Ares; Ἄρης

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Los rayos de sol dibujaban el rostro del pelimorado. Aquella estrella quería hacer resplandecer al hijo de Nyx aquella mañana. Su camiseta que ahora se encontraba en el suelo arrugada había revelado cada uno de sus líneas grabadas con tinta en la piel.

Aquella camiseta que había ocultado cada centímetro de la piel de Doyoung ahora se encontraba en el suelo.

Doyoung era mejor que cualquier hijo de Afrodita, cada centímetro le hipnotizaba. Cada centímetro era perfecto para que sus labios los recorrieran.

Él se encontraba dormido, su rostro calmado y sus brazos aprisionando al hijo de Ares para que este no se fuera.

Hacía muchos tiempo que Johnny no tenía esa imagen de él. Y él la había extrañado en gran medida.

Tiempo atrás el miedo invadió a Doyoung y huyó de sus sentimientos.

Huyó del chico que tanto quería por los daños que él podría causarle. Por mucho que quisiera amarle no podía permitirse herirle. No como cuando sus garras salieron a la luz y surcaron afiladas la piel de porcelana.

Ahora aquel demonio yacía escondido en el interior del hijo de la noche. Esperando a que él perdiese poco a poco la cordura y volviese a salir. Y es que Doyoung odiaba esa facilidad. Esa facilidad que tenía para caer en su propia oscuridad. Oscuridad que odiaba y amaba pues creció con ella y amó con ella.

Después de tanto tiempo de guerra ambos polos se cansaron, las guerras nunca eran deseadas y menos aún entre aquellos que se amaban.

Él era hijo de Ares, hijo de la sangre y la lucha. De la fuerza de la muerte de la superioridad. Aunque nunca dijeron que Ares siempre deseó calma, siempre buscó el fin de aquella armadura. El fin de aquel hombre son sentimientos. Coraza que Afrodita desechó, de la que ella le liberó. Aquella diosa era más que rosas, era más que manzanas enamoradas. Afrodita era más oscura que la propia Nyx, era más sangrienta que el mismo Ares. Y aquello lo que tanto le atraía. Era el imán que el dios de la guerra le invitaba a acercarse. El imán que le decía que era la única capaz de derrotarle.

Doyoung se había convertido en el talón de Aquiles de Johnny, aquel fiero joven, aquel hijo de Ares solo caería a manos del de pelo morado. O al menos eso dictó el oráculo, dulces pero amargas palabras.

𝐂𝐚𝐦𝐩𝐨𝐬 𝐄𝐥𝐢𝐬𝐞𝐨𝐬; 𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐜𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora