'yo soy tú.

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Baekhyun era simplemente él.

Y si a Jongdae le hubieran dicho años atrás que terminaría siendo su incondicional amigo, jamás lo creería. Porque él y el joven Byun, no tenian nada en común.

-Vamos, sabor favorito de helado, al mismo tiempo -Baekhyun alzaba su mano contando con sus dedos, haciendo reír a Jongdae a carcajadas, contagiandose de él.

-Chocolate y menta -gritó Jongdae.

-Fresa -y gritó Baekhyun.

Se miraron para comenzar a reír sin motivo alguno, pero disfrutaban de la compañía del otro, y eso era lo que tenian en común. Disfrutan del otro como si jamás hubieran conocido a otra persona antes.

Baekhyun sentía que Jongdae lo complementaba, cuando algo en su vida estaba desorganizado llegaba aquel rubio amigo suyo para darle los mejores consejos y ayudarlo a organizarse. Y Baekhyun solo se limitaba a abrazarlo, el pecho de Jongdae era muy cálido y puede contar con todas las estrellas las veces que se ha quedado dormido en él.

Ahora, en tan pleno verano con un sol golpeandoles el rostro, Jongdae pulia su nuevo auto y Baekhyun le miraba con total atención los brazos.

-Dae, ¿estas haciendo ejercicio? -sus palabras se deslizaron tan rápido por su lengua que no le dio tiempo a pensarlas dos veces, pero mierda, su amigo estaba jodidamente musculoso y Baekhyun ha perdido el hilo sin enterarse cuando había pasado tal cosa.

Jongdae soltó una risita, sonrojandose un poco pero disimulando con la luz del sol.

-Un poco, sí -admitió encogiendose de hombros, Baekhyun tragó saliva y bajo su mirada avergonzado.

Jongdae estaba ahí, siendo todo un -no-adolescente- de veinte años frente a él, y eso le impresionaba, muy muy impresionado.

-Estas...creciendo -murmuró deseando ser pasado por alto, y buscando alguna excusa para meterse a la casa y recuperar el aire que su rubio amigo le había hecho perder. Jongdae no acotó nada, aunque había escuchado claramente. Acomodo su gorra echandole un vistazo a Baek, tú también estas creciendo, mierda. Pensó, pero se dedico a su azul y brillante auto.

Baekhyun tomo la jarra de limonada y se retiro en silencio, un silencio que marcó algo que antes no estaba ahí, algo que ambos sabían que estaba bajo la alfombra todos sus años de amistad pero simplemente la oportunidad de sacarlo no había surgido, hasta ahora.

La tarde continuo con unos incomodos jovencitos de veinte años bebiendo limonada y mirando a la gente pasar, sin emitir una palabra.

Jongdae, harto del drama -Um... ¿que harás en las dos semanas que tenemos de vacaciones? -preguntó, sonando casual, como debía ser. El castaño infló sus mejillas con aire, pensando en su agenda sin ningún plan. Jongdae lo miro con una pequeña sonrisa, pensando en lo tierno que se veía.

-Nada -contestó, posando su mirada en el auto -¿Tú? -el rubio se encogió de hombros, posando su mirada en el auto, también.

-Toma algo de ropa, y lo que creas necesario -dijo, levantandose de la reposera color pastel. Baekhyun lo miro confundido pero terriblemente tentado de irse al fin del mundo con cierto rubio despeinado -Vamos de viaje, tú y yo. Te veo aquí en unas horas -Baekhyun lo miro, con una sonrisa de oreja a oreja, y se marcho, no sin antes besar casualmente la mejilla de Jongdae.

Y asi fue, como los dos mundos se alejaron para volver a juntarse unas horas después, preparados para colisionar y crear una galaxia, una via lactea, un-quien-sabe-qué, que solo ellos entienden. Porque, esta escrito en los libros mas antiguos.

Baekhyun y Jongdae están destinados.

Jongdae buscaría a Baekhyun por cada universo, hasta encontrarlo de nuevo y complementarse con él. Porque las palabras estan escritas en cada rincón del cuerpo del otro, en cada corazón, el destino los volvería a juntar no una, ni dos, ni tres, sino mil veces y todas las que sean necesarias.

El destino estaba desde aquel primer raro encuentro entre dos niños de primaria, hasta el beso en la mejilla y el encuentro de unas horas, que se convertiría en un viaje.

-Puntual -Baekhyun alzó su muñeca mostrando su reloj con forma de fresa, ese que Jongdae le había regalado para su cumpleaños número diez.

-Me encanta que aún lo tengas -le sonrió apliamente, y Baekhyun se sonrojo, sin saber por qué, pero en realidad sabiendolo todo.

Cuando subieron al auto, encendieron la radio, colocaron sus cinturones y Jongdae arrancó, se dieron cuenta que no sabían a donde ir.

Las risas inundaron el auto, y Baekhyun se tomo el bonito atrevimiento de entrelazar su mano con la de Jongdae, sintiendo como encajaban perfectamente, sintiendo como la calidez le atravesaba los huesos hasta llegar a su alma y dar un salto, y Jongdae sintió exactamente lo mismo.

-Yo iría al fin del mundo contigo -confesó Baekhyun, mirando directamente a esos ojos que tanto le gustaban, y que jamás (o tal vez si) se había dado cuenta. Jongdae besó su mano con delicadeza, sin soltarla, un pequeño detalle que para Baekhyun lo era todo. Porque ellos se entendían, entendían cada cosa del otro y eso era lo mejor, esa era su colisión.

Un camino de luces y la más fuerte no era precisamente la de la luna, era aquella luz que generaban sus dos sonrisas estampadas en el rostro y sin planes de borrarse de ahí, ya estaba hecho, el destino una vez más juntaba sus almas, las unía como las constelaciones.

Y Jongdae amaba como Baekhyun disfrutaba de dormir en su hombro.

Baekhyun amaba como su mano encajaba con la mano de Jongdae, sí, pero había descubierto que sus labios encajaban igual o muchisimo mejor, y desde ahora ese era su lugar favorito.

Los opuestos se atraen.

El destino los juntara en cada universo existente, hasta hacer sus almas colisionar en cada uno de estos.

Porque ya esta en los libros, tallado en cada estrella.

-Tú eres yo, y yo soy tú -Baekhyun estaba algo borracho, sí, pero aquellas palabras endulzaron el corazón de Jongdae.

-Tú eres el amor de mi vida -murmuró, besando su frente y mimandolo hasta que su pequeño borracho cayó dormido en sus brazos.

Jongdae lo sabía, sabía que queria eso para el resto de su vida.

baekchen  🍓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora