CAP 1: Three days

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El viento paso rápidamente a su lado, envolviéndola con una barrera translucida mientras volaba a través de él. Las nubes y el cielo azul era todo lo que veía desde hacía tres días, tal vez un pájaro extraño, pero nada más que eso. Su ansiedad era lo único que la mantenía despierta mientras se preguntaba que sería lo que enfrentaría más adelante, cuando finalmente cayó en el suelo.

Estaba sola, de nuevo, y esta vez sabía que no contaría con un suave aterrizaje con las personas en quien confiaba. Sólo podía preguntarse qué fue reservado para ella y sus Nakamas; con el tumulto y el caos que habían desencadenado en el Nuevo Mundo, finalmente, habían logrado ponerse frente a frente con los Marines y el Gobierno Mundial, pero ellos tomaron nuevos extremos para poder arrebatarles a los piratas el control de los mares, que corrían desenfrenados violando, según ellos, la ley.

Nadie estaría a salvo de nuevo. Los países más inocentes, el ciudadano más pacífico, tuvieron que observar todo en pedazos en el momento en que un barco pirata llego a sus costas, y los marines se abalanzaron sobre ellos para aplastarlos o hacerlo con cualquiera que se pusiese en su camino, todos ellos no eran mejores que insectos bajos sus pies. Aquello era la guerra, así de simple, y los daños colaterales eran de esperarse. Aun así, nadie se esperaba que el número de bajas civiles fuera tan alta.

Nami solo tenía reflexiones en su mente, cuando sintió que comenzaba a descender. Sus ojos cansados buscaron alguna señal de lo que enfrentaría; recordaba que la primera vez que se separaron por Kuma, fue una oportunidad para que ellos pudiesen escapar, y para volverse más fuertes, pero, esta vez no había sido por él que los enviaron a la deriva, había sido por los marines con la esperanza de debilitar a su tripulación. Todos ellos habían caído en una trampa. Ciegos y solos, sin ninguna esperanza real para poder sobrevivir.

A lo lejos podía ver una isla pequeña cubierta de hierba. Parecía completamente desierta, excepto por el buque de guerra de la Marina que estaba anclado cerca de la costa. Cuanto más se acercaba, mejor podía distinguir los pequeños puntos blancos que esperaban en una de las laderas verdes, con sus armas listas para ser dirigidas hacia ella, se alinearon e hicieron una fila ordenada.

Con resignación suspiro agotada, cerró los ojos, y espero a que el duro impacto que estaba segura de que llegara, lo hiciera, la burbuja protectora a su alrededor desapareció. Con un ruido sordo, su cuerpo cayó al suelo. El impulso de vuelo la envió rodando por la hierba. Ramas pequeñas se enredaron en su largo cabello, la suciedad y la hierba macharon su piel y la ropa; hasta que aterrizo y gimió adolorida justo en frente del Vicealmirante y sus hombres. Escucho los clics de sus armas y la obligaron a colocar la cabeza hacia arriba, cubrió su estómago mirando los ojos fríos del Vicealmirante con una mirada cansada e impotente.

Ella no estaba huyendo esta vez.

Su cabeza cayó al suelo de nuevo, no abandono la lucha de caer ante la oscuridad. En el fondo se sintió aliviado cuando lo único que sintió fueran las frías esposas de metal que envolvieron en sus muñecas y no la aguda mordedura de una bala perforando su piel.





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