Capítulo 9

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19 de Abril de 1389

Altansarnai, o Nai, cómo la llamaba él en su mente, era una chica sumisa pero inteligente. De carácter tranquilo pero noble, elegante aunque no soberbia, sino amable. Pero Jin podía notar en ella una especie de fuerza escondida dentro de su carácter afable, no sabía cómo identificarlo, había un fuego en ella que brillaba en sus ojos cuando hablaba con distinción.

Era bonita, de una belleza clásica de su gente, con los ojos rasgados oscuros y la piel de un marrón claro, como las hojas que están apunto de caer en el otoño, con los cabellos finos y lacios de un negro impresionante, que siempre mantenía suelto y que las puntas de los mechones acariciaban su delicada cintura.

Hablaba chino, y teniendo en cuenta que Jungkook lo había nombrado cómo "el comité de bienvenida de la princesa", para enmascarar que era un vil polizonte, se enfrascó en la tarea de cumplir ese rol, por lo que podían comunicarse con bastante soltura.

A pesar de ser mujer y de que su gente no veía de forma muy positiva sus ansias de aprender, era una persona culta. Pasaron los dos primeros días de viaje, juntos en compañía de un soldado que había quedado a su cuidado desde Mongolia, enfrascados en la discusión sobre las Analectas de Confucio, desde el orden en el que debían leerse hasta el fin mismo de los escritos.

Nia consideraba que Confucio buscaba la sabiduría por sí misma, en la que podría encontrarse la propia salvación, mientras que Jin mantenía que lo único que se buscaba era el autoconocimiento. Ambas posturas podrían ser opuestas, o cómo mantuvieron después, podrían ser parte de una misma teoría.

Ella era divertida e interesante, y si bien no charlaba con muchas mujeres —ninguna, sino se contaba a sus hermanas—, había algo en Nia que no le gustaba. En realidad, no era que no le gustase, nada de lo que hacía podría ganar su reticencia para con ella, y sabía que ella sin duda, no hacía a propósito aquello que lo molestaba, pero cada vez que sus oscuros y vivaces ojos se posaban en su hermano, sentía un nudo enlazarse en su estómago.

Era estúpido. Por varias razones. La primera, era que Nia no había hecho absolutamente nada, ningún movimiento, ninguna palabra o gesto hacia Jungkook. Era la viva imagen de la rectitud y el decoro. En segunda, su hermano no parecía reparar en ella, más allá de mantenerla cómoda y segura en su viaje de vuelta al Palacio, y cómo tenía su propio soldado que no le dejaba ni respirar sóla, su contacto con Jungkook era bastante escaso. También estaba el hecho de que Nia estaba justamente allí, para contraer matrimonio con el príncipe heredero.

Pero nada de ello, ninguna de aquellas premisas plagadas de lógica, lograban que el nudo en él se desate y no sienta irritación cuando veía el brillo intenso en los ojos de la princesa.

El tercer día, a la noche, instauraron a la mujer en una carpa privada junto a su soldado, con dos escoltas en la entrada, mientras los demás se disponían a dormir o hacer guardia, según debieran. Él la saludó desde la entrada, para luego ir a la carpa que compartía con su hermano.

El mobiliario era igual que el de siempre, menos el cajón repleto de riquezas que había sido entregado a los soldados mongoles en el cruce de la frontera. La cama estaba hecha con una precisión casi milimétrica —manía de Jungkook—, por lo que cansado, se dejó tirar en ella.

—Acabo de terminar de hacer la cama y ya la deshiciste toda.

— ¿No íbamos a deshacer la cama de todas formas?

El ceño en la cara de Jungkook se resiente y sonríe travieso.

—Eres un pequeño pervertido. Me gusta.
Se agacha sobre Jin y éste lo toma del cuello, tirándolo contra él.

• The King •《Kookjin》[FINALIZADA]Where stories live. Discover now