Capítulo 10 🌕

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CAPÍTULO 10

MANTENTE EN GUARDIA, NO BAJES TUS ARMAS

Primavera de 998.

Diez meses para la Luna Oscura

REINO PETRA

WESTERS

Jareth Wilde observa por encima de su hombro para asegurarse de que no lo estuvieran siguiendo. El pasadizo de los calabozos está poco alumbrado por las lámparas de aceite que brillan de forma tenue, llevando muy poca luz a los rincones de las celdas en los calabozos. No necesita la luz para ver, porque su visión nocturna es nítida.

No hay muchos encarcelados en este lúgubre sitio. Algunos los encierran para proteger al resto de sus características salvaje e incontrolables o a ellos mismos de aquel poder que los domina, pero otros resultaron ser unos psicópatas. Dividieron los sectores de los peligrosos y los que no lo son.

Esta parte de los calabozos está desolada. Mejor así para que no lo reconozcan y lo delaten.

Jareth estuvo varias veces encerrado en estas mazmorras cuando era más chico. Después de que perdió a Erdin el demonio salía con mucha frecuencia y se las arreglaba para escaparse y emboscar a los poco afortunados. Nada servía y entonces Lukas tomó la dura decisión de encerrarlo allí hasta que pudiesen alivianar su condición de demonológica. Tiempo después experimentaron con la flor Valentiana, descubriendo la forma de volverlo un efecto capaz de sedar moderadamente al más peligroso de los monstruos. Ha utilizado esa técnica desde los trece años hasta este momento.

Percibe el aroma y la presencia de su compañera a pocos pasos, en la celda final. En el lugar en el que lo citó y aguarda por él.

Sabe perfectamente la locura que pasa por la cabeza de esa mujer, pero es algo muy prometedor.

La puerta de metal rechina cuando la jala y entra, cerrando lo más cuidadosamente posible para que se oiga menos el impacto.

Hay una lámpara colgada en una pared que ilumina más que las otras. Seguro es la que trajo consigo de camino, ya que no tiene el privilegio de una vista totalmente agudizada.

Ella está sentada en el suelo de piedra fría con las piernas cruzadas y los materiales que va a utilizar para esta ocasión: un mapa del mundo, un cuenco de metal vacío, un racimo de hierbas, un cuaderno viejo y la daga con mango rojo de filo de plata que sabe que ella siempre carga en el interior de su bota. El lugar es pequeño y hasta deplorable, pero le funciona bastante bien a la inmutable.

—Te mostraré algo. Siéntate. —Mientras Jar se aproxima a sentarse como ella, con la duda en su cabeza, Mar saca de su morral café un cuaderno muy gastado con tapa de piel y cartón y se lo enseña.

Nervios. Es una de las pocas ocasiones en las que ha podido ver a su compañera en ese estado. Insegura por lo que diría él cuando estas semanas se ha mostrado optimista y en plena confianza.

El licántropo le pasa una ojeada a las primeras páginas con rayones y palabras con poco sentido escritas a mano.

—Es mi grimorio. —Marianela le hace saber luego de un minuto, presionando sus dedos contra las rodillas, escrutando el semblante de su compañero destinado.

—¿Tú lo hiciste? —Sorprendido, le pregunta, cerrando el cuaderno y alzándolo. Cuando ella asiente él regresa sus iris zafiros a la tapa.

Los pensamientos de Jareth son, en su mayoría, de preocupación.

El Recuerdo del Mal © | 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora