f i x y o u ; j e n l i s a

d o s

Nota: Las partes del pasado estarán con una tipografía diferente.

-¡No pueden llevársela!.-Grito la madre de Lisa entre lágrimas, su hija estaba igual, sabía que eso pasaría.

-Usted mejor que nadie sabe señora, esto es por el bien de todos.

-Es mi única hija... Por favor, no se la llevé.-Rogó arrodillada frente al militar, entre lagrimas intentando convencerlo.

-No es mi decisión.-Sentenció.

-Todos los mayores de 16 años serán llevados al campamento, tienen dos minutos para despedirse de su familia.

Lisa corrió a los brazos de sus padres, los abrazo como si fuese la última vez, sabía que la posibilidad de volver a verlos era muy, muy baja, le dolía ver a todos sus vecinos y amigos llorando en los brazos de sus progenitores, los militares los habían sacado de sus hogares, separado a los menores de los padres, ella supo que sería reclutada desde el momento en el que un militar la empujo fuera de casa.

-Te amo, mamá, gracias por todo.

-Volveras, tienes que volver, por nosotros.-Pidió su padre con la voz rota.

-Los amo.-Logró decir antes de ser llevaba a empujones con los demás.

(***)

La oscuridad de la noche anterior no me había dejado ver las cosas claras, había tenido suerte, la mayoría había perdido la batalla, todos los soldados que llegaron el día anterior... Solamente 9 habían sobrevivido.

-Ella... Es Jisoo.-Explicó Rosé, el cuerpo de la chica yacía en la cama, su rostro no se notaba claramente por el vendaje.-Creí que no lo lograría.

-Tambien creí eso, lo logramos, ¿Vital importancia?.

-No, ¿Tu paciente si?.

-Si, el teniente ayer me dijo que hiciera lo imposible, debe ser importante.

-Seguramente, son muy jovenes odio al gobierno por obligarlas a pasar por cosas como estas,
¡Miralas son unas niñas!.

-En situaciones como así a la gente le importa muy poco eso, te lo juro.-Nos quedamos en silencio mirando desde la ventana.

Al estar todos muy delicados el único ruido que se escuchaba era una tos seca en alguna habitación.

Era en esos momentos donde la tristeza me invadía, personas afuera estaban luchando por defender su opinión, sus tierras, y otras que no tenían nada que ver con la situación estaban muriendo a causa de bombas, balas o ataques por algo que a primera vista era estupido.

Los días pasaron como si nada entre silencios, llantos y emergencias, pasada una semana desde la llegada de los pacientes, poco a poco fueron levantándose, de vez en cuando se escuchaba algún llanto desconsolado, algún de ellos se había encontrado con una noticia tan triste como haber perdido un brazo o pierna.

Estabamos desayunando, lunes con chocolate caliente y galletas viejas, Rosé leía un periódico lo suficiente mente antiguo como para que sus páginas estuviesen descoloridas, yo veía el cuerpo inmóvil de mi paciente en la cama, era muy linda sin tanta sangre seca pegada en sus mejillas, de todos los recién llegados, solamente nuestros pacientes no despertaban algo que comenzaba a preocuparme.

-¿Escuchaste eso?.

-¿Escuchar qué?.-Miré a todos lados sin entender nada, estaba tan perdida en mi mente que no preste atención.

-Dios mio.-Rosé chillo asustada, corrió hasta el cuerto vecino, la seguí y ahí estaba, la chica se había levantado y tenía un desorden impresionante en la habitación.

-Siento el desorden, soy torpe por naturaleza, ¿Qué tengo en la cara?.-Me quise reír por la ternura de la escena aunque me controlé, Rosé se acercó con curiosidad a la chica ayudándole a sentarse.

-Soy la doctora Rosé, estaré cuidando de ti hasta que te mejores, tú... Sufriste fuertes heridas, por esa razón tu rostro esta vendado.

-¿Pero puedo comer?.-En ese momento mi seriedad se fue, cualquiera hubiese preguntado "¿Estoy bien?", "¿No perdí la pierna?" pero no, ella estaba preguntando si podría comer.

-Claro que puedes, traeré algo para ti.-Rosé me dejo con ella, parecía una niña aún, incluso jugaba con sus dedos sentada en la misma posición.

-Tengo una pregunta.-Dijo al darse cuenta de mi presencia.-¿Lisa esta bien?.

-¿Eres su amiga?.-Interrogue.

-Si, ella estaba muy cerca de mi cuando el ataque ocurrió tengo miedo, dime por favor que no murió.

-Ella no murió, esta en la siguiente habitación, es mi paciente.

-¿Puedo verla?.

-Ella... No despierta.-Nos quedamos en silencio, pude escuchar un par de sollozos de su parte, entendí perfectamente como se sentía, lo que habían pasado no era nada fácil.

Rosé apareció unos minutos después con una bandeja llena de comida, las deje solas.
Tenía fe de entrar a la habitación y poder verla despierta, moviéndose de un lado a otro, pero al contrario de eso me la encontré peor que el día anterior, su corazón estaba más débil y su respiración mucho más irregular, intenté durante bastante tiempo hasta que al fin pude lograr que estuviese estable.

Su salud era inestable, muy inestable, justo cuando pensaba que estaba por despertar su cuerpo se ponía mal, llevaba una semana así, me sentía frustrada por querer salvarla.

El domingo las cosas parecían peor de lo que pensé, la lluvia caía sin piedad afuera, los análisis no mostraban una mejora y mi esperanza estaba decayendo.

-Te pido que la quieras por mi,
Te estoy dejando mi vida
Mi amor y alma
Porque tengo esperanza
Esto acabará.-Susurré leyendo un libro a su lado, era medianoche y la habitación estaba un tanto oscura, la luna oculta por las nubes.

-Jennie.-Una voz, entre la oscuridad, entre el silencio me sacó de mis pensamientos, sus voz era delicada y dulce, al principio pensé que estaba soñando noté como abrió los ojos lentamente para volver a cerrarlos con dolor.

Emocionada revisé y escribí todo, no podia hacer tanto ruido, los demás pacientes estaban durmiendo.

-¿Sientes esto?.-Pregunté golpeando suavemente varias partes de su cuerpo, ella asintió lentamente con dolor.-¿Hay algo más que te duela?.

Con movimientos dolorosos y lentos toco su cabeza y ojos.

-Te daré un calmante, duerme.-Pedí con una sonrisa incluso cuando no estaba viéndome.