30 de Diciembre de 1389
Jin temblaba al lado de Jungkook. Frente a las enormes puertas del salón de tronos, esperaba a que su hermano ingresara pero él se quedaba allí estoico, observando la madera oscura, cómo si en ella se encontrara las respuestas a todos sus problemas.
Dentro, estaba su padre. No lo veía y por supuesto tampoco podía oírlo dada la distancia, pero la presencia de Seong-gye era tan poderosa que la sentía sobre él como una enorme piedra clavada en el pecho.
Sabe que en ese momento y en ese lugar debería mantener las distancias, pero no pudo evitar que su mano derecha tome la de Jungkook y apretarla con todas sus fuerzas. Él respondió y se giró para mirarlo. Iba a decirle algo, lo que sea, pero antes de poder hablar Jungkook lo tenía contra la puerta de gruesa madera y lo apretaba contra su cadera y su pecho, besándolo como si no hubiera un mañana.
Tal vez no lo habría.
Su lengua de enredó con la suya casi sin pedir permiso, aunque no lo necesitaba. Su labio tomó el suyo y luego mordió su labio inferior con algo de fuerza para adentrarse mucho más con su lengua. Trataba de responder a la pasión desenfrenada de su hermano, pero era complicado. Jungkook lo tomaba y lo besaba con deseo, con desesperación. Sus labios chocaban, la saliva se colaba por entre sus bocas y sus dientes se encontraban más veces de lo necesario. Pero aunque el beso era desordenado, a Jin eso no le importaba.
Se sentía asustado y tener a Jungkook sobre él, su calor, su protección, hacía que su corazón se sintiera más tranquilo. Enredó sus dedos en el cabello oscuro de su hermano, y lo pegó más a él.
—Te amo, Jin. Vamos a solucionar toda esta mierda y estar juntos. Lo juro.
El aludido asintió, y lo volvió a besar creyendo ciegamente en sus palabras.
Escucharon pisadas del pasillo, por lo que se separaron. Poco tiempo después apareció el rey mongol junto con una pequeña guardia.
Jungkook y él se habían conocido días atrás, acompañado de Nia y habían optado por solucionar todo con un arreglo de paz entre la península y Mongolia. Era por ello que el hombre estaba allí, para discutir las pautas del acuerdo junto con el rey Seong-gye.
—Jungkook.
—Su Majestad.—respondió el aludido, de forma educada con una reverencia. Jin lo imitó, por lo que los ojos del rey pasaron a él.
— ¿Tu hermano? —preguntó. Hubo algo en el tono de voz del rey que no le gustó. Y lo confirmó cuando lo miró a los ojos, que estaban fijos en él, con desagrado brillando en ellos.
Él sabía de su relación con Jungkook. Y no estaba contento con aquello.
Antes de que ninguno pueda decir nada más, las puertas detrás suyo se abrieron y varios eunucos los escoltaron hacia el centro de la sala de tronos.
Sobre una larga escalera, vistiendo ropas azules como el profundo mar de rica seda, el cabello entrecano atado en un perfecto nudo y una espada grande y de oro brillando en su cintura, se encontraba el rey de la ex-Koryeo.
A paso grandilocuente, bajó la escalera ceremonialmente dejando que los presentes lo observarán como si fuera un dios descendiendo de los cielos. Saludó al rey de los mongoles con un asentimiento de cabeza, demasiado sencillo el saludo para ser dirigido a un monarca, a lo que el otro respondió igual, dando inicio a un ambiente tenso.
Se sentaron alrededor de una larga y ancha mesa baja de madera de cedro traída de China. Estaba laboriosamente decorada y sobre ella descansaba una hermosa vajilla traída de China. La procedencia de los artefactos no eran pura coincidencia, el nuevo rey quería demostrar su alianza con el país y con ella, el apoyo que tenía de la potencia enemiga de Mongolia.
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• The King •《Kookjin》[FINALIZADA]
ФанфикLuego de más de cuatrocientos años, la realeza de Koryeo está llegando a su fin. Sobre el reino está por desatarse una guerra civil, y cada quién ya ha decido a quién quiere como nuevo rey. La familia Jeon es de las más poderosas de la época, con u...