CAP 30: A heart's insurance

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Era extraño despertar con el constante sonido de los latidos del corazón de otra persona. Extraño, pero reconfortante, sobre todo cuando pensaba en quién era. Era constante y tangible, un recordatorio de que no estaba solo, que estaba allí con él, tal como lo había sido la primera vez que se fue a dormir. Su respiración era tranquila y pacífica mientras dormía envuelta en sus brazos, sin tos estrangulada o vibración como los que lo había atormentado en sus horas de pesadilla antes. Podría haberle retrasado el sueño si no quería permanecer consciente de ello durante el tiempo que pudiera.

En algún lugar de la noche ella se había vuelto hacia él, medio dormida- y- la atrajo hacia su pecho apretando la oreja contra su espalda. Todavía podía escuchar el eco de los impulsos de su corazón entre los omóplatos, tal vez no tan claramente como antes, pero suficiente como para ahuyentar la oscuridad, el silencio y la ansiedad que disparó las pesadillas que detestaba. Así fue como se despertó por la mañana, con la mejilla cómodamente presionada contra su espalda mientras se estiraba a lo largo de su cama en su estómago.

Deseó poder despertar de esa manera todas las mañanas.

Ahogando un gemido molesto, se incorporó para inclinarse sobre ella y disfrutar de su rostro relajado y tranquilo mientras dormía. Se dio cuenta de que sus almohadas nunca se deshicieron de su olor Mikan a ese ritmo, un pensamiento que tenía el extraño efecto de hacerle feliz y un poco decepcionado al mismo tiempo. Él estaba contento de tener el recordatorio persistente de lo cerca que se habían convertido, el conocimiento de que ella confiaba en él lo suficiente como para no sólo buscarlo por ayuda en su hora más oscura, sino también que confiaba en él lo suficiente como para darle algo tan frágil como su corazón. Al mismo tiempo, él estaba decepcionado porque una vez que los dos estuvieran bastante bien, no tendría ninguna razón para quedarse. Tenían qu separarse, aunque juró que no dejaría ser separados durante más tiempo del necesario, y siempre estaría ahí para ella si ella lo necesitaba de nuevo.

Fue una buena cosa que Zoro y Sanji hubiesen sido tan cautelosos acerca de su relación, porque mirarla durmiendo en su cama lo estaba tentando a hacer exactamente lo que temían que él haría, robarla de su tripulación para sí mismo.

La idea de que ella lo odiara con cada fibra de su ser era lo que realmente lo mantenía a raya esos impulsos, no tanto la amenaza de la ira de toda su tripulación apoderándose de él.

Apartó un mechón de pelo de su cara, viendo como ella suspiraba y se hundía más profundamente en su almohada, acurrucándose en la manta y buscando más horas de sueño. Él no era capaz de despertarla; las últimas semanas habían sido bastante difíciles y se merecía el descanso extra que quería.

Con tanto cuidado como pudo, se levantó de la cama sin molestarla. Después de tirar de sus pantalones vaqueros y una sudadera con capucha, decidió ver si su cocinero estaba despierto, o si tendría que preparar su propio café de la mañana. Silenciosamente cerró la puerta de su habitación, echándole un vistazo a Nami una última vez, asegurándose de que no se había despertado, antes de deslizarse por el pasillo poco iluminado de su submarino.

Podía oír voces resonando por los pasillos, así que sabía que al menos parte de su tripulación estaba despierto; una hazaña notable teniendo en cuenta el estado en que quedaron después de ceder al concurso de beber de Nami. Cuando entró en la cocina, se encontró con Shachi tumbado sobre la mesa de la cocina, con una taza de café justo en frente de su cara mientras gemía en miseria por su resaca. Penguin se encontraba en mejor estado en un banco junto a la pared, su propia taza de café descansa en el suelo al lado de su mano que estaba colgando por el borde.

"Buenos días," se rio, ya que gimieron en respuesta. "Deja de quejarse. Debieron saberlo."

"Pero podríamos haberle ganado esta vez," Shachi trató de argumentar.

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