Capítulo 5

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08 de Abril de 1389

La caballeriza real estaba preparada. Unos veinte hombres a caballo y otros sesenta a pie, estaban en formación delante del palacio, observando al frente a su capitán al mando.

Jungkook vestía absolutamente de negro, a excepción de los decorados en oro de su armadura y su espada de dragón. A la luz de la mañana, su persona se veía imponente y a pesar de ser menor a todos los soldados, estos lo respetaban como a su capitán.

Llevaban consigo armamento y provisiones en dos enormes carruajes y otro hermoso y ricamente decorado, en dónde la princesa iba a viajar una vez la encuentren en el límite con Mongolia.

Iba a ser un viaje largo, si iban a paso rápido al menos dos o tres semanas hasta llegar a la frontera. No había tiempo que perder.

Así que una vez que alistaron todo, se pusieron en marcha con el saludo final del rey U, que les pedía tener una misión exitosa. Con una reverencia dejaron al rey y al palacio detrás suyo y comenzaron a caminar rumbo al bosque se Gyongsan, que era el límite con la provincia vecina.

El pueblo los miraba recelosos mientras pasaban por la villa, sospechando por los rumores, a dónde se dirigían. Se veían molestos, pero nadie se atrevería a dañar a la guardia real, no si quería vivir un día más al menos.

A paso rápido dejaron la villa y el bosque los recibió. El camino era escarpado y con los carruajes se dificulta el paso. Ramas y rocas debían ser movidas por los soldados para permitir el paso y limpiar la ruta no hacía más que tomar tiempo. Tiempo que Jungkook no tenía.

Pero era necesario. Era la única forma de alimentar a sus hombres y sobrevivir el mes que tendrían adelante, entre ir a la frontera de Mongolia y volver.

Ya era la tarde y todavía les faltaba recorrer al menos, la mitad del bosque. Por lo que, ofuscado, Jungkook hizo detener a los soldados y tomar un descanso para comer y reponer energías.

Hicieron tres fogatas, una al lado de la otra y se turnaban para calentar su comida y beber agua. El almuerzo tardío fue llevado a cabo entre risas grotescas y chistes subidos de tono, los hombres se veían más relajados que en la mañana, razón por la cual siempre otorgaba un descanso el primer día de iniciar una misión, algo que no se repetía hasta el último día de completada la tarea.

Todo resultaba bastante pacífico, incluso Jungkook estaba teniendo un buen momento riendo con sus soldados, hasta que un hombre gritó fuerte y colérico, poniendo a todos en alerta.

Él fue el primero que se acercó a uno de los carruajes, con la espada desenvainada y haciendo un gesto a una sección de sus soldados para que lo siguieran.

Detrás del carruaje, estaba el soldado que había gritado, apuntando con su espada al intruso. Jungkook abrió los ojos como platos al ver de quién se trataba.

— ¿Hyung? ¿Qué demonios haces aquí?

—Yo... —no responde, si no que sus ojos nerviosos se dirigen a los soldados que lo apuntan con sus espadas.

— ¡Bajen las armas todos ustedes! —le dijo a sus soldados, que dudosos, acataron su orden— ¡¿Qué haces aquí, Seokjin?!

—No me grites...

—Te dije que no podías venir. Entraste a escondidas al regimiento de su majestad. ¿Sabes cuál es el castigo por eso?

Nadie dice nada, hasta que aparece el subcapitán de la tropa. Era un hombre alto e imponente, con más de metro ochenta, cuerpo torneado y mirada fría. Lucía un aire poderoso y retador, cómo el de Jungkook, un hombre que cree que todo el mundo lo debe obedecer.

• The King •《Kookjin》[FINALIZADA]Where stories live. Discover now