quería lucirla durante la cena. Pero su hija se había empeñado en que su pusiera ese espantoso collar de macarrones pintados que le había hecho en el colegio. «¡Es un regalo para ti, es un regalo para ti!», lloró enrabietada la pequeña cuando ordenó a la señora Farrell que se la llevara. La ama de llaves la estrechó entre sus brazos y la meció hasta que logró calmarla. Entonces la niña pensó en regalarle el collar a ella. Pero la señora Farrell ya lucía uno idéntico que le había hecho su hijo Hunne. Y la pequeña sintió celos por primera vez.

_____ se enjugó una lágrima al comprender el origen de sus males. Su madre siempre le había dicho que era mejor un hombre con dinero que un príncipe azul. Que eso del romance, la amistad y los cuentos de hadas era para sentimentales pobres que necesitaban llenar su patética existencia. Que una mujer hermosa siempre llegaba más lejos que las chicas listas. Y ella lamentablemente le había creído.
Siguió rebuscando dentro de la caja y sacó un álbum de cuero azul.

Dejó lo demás aparcado para sentarse en un sillón a ojearlo tranquilamente. A medida que observaba las fotografías pegadas en las hojas amarillentas se fue sumergiendo en más recuerdos dolorosos. Entonces se llevó una sorpresa al pasar de página y ver fotos donde aparecían ella y Sehun subidos a un enorme delfín hinchable. Los dos posaban abrazados y sonrientes como los buenos amigos que eran. _____ recordó que la foto había sido tomada en un día de verano en Sausalito, un pueblo pesquero donde la señora Farrell tenía una pequeña casa cerca de la playa. De repente tuvo una idea y dejó el álbum para salir corriendo.

Cuando llegó a Sausalito en Ferri era ya noche cerrada y lo primero que hizo fue alquilar una habitación en una casa rural. Luego se adentró por los callejones sombríos y malolientes de los suburbios del pueblo y preguntó en varias tabernas por la señora Farrell. Pero nadie supo decirle nada. Algunos borrachos la observaron desde la barra, se rieron por lo bajo y apuraron sus vasos de vino.

_____ se imaginó al pequeño Hunne esperando a que su madre terminase su dura jornada laboral para cenar juntos. Lo imaginó también acurrucado en una esquina de su cuarto, tapándose los oídos con las manos para no escuchar los crujidos del colchón.

-Disculpe señorita ¿preguntaba usted por la señora Farrell? -le interrumpió una voz cascada.

_____ se giró y vio a una señora mayor de aspecto desidioso y ajado.

-Sí, así es. ¿La conoce?
-Por supuesto. Yo cuidaba de su hijo cuando ella... En fin, cuando ella salía a la calle a buscarse la vida.
-¡Entonces sabrá donde puedo encontrarla! -exclamó entusiasmada.
-No tan deprisa, encanto. Antes exijo una recompensa -le pidió con la mano extendida.


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Hay el Sehunne sufrió mucho

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Amor a Débito ||Sehun y tu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora