Parte 11

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En su escondite y en silencio, Candice miraba a Terry. Éste, posteriormente de haber escuchado el mensaje de Williams, hubo agachado la cabeza, cerrado los ojos y dicho algo dentro de sí. John no estaba del todo erróneo al respingar sobre el poco tiempo dado. Lo que indicaba también que su hermanastro sabía de la salida realizada esa noche.

Porque ella podía sentir el enojo, puso su mano derecha en la espalda de su vecino. El leve contacto consiguió que Terry dejara su pose para mirarla, sonreírle y decirle:

— Está bien.

Ella en cambio diría:

— Tienes mi palabra que pondré lo mejor de mí.

— Lo sé — respondió el joven Grandchester y se dispuso a sacarlos de ahí. Afuera se cercioraba que el empleado, en el momento de verlos salir, emprendía el camino.

En el llevado por Williams y George, el secretario indagaba:

— ¿Crees que supieron que los descubrimos?

— Por supuesto.

— ¿Qué hacemos entonces?

— Ir al pueblo para "ver" la quemazón. Así, si Terry pregunta sabremos qué responderle.

— Me parece bien — acordó el otro jinete; y los dos continuaron su vereda.

En la de ellos, es decir, Candice, Terrence y John lo harían en completo silencio. Pero una vez arribada a la mansión Grandchester...

— ¡¿Dónde diablos han estado?! —. A dos pasos alejada de la alta entrada, la Nana Lula en jarras los hubo reprendido.

De momento ninguno dijo nada. Terry ayudaba a Candice a bajar. Después de, John iría a dejar a Teo y a la carreta al establo. No obstante, la seriedad del joven Grandchester atrajo la atención de la mujer.

— ¿Qué ha sucedido?

— Williams nos descubrió — finalmente habló el muchacho pasando a su lado.

— ¿Qué esperabas? — le dijeron burlonamente detrás, — ¿que se quedara con los brazos cruzados?

— Por supuesto que no — alegó él, — pero...

— Pero nada, jovencitos — se siguieron a éstos hasta donde la espaciosa sala. — Por si no lo saben, aunque es obvio que no, se han metido en una seria guerra con Williams y George.

— ¿George por qué? — indagó la chica.

— Simplemente por ser cómplice de Andrew. Así que debemos ser realmente cuidadosos. ¿Estás de acuerdo, Terry?

Éste, que se había sentado en el brazo de un sillón, asintió con la cabeza.

— Siendo así... —, Lula volvió a tomar la palabra para dirigirse a la muchachita que lo miraba: — desde este momento, Candice, quedas completamente bajo mi cuidado.

— Pero...

A ella no le permitirían hablar más porque se le explicaría:

— Terry vendrá a nosotras cuando de él requieras instrucción. Lo demás corre por mi cuenta.

— Entonces, tendrás que apurarte porque Williams la presentará en cinco días.

— Sí, me lo imaginé por tu gesto.

— Lo siento, Lula.

— No tienes por qué, hijo. Yo entiendo muy bien que son jóvenes — los miró a ambos, — y quieren divertirse, pero mientras no salgamos de este embrollo metido van a tener que aguantarse las ganas.

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