Parte Dos: Moneda.

892 92 0
                                    


Los pasos de Beatrix se detuvieron bruscamente y, por consecuente, Erika trastabilló con sus propios pies debido a la frenada. Si no fuera porque su madre aún tenía aprisionada su muñeca, hubiera caído de forma vergonzosa.

─Perdón, madre. ─Se disculpó antes de que la mujer pudiera comentar sobre su torpeza, y rápidamente se enderezó de la manera que había sido instruida todos estos años.

─Recuerda lo que te dije. ─Fue lo único que dijo la rubia de mayor edad antes de soltar su muñeca y alzar la mano en forma de puño.

Erika miró su propia muñeca, ya liberada, agradeciendo haber usado los guantines que hacían juego con el vestido que llevaba puesto. Volvió la vista hacia delante y sólo tuvo tiempo a suspirar antes de oír a su madre tocar la puerta con golpes delicados.

No escucharon nada del otro lado, en cambio, la puerta se abrió sin hacerlas esperar mucho. Erika observó el movimiento que no era ocasionado por nadie, sino por nada más que los poderes de quien se encontraba dentro de la habitación.

Erika se encontró con un par de ojos que poseían un color igual a los suyos. Karl Heinz las recibía al otro lado de un inmenso escritorio; detrás de sí, un ventanal que ocupaba la mayoría de la pared dejaba a la vista una luna llena brillante, única fuente de luz de la habitación que se encontraba sin las luces artificiales encendidas. Tenebroso, tanto habitación como dueño de tal.

─Acérquense, ambas.

Hicieron caso a la voz dominante y como si estuvieran sincronizadas, madre e hija se acercaron al cabeza de familia. Beatrix se inclinó una vez estuvieron a una distancia considerada. Erika por un segundo dudó en imitarla, ya que su relación con su padre no era tan formal cuando estaban a solas, pero debido a que esta vez entendía que algo extraño se estaba por dar, copió las acciones y de igual modo se reverenció ante el rey vampiro.

─Tal y como lo pediste, traje a Erika conmigo.

─Te lo agradezco, Beatrix, nunca nada te impide cumplir con lo que te solicito. ─Erika vio sonreir ligeramente a su padre antes de recibir toda su atención─. Buenas noches, hija.

─Buenas noches, padre.

─¿Padre? Vamos, no actúes tan formal solo porque tu madre está presente.

Erika quería ver la reacción de la mujer a su lado al escuchar aquello, pero solo sonrió inocentemente hacia el sujeto frente a ella.

─No es eso, padre. Solo creo saber que no fui llamada para un simple saludo. A pesar de que no se me ha informado de nada, me siento algo ansiosa e inquieta en este momento.

Karl Heinz solo pudo reprimir la risa que surgió de él instintivamente y miró orgulloso a la pequeña.

─Eres una niña inteligente, Erika, y es por eso que estás ahora aquí frente a mí. ─Miró a su segunda mujer, quien observaba sin decir nada la conversación entre ellos─. Tu madre debe estar orgullosa de los frutos que dieron la educación que te implementó.

Esas palabras lograron tensar a Beatrix, quien no sabía a dónde quería llevar la charla.

─Pero no estoy para hablar de cuan orgullosos estamos de mi preciada princesa, ¿verdad? Erika, una vez te hablé de lo que pasaría cuando yo dejara este mundo, ¿recuerdas? ─La niña solo asintió para que siguiera hablando─. Tú sabes que uno de tus hermanos tomará mi lugar en el futuro, por eso cada día estudian arduamente, ya que deben estar preparados para cuando ese momento llegue.

She's Gold (Diabolik Lovers Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora