IX

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Una vez se colocó el lazo fucsia en el cuello de la camisa, volteó ligeramente de un lado a otro, contemplando su reflejo enfundado en el uniforme escolar. Sonrió ansiosa. Había pasado el último tiempo de su vida aprendiendo de profesores privados, y de todo lo que aprendía, la sociedad humana había sido su centro de interés estos últimos meses, especialmente la vida cotidiana de un humano de su edad. No podía esperar por sentirlo en carne propia.

Observando una última vez que todo estuviera en orden para que su mellizo no tuviera quejas, se apartó del gran espejo. Sentada en la cama, tomó el bolso que Reiji le había dado junto con las ropas y guardó en ella lo que le habían dicho que necesitaría. Una vez todo listo, pudo caer de espaldas sobre su cómodo colchón, matando el tiempo hasta la hora en la que debían verse en la puerta principal.

Aunque la paz dura poco para ella, sobre todo cuando vivía con personas con personalidades tan particulares como las del sujeto que se le apareció sentado a un lado.

—¿Emocionada por la escuela, hermana mayor? —Esa sonrisa y unos ojos felinos la pusieron en guardia y se alejó de la cama, terreno peligroso cuando se trataba de Laito—. ¿Te asusté?

—¿Ahora entras en las habitaciones sin tocar antes? —Lo miró, apoyando sus manos en la cintura como una madre regañando a su hijo.

—Ah, desde que te fuiste olvidé un poco lo que es tener una hermana y respetar su privacidad —contestó, sin borrar esa sonrisa burlesca de su cara—. Aunque es extraño... ¿no acabas de decir que vas a ser la mano derecha de la perrita humana? Eso significa que te pone en una posición mucho más baja que la de ella, ¿no es así, Erika?

Erika recordaba sus palabras esa mañana, aunque fueron dichas debido al momento y frustración que cargaba contra sus rencorosos hermanos. En su mayor parte, eran ciertas, pero, ¿en verdad Laito planeaba tomarlas en serio? ¿La trataría más bajo que aquella chica que vivía constantemente amenazada por seis vampiros?

—Cierto, dije eso... —Ella no dudó ni un segundo qué posición tomar—. Pero si planeas tomarme eso significa que renuncias a Yui, a la sangre de esa mujer... ¿Eso no es una gran pérdida para ti, Laito? —Miró con ojos entrecerrados a su pelirrojo hermano—. En el pasado, después de todo, ya me rechazaste una vez por tu madre.

El muchacho no pareció inmutarse con la mención de Cordelia nuevamente, pero sí su sonrisa disminuyó en tamaño cuando oyó a su hermana recordar su relación de infancia.

—¿Sigues recordando eso? —Se irguió de la cama para acercarse a la rubia—. Me gusta oír que te pones celosa por mí después de muchos años.

—¿Celosa? —Erika sonrió irónicamente—. Solo me pareció que debía recordarte quién fue abandonado por el otro, no encuentro justificado tu rencor hacia mí como en los otros.

—Eres tan atractiva cuando estás molesta, aprecio que solo muestres esta actitud conmigo... No vayas a ser tan sensual frente a otros. Incluso te preocupa si te odio por negar tus sentimientos hacia mí.

—Yo no me refería a... —Fue tomada por sorpresa y, de un momento a otro, ya se veía aprisionada entre la cama y el cuerpo del joven vampiro— Suéltame en este instante —ordenó, pero fue completamente ignorada.

—¿Sabes? Es divertido que menciones a mi madre cada vez que quieres deshacerte de mí; como si fuera un problema. —Laito sostuvo ambas muñecas de la mujer ahora sometida bajo él con una mano y con la otra retiró su sombrero para dejarlo a un lado y no ser un estorbo—. Si tanto quieres hablar de esa mujer, tengo varias anécdotas que sucedieron en tu ausencia y que pueden interesarte.

She's Gold (Diabolik Lovers Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora