8 de Mayo de 1389
La ceremonia duró pocos minutos, pero fue oficial y válida. La impartió un ministro con una larga barba y de mal talante, que estaba de mal humor por haber sido despertado tan temprano, luego de que tardaron dos días en encontrarlo, ya que estaba oficiando un casamiento en el pueblo vecino. Jin no asistió, y Jungkook lo prefería así. No quería ahondar en su dolor más de lo necesario. Además, todo fue tan frugal y escueto, que era difícil llamarlo boda.
No había invitados, sólo el dueño de la posada y su esposa, la novia lucía un viejo vestido de lavandera y el novio su armadura, para darle algo de protocolo al asunto, más en favor de Nia que el suyo propio.
Lo único que quería el papel sellado del ministro designado por el rey en esa localidad, que atara en matrimonio a la princesa mongola y a él. Esperaba que esa unión resultase beneficiosa en algo y que no haya sido en vano, solamente impuesta para causar sufrimiento en su hermano.
Con Nia agarrada del brazo, volvieron a la posada. Ella se despidió de él en la puerta de su recámara y él volvió a la que compartía con Jin.
Su hermano lo esperaba con un libro abierto en su regazo, al lado de la pequeña ventana del cuarto por el que entraba luz y hacía que su cabello brillara en un negro profundo como las alas de un cuervo. Se veía agotado, pero eso no mermaba ni en un ápice su belleza.
Se quitó la espada y el peto, dejándolos arriba de una pequeña mesa y se acercó a él.
—Desearía poder casarme contigo.
Jungkook le sonrió triste, sentándose a su lado.
—Quiero que en mi próxima vida nazca mujer y que no seamos familiares. Amigos, quizá.
—Amigos comprometidos para casarnos desde la infancia.
Corrobora Jungkook, acariciando su mejilla.
—Podría darte hijos. Y salir de la habitación juntos sin que nos miren mal.
—Prometo encontrarte en nuestra próxima vida y que tengamos nuestras situaciones más ventajosas.
—Tú podrías ser la chica, también.—dice, divertido, Jin.
Jungkook se ríe, abrazándolo por la cadera.
—Cualquier cosa para estar contigo. Sólo no permitas que me hagan casar con un viejo sin dientes.
— ¡Que asco, Jungkook!
Ambos se ríen y tras unos segundos, el mayor se gira para verlo mejor. Con sus dedos, toma la barbilla de Jungkook y alcanza sus labios con un tierno roce.
— ¿Vamos a partir pronto?
—Necesitamos esperar la carta de padre y su localización exacta. Tardará unos días. Podríamos tomarlos para descansar y abastecerse de provisiones.
—Tú descansa. La herida de tu hombro todavía tiene pus y la de tu costado está con ampollas.
—Mi hombro está limpio, ahora. Alguien raspó un cuchillo allí por un largo rato. —dice, entre divertido y rencoroso por el dolor.
—Lo siento. —replica, con voz suave, Jin. —Pero una infección es lo peor en este momento.
—Lo sé. Pero me duele, y sería lo mejor si mi brazo derecho está en buen estado. Somos tres en la ruta y sólo yo se pelear. Si estoy incapacitado, no seremos más que aperitivos para los ladrones.
Se quedaron ocho días en el pueblo. En ese tiempo, la herida del hombro de Jungkook estaba casi sanada, y aunque la del costado seguía siendo preocupante y la del cuello era larga y grotesca, parecía no tener riezgo alguno de morir por una infección.
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• The King •《Kookjin》[FINALIZADA]
FanfictionLuego de más de cuatrocientos años, la realeza de Koryeo está llegando a su fin. Sobre el reino está por desatarse una guerra civil, y cada quién ya ha decido a quién quiere como nuevo rey. La familia Jeon es de las más poderosas de la época, con u...