Cada mañana, Scarlett despertaba, desayunaba, iba a la escuela, y hacia lo que una niña de 12 años suele hacer a diario. Berrinches, lágrimas, rabietas, todo lo que se esperaría de alguien de esa edad. Toda una vida soñada para las niñas: Una familia que la adoraba, un cuarto para ella sola lleno de muñecas y muñecos coloridos, y una casa ubicada en una buena zona de la ciudad.
Scarlett salió a pasear al parque cubierto de nieve una tarde. Jugaba y se divertía con la helada alfombra que cubría el lugar; paseaba por los caminos y subió a un puente para poder observar facilmente el la cubierta de cristal que tenía el agua. Pero, por un descuido, resbaló de el puente al estanque congelado. La capa de hielo era lo suficientemente delgada para que la atravesara, pero no para salir. Cuando creyó que estaba a punto de caer, su abrigo se atoró de el barandal del puente y alguien la ayudó a subir. No pudo ver quien, y el parque estaba vacío, así que volvió a casa al ver que la noche se aproximaba.
-Sé que estás ahí-decía Scarlett en su cuarto vacío- No temas, sal ya-No encontraba respuesta pero continuaba.
-Vamos, sé que me seguiste al parque-decía sin obtener respuesta alguna-Por favor, sal, quiero agradecerte-Inmediatamente pudo oir a su salvador responder.
-¿Que quieres agradecer?- dijo una voz, aparentemente de un muchacho de 14 años, más o menos.
-Me salvaste la vida-respondió la niña
-No es así- respondió la voz- solo evité que te mojaras
-Yo sé quien eres
-¿Quien soy según tu?- respondió intrigada la misma voz sin dejarse ver
-¡Eres mi ángel guardián!-Contestó la niña con emoción- por eso no me dejas verte, pero supe que eras tú.
-¡No seas tonta!-dijo la voz al instante- no se puede hablar con tu ángel guardián.
-Si lo eres, puedo sentirte conmigo desde hace unos días, yo sé que eres tú.
No recibió contestación de ningún tipo, y decidió dormirse, pero no sin antes agradecer a su "ángel guardián" por haberla salvado.
Al día siguiente continuó hablando sola.
-¿Estás ahí?-preguntaba esperando respuesta y cruzando los dedos.
-Si, aquí estoy- Respondió la voz de la noche anterior.
-Intenté hablar contigo más temprano, pero no respondiste- dijo Scarlett
-Sólo podremos hablar por las noches, o donde no haya luz- dijo la voz
-¿Por que?
-Por que no puedo dejar que me veas.
-Esta bien- respondió Scarlett algo decepcionada.- ¿Como te llamas?
-Thomas- respondió la voz
-Thomas, -dijo Scarlett- ¿podré verte algún día?
-Tal vez, dicen que cuando duermes, puedes ver a quien piensa en ti- dijo Thomas- y prometo pensar en ti mientras duermes para que puedas verme-Todo sonaba terriblemente falso, hasta exagerado, inclusive para una niña de doce años, pero fingió ilusionarse para continuar con la charla de la manera más agradable posible.
Scarlett sintió unas incontenibles ganas de voltear a ver a Thomas, pero cuando iba a hacerlo, éste le detuvo y la reprendió.
-Sé que sientes curiosidad, pero no puedes voltear. Siempre, cuando hables conmigo, debes darme la espalda, o no vendré a verte nunca más.
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Mi ángel guardián.
Teen Fiction¿Cómo sabes diferenciar un ángel de otra criatura? ¿Y si tu ángel estuviera junto a ti todo el tiempo, y tú estuvieras segura de ello? Portada: Hemmings_Zapata