Con el abrigo solicitado ya en los hombros de Candy, ésta a lado de Terry emprendieron un camino. El indicado por él los llevaría por un estrecho, largo e iluminado pasillo, en donde ella, al ir recorriéndolo, iba admirando un sin fin de murales pintados en las paredes. Ángeles, castillos, bosques, hadas era poco de lo que sus expresivos ojos miraban. Por ende, curiosa preguntaría:
— ¿Quién hizo todo esto?
Separándose un poco de Terry, Candy fue adonde estaba plasmado un unicornio blanco y una hermosa mujer rubia acariciando su cara.
— Mi madre — se respondió.
— ¿De verdad? — indagó una nostálgica chica, la cual puso su mano precisamente en la figura femenina para acariciarla con delicadeza.
— Sí. Aquí... — Terry miró su alrededor compartiendo: — vengo a buscarla cuando la echo mucho de menos.
— Pero al menos tienes el recuerdo de haberla tenido a tu lado — dijo Candy apoyando su frente en la fría pared.
— Eso quiere decir... ¿que extrañas a la tuya? — el joven Grandchester lo cuestionó al haberla visto cerrar los ojos.
— ¿Para qué? — contestó una irreverente y rebelde ella. — Si ni siquiera una imagen de cómo es tengo.
— Imagínatela entonces — se le sugirió.
— Imaginarla — repitió Candy quedamente triste. Para animarla se decía:
— Sí. Por ejemplo...
Terry acortó la distancia que los separaba; y consiguientemente de haber puesto su mano en el femenino hombro derecho, la hizo girarse a su persona. De frente la miró. Y ella que lo miraba también, le sonrió ante un fugaz y delicado toque en su juvenil rostro.
— Las dos comparten el mismo color de ojos — Terry observó.
— ¿Tú, de quién los adquiriste? — preguntó ella; y él:
— De mi madre.
— ¿De verdad? — se exclamó con asombro. Sin embargo...
— Sí, pero ahora estamos hablando de ti.
— Oh, entiendo — dijo ella sonriendo apenada y guardando silencio para escuchar...
— ¿Te gusta tu cabello?
La torcedura de una boquita indicaba negativa, no obstante...
— Los rizos de tu madre eran tan largos...
— ... que hubiera optado porque fueran lacios — volvió a interrumpir ella quien vivía fastidiada con su enredada melena. Pero debido al gesto vecino de reprobación se tuvo que disculpar: — Lo siento, pero tú tienes la menor idea de lo que se sufre con estas greñas — se apuntó la cabeza; y él, en su posición de instructor la corregiría:
— Cabello.
— Está bien... cabello. Pero insisto, no tienes idea.
— Está bien — fue el turno del joven Grandchester, quien cruzaría los brazos y se quedaría callado. Por ende...
— Sigue describiendo a mi mamá
— ¿Me dejarás hacerlo o seguirás poniéndole "pero" a todo?
— ¡Ah, caray! ¡qué genio! — expresó ella, y porque le hacía una mueca divertida, Terry empezó a sonreír.
— Está bien — dijo él una vez más. Y ella...
— ¿Era alta?
— Pues... — él lo pensaba ya que Candy no lo era tanto. Entonces ella, ante el titubeo de él, contestaba:
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Trato Hecho
Short StoryESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. Historia juvenil tipo universo alterno escrita y publicada en 2017 .