Capítulo 11

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30 de Abril de 1389

Se quitó el sudor de la frente con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostenía la leña que había encontrado en lo más profundo del bosque. Era de tarde, pero en pocas horas iba a caer la noche y lo mejor era estar preparada para combatir la oscuridad.

Ella y Seokjin solos, haciéndole frente a los elementos, alimañas y posibles delincuentes que pudieran verlos como un botín de fácil acceso.

Jungkook seguía inconsciente. La fiebre había mitigado un poco, pero sus heridas estaban con ampollas y pus supuraba de la herida del cuello. Seokjin se pasaba casi todo el día cuidándolo, y cuando no lo estaba haciendo, iba a buscar agua o algo para comer.

Avellanas y bellotas y algunos frutos de dudosa procedencia era su dieta, y hacía dos días habían comido un pescado que Jin pudo pescar, pero desde ese día no había vuelto a tener suerte en ese ámbito.

Cree que pasaron siete u ocho días hasta que su suerte cambió.

Con la leña en mano y con unas pocas bellotas tomadas del suelo, pudo ver a Binh, su guardia que la había acompañado desde Mongolia, caminando desde el noreste, con su rostro bañado en sangre y cojeando. Su uniforme estaba parcialmente perdido y se lo veía agotado, pero una sonrisa sincera apareció en su rostro al verla sana y salva. Él no solía sonreír usualmente, por lo que Nia comprendió que en verdad quería encontrarla.

Él le hizo una reverencia y ella asintió, sonriendo también.

— ¿Te encuentras muy herido?

El niega con la cabeza.

—Son heridas superficiales, alteza.

Pero sabe que miente. Ambos lo saben, pero hay una urgencia en la voz de Binh, que la hace callar.

—Señora, tenemos que volver a Mongolia lo antes posible.

— ¿Mongolia? ¿Estás loco, Binh? Debemos apurarnos para llegar a Koryeo y que el Rey nos ponga bajo su protección lo antes posible.

El hombre vuelve a negar. Cansado, detienen parte de su peso contra la espada que clava en la tierra.

—Luego de que su carruaje se perdió y que el capitán Jeon vaya tras suyo, la guardia mermó pero pudo reducir a los bellacos.

— ¿Están por aquí? Necesitamos ayuda, el capitán Jeon está herido.

— ¿Se encuentra por aquí?

—A unos trescientos metros en línea recta. He marcado el camino, podemos ir a descansar allí y luego retomar el camino hacia el palacio.

Nia se dio media vuelta, pero Binh la tomó del brazo, deteniendo su caminar. Hizo que las ramas cayeran de su brazo, desparramandose en un montoncito a sus pies. Ella lo miró sorprendida, aunque debería sentirse irritada por la osadía del hombre de tocarla.

—Su alteza, no podemos volver con el capitán Jeon.

— ¿Por qué no?

Irritada, Nia miró al soldado cruzándose de brazos.

—Uno de los delincuentes capturados me dio una información a cambio de su liberación. Quién envió a esos hombres no fue nadie más que el rey U.

— ¿El rey U? ¡Eso es ridículo! A él le sirve más que a nosotros la alianza de casamiento. Él necesita que me case con su hijo.

—Así es. Por eso aquellos hombres planeaban secuestrarla para mantenerla a resguardo y llevarla a la capital. Usted nunca fue el objetivo de aquella matanza. El objetivo era el capitán Jeon y su ejército.

• The King •《Kookjin》[FINALIZADA]Where stories live. Discover now