Capítulo 09 🌕

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CAPÍTULO 09

NOS HICIERON ENEMIGOS PORQUE JUNTOS SERÍAMOS IMPARABLES


Primavera de 998.

Diez meses para la luna oscura.

REINO NINFEI

PUERTO ARKENA

A Amarilis le importa muy poco lo que opinan de ella. No usa vestidos, su postura no es erguida, dice palabras soeces, sus gestos son poco elegantes, la pasa fuera del palacio; navegando, entrenando con armas, inspeccionando la ciudad, o en las cantinas.

La dinastía Arryn no siempre fue tan ilustre. Hubo mujeres de carácter fuerte en su familia, guerreras, como su difunta abuela: Yvera que, al igual que su madre, Ajnar, tuvieron cortos reinados. De ahí viene su característica personalidad.

Alguna vez las ninfas tuvieron gran potencial con sus dones naturales, pero con el pasar de los siglos ese poder fue disminuyendo, lo que las llevó a usar armas, aunque varios no lo vieron con buenos ojos, alegando que era impropio de mujeres y más si provenían de la realeza.

Todavía esa mentalidad existe, pero, como antes mencionado, algo que poco o nada le es crucial.

La princesa Amarilis se encuentra bebiendo junto a su primera oficial, con el resto de su guardia al tanto de su capitana sentados no muy lejos. Como es de la realeza, se puede dar el lujo de beber algo fuerte sin que alguien se atreva a negárselo.

«A menos que Nash quiera quitarme esto también»

Nash y Ajnar se parecen bastante, aunque su progenitora tuvo mayor control sobre sus emociones a la hora de tomar decisiones.

—Parece que Nash quiere sacar lo peor de mí. —Vuelve a tomar otro trago de cerveza. Hace sonar el mesón al estampar sin tanta fuerza el tarro de madera, aunque sus músculos exigen el derecho de hacerla pedazos allí mismo—. Estos días ha estado muy insoportable con eso de querer hacer un baile por mis dieciséis cuando antes nunca se interesó por eso.

—Eso sí que es algo... inusual —murmura la híbrida, pensativa.

—Algo trama y me voy a enterar tarde que temprano...

—O... —Maureen hace rodar el taburete que es su asiento para enfrentar a su princesa— puede estar emendando la tensión que ha habido entre las dos después de tantos meses. A su modo.

—Significaría que el caos mundial está por llegar —masculla Amarilis por lo bajo, olvidando por un momento que ella la puede escuchar con sus oídos de licántropo.

La princesa ninfa resopla, causando el vuelo de un rizo azulado que se había colado ante sus ojos turquesas.

—Usará este evento como excusa para su propio beneficio, para no quedar plantada por importantes miembros de la corte como la última vez. —Toma otro trago a la par de su escolta—. Usa mi nombre porque el suyo está marcado por abusar de su poder, tomando decisiones influidas por el querer y mucho menos por el deber. Está jugando sus últimas cartas.

La primera oficial no tiene argumentos, por lo que le sigue cediendo la palabra a su capitana, escuchándola, buscando algún modo de aconsejarla, porque, aunque sea una joven muy fuerte que ha tenido que madurar demasiado pronto, todavía sigue prisionera una flor pueril, encadenada y enterrada, acumulando el peso que sus raíces la hacen sopesar.

—Es que... ¡Agh! —gruñe por lo bajo, presionando los puños vehementemente, conservando oculto este deseo de sacar el enfado—. Te lo juro, Maureen, esa fiesta es sólo una excusa para usarla a su beneficio. Piensa que no sé que está tramando algo importante.

El Recuerdo del Mal © | 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora