Parte Tres: El Alba Sin Sol.

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[No suelo responderlos, pero sepan que me encantan sus comentarios. Love U]

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Lo único que se oía en aquella habitación era la aguja perforando el bordado en el que trabajaba la adulta desde hace unas horas. Era un sonido que tardaba unos minutos en escucharse nuevamente, pero para la niña que no prestaba atención al libro que sostenía en sus manos, era la única distracción que encontraba para no pensar en la charla que había sucedido hace unos días con su padre.

Karl Heinz se había marchado al día siguiente de lanzar la bomba de que ella sería la futura señora de los vampiros, dejando atrás un ambiente más que tenso entre madre e hija. Beatrix estaba cumpliendo su palabra, su tiempo con Erika se limitó a las lecciones diarias que tenían programadas y durante estas no hablaba más del necesario, aclarando dudas de la pequeña o advirtiéndole de sus pocas fallas. Si antes la rubia de ojos azules era un viento frío a la hora de tratar a sus hijos, se había vuelto un tempano de hielo desde esa noche... y Erika por fin comprendía las consecuencias de la elección de su padre.

Ahora estaban juntas, mas la distancia se hacía cada vez mayor.

—Madre. —Pero la jovencita no quería aceptarlo.

Beatrix detuvo toda acción que estaba haciendo en ese momento, reaccionando a su llamado. Levantó la vista para clavar esos gélidos zafiros en su pequeño cuerpo, y por un segundo Erika creyó que la regañaría por el simple hecho de interrumpirla.

—¿Qué sucede? —preguntó en cambio, sin ninguna emoción en su voz.

La menor dudó en decir lo que tenía planeado, y miró a su alrededor, donde más personal del necesario tenían los ojos fijos en ellas dos, vigilando que su madre no juegue sucio llenándole la cabeza. Volvió a fijar su atención en el libro, aunque las palabras se veían borrosas... Era un caso perdido, así que suspiró.

—No sé si pueda hacer esto. —Pensó en voz alta, y la mujer, quien la escuchó, entendió enseguida lo que abrumaba el corazón de su hija.

Beatrix cerró los ojos, permitiéndose unos segundos de meditación. Luego, se levantó del sofá y miró severamente a todos los presentes, a excepción de la niña.

—¿Pueden dejarnos un segundo a solas? —Como esperó, unos rostros disconformes aparecieron enseguida—. Pueden informarle a esa persona, si eso los deja tranquilos. Mi hija se siente incómoda y me gustaría que la dejaran tomar un respiro, yo no haré nada para empeorarlo. —Aunque dudosos, al final los sirvientes dejaron el cuarto, permitiéndoles privacidad. Por su parte, no volvió a su posición inicial, sino que caminó hacia donde Erika, arrodillándose frente a ella. Esta tenía la cabeza gacha, consumida por la angustia—. Mírame, Erika. —La llamó, tomando el libro de su regazo y apartándolo a un costado. Posteriormente, aprisionó ambas mejillas infantiles para que sus ojos se encontraran—. Una señorita no se muestra apenada frente a la servidumbre, ¿entiendes?

Con ojos tristes, la pequeña sintió la calidez que muy pocas veces emanaba de su progenitora.

—Lo siento —murmuró, irguiendo el cuello para demostrar que entendió.

—Está bien, ahora estamos solas. —Una sonrisa diminuta apareció en el rostro de Beatrix, no obstante, el gesto se marchó tan rápido como vino—. Lamentablemente, no puedo ayudarte a partir de ahora, pero quiero que me escuches una última vez. ¿Está bien eso para ti?

She's Gold (Diabolik Lovers Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora