Parábola del Sembrador.

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Mateo 13:45-46

Sin cambio, todo llano, nunca aguda, tampoco esdrújula.
Estoy desnudo, o vestido con tan solo mi piel.
El alma del negro, a ojos del Sol, se quedó sin batería.
El negro mazo cabreado, afirmó:
-No creo en tu mierda. No creo en tus montañas de azufre, cubiertas de fuego, ni en tus prados amarillos dónde el cielo es naranja.
El negro mazo cabreado se clavó tres puñales en el estómago.
Uno para el Padre.
El siguiente para el Hijo.
Y el último para el Espíritu Santo.

Simplemente se los cargó. Pero tenia una herida de la ostia, que podía terminar con su vida en el paraíso.
Si el Santo moría, quería morir a lo grande.
No desangrao' en el balcón de su puta casa.

Las brujas le llamaban en sueños.
Él se negaba a responder ante su llamada, y huyó a templos pálidos manchando su blanco suelo de rojo atardecer.

Dejó que su fe en el caos, le sanase la herida en el estómago. Y los tres puñales que aún seguían clavados allí, salieron por voluntad de Dios, y fueron directos al corazón de la Virgen.

Ella, una vez más, derramó una lágrima, porque el Santo no bajaría de los cielos, sinó que caería.

-El Señor esté contigo. -suplicó con odio Nuestra Señora.

girasoles caídosWhere stories live. Discover now