Capítulo 08 🌕 (Parte 2)

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SEGUNDA PARTE

This is for the fallen - All Good Things

Invierno de 998.

Diez meses para la luna oscura.

MAR PRIETO

EN MAR ABIERTO

Amarilis timonea tranquilamente. El viento salado ondea su cabello rizado, el sol quema casi tanto como en el verano y las olas rompiendo contra el barco y entre ellas mismas, llenando su oído. La colma de la calma que hace dos horas le fue arrebatada.

Parte de su tripulación mantiene en coordinación el barco, guiando las velas, mientras que otros recogen algunas cosas que se cayeron y la primera oficial disfruta de la vista.

A lo lejos están las dos islas hermanas; Meyor y Mynor. Pero apenas sí se notan desde allí, como la tierra que le sigue: Pétra.

—Capitana. —Leonard se le aproxima, y al llegar al tope de las escaleras hace una corta reverencia. Luego se endereza, observándola con esos ojos azul marino, oscuros como el Mar Prieto—. Permítame el timón, por favor. Usted relájese y disfrute del viaje.

—Sabes que me gusta estar al volante, Leonard. —Le contesta con voz neutra, la que usa para dirigirse a cualquier persona, pero Leonard no es cualquiera. Por eso, ya no puede seguir conteniendo su sonrisa—. Pero ya que insistes...

La princesa se hace a un lado, cediéndole el puesto y se quita su sombrero, el cual perteneció a su padre hace muchos años.

Le echa otro vistazo a la prenda. Su forma es muy característica, un diseño triangular con el ala ancha trasera doblada hacia arriba y los laterales con el ala frontal en pico —sí, como el de un pirata—. De color azul marino, detalles plateados y firmado el interior con el nombre del creador y dueño anterior.

Zacharias Doretty.

—Cuídalo por mí. —Le presta la reliquia, colocándolo sobre su cabello negro.

—A sus órdenes, mi capitana. —Asiente y toma el timón con una mano, ajustando mejor el sombrero a su cabeza con la libre.

Amarilis baja las escaleras y cruza toda la cubierta de la nave hasta llegar a la proa. Maureen no tarda en alcanzarla y detenerse a su lado, observando el agua chocar contra el rompeolas.

—Nunca le había cedido ese sombrero a nadie, capitana —murmura la primera oficial, curiosa—. Creo que Leonard significa mucho para usted. —Amarilis atisba el asomo de una sonrisa pícara por parte de su primera oficial.

—Eso fue atrevido, Maureen. —La reprende, tensando la mandíbula y observándola severamente, a la vez que se avergüenza por sentir el calor sonrojando la pálida tez de su cara.

—Perdone, capitana. —Se disculpa, bajando la cabeza y ambas regresan su vista al rompeolas.

Amarilis hace un ademán con la mano, restándole importancia al asunto. La mira por el rabillo del ojo, y se plantea algunas cosas.

—Llevamos navegando juntas durante tres años, te siento tan cercana como a una hermana. Sé mucho de ti, pero tu casi nada de mí.

El Recuerdo del Mal © | 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora