Apolo caminaba enfado, su aura lo delataba y más sus ruidosos pasos en el templo de la diosa.—Selene, te has pasado. Has adelantado las cosas, esto no se suponía que tenía que ocurrir—La Diosa estaba cansada de escuchar al joven dios y sus profecías. Ella era más antigua que él y ella sabía más de su hijo que él.
—Pero ¿has visto? Se están matando. Si dejaba que las cosas siguieran por su camino terminarían desangrandos. No iba a permitir que nuestro hijo siguiera sin hacer nada. Él es el único de controlar al niño esqueleto. Cuando estallé la guerra será mejor que se encuentren juntos, eso evitará que se descontrole.— La mujer intentó acallar al dios de la música. No quería más dolores de cabeza y menos aguantar a ese egocéntrico.
—Selene, sabes que no puedes evitar lo que ocurrirá. Por mucho que les quieras hacer felices ahora, luego caerán y ya no podrás hacer nada. Donghyuck está dejando caer la armadura que ha formado durante años para protegerse. Si nuestro hijo se va, ¿Qué será del hijo de Hades? Su furia podría destruir todo el campamento.— Ella negó y siguió adelante con su decisión.
—Yo pienso protegerlos. Al igual que vosotros lo hicisteis yo pienso hacer lo mismo. Ellos son mis elegidos.— Apolo aceptó la decisión de la diosa incluso sin estar completamente de acuerdo.
—Es tú decisión pero quiero que sepas que no eres la única que se preocupa por ellos. Taeil es también mi hijo.—
Donghyuck no recordaba nada, sus ojos se abrieron como platos al ver que estaba abrazado al rubio mientras esté dormía. Poco a poco fue recordando lo que había pasado y no pudo evitar sonrojarse ante ello. El hijo de Apolo era un verdadero ángel y no podía creer que estuviera en sus brazos.
Acarició la espalda bronceada que había sido maltratada por las uñas del pelinegro, sus dedos pasaron a acariciar los pómulos los cuales no puedo evitar besar. Él era tan precioso que Haechan sentía que se le rompía el corazón de todo el amor que sentía por él. El rubio despertó ante los tempranos besos del pelinegro, la sonrisa que inundó su rostro trajo consigo los primeros rayos de sol del día.
Taeil quería quedarse ahí durante mil años, viendo como el menor por fin dejaba caer su armadura y sus sentimientos flotaban en el ambiente.
— Hyuck, ¿te he dicho que eres precioso? — el menor se puso completamente rojo cosa que hizo reír alto al mayor. Haechan tapó su rostro avergonzado por su estúpida reacción.
El rubio con una sonrisa comenzó a besar el cuello del pequeño y cada uno de sus tatuajes.
—Este es mi favorito—Dijo señalando al sol que el pequeño tenía al final de su espalda. Aún así él menor seguía con su rostro tapado sin mirar al mayor. — Mi luna, ¿qué ocurre?—
—¿No te da asco?— El menor había apartado sus manos, estaba observando sus cicatrices y heridas sin curar. Taeil no se podía creer que estuviera avergonzado de ello.
—¿Estás loco? Nunca me avergonzaría de nada de ti. Bebé, eres alguien real y eres alguien a quien amo. Esto es parte de tu historia y estas cicatrices son tinta en papel. Hyuck, te he visto de todas las formas posibles y eso no ha provocado que te deje de querer, cuanto más estoy contigo más me enamoro. Mírame, parezco un tonto— Aquella radiante sonrisa volvió a iluminar el rostro del pelinegro e inundó a besos el rostro del mayor.
Era pleno julio, habían tardado más de un año en poder compartir sus sentimientos. Más de un año en dejar de sentir aquel dolor en el corazón.
Aquella mañana el sol apareció más sonriente que nunca. Iluminó la habitación y levantó a los dos enamorados.
El pelinegro le robó la camiseta naranja haciendo que Taeil se pusiera la camiseta negra con calaveras de Haechan. El menor trasmitía una imagen bastante cómica. Un chico que siempre llevaba ropas oscuras ahora corría de la mano del rubio con la camiseta naranja del campamento que años atrás se había negado a llevar.
Ambos corrían hacia el campo de girasoles, ambos corrían perdiéndose por su laberinto.—¡Moon Taeil!, ¿Quieres ser mi novio y amarme incluso cuando vivamos en los campos Elíseos?— Gritó con una enorme sonrisa el menor.
Taeil con una sonrisa en su rostro sonrojado no pudo evitar decir si. No después de tanto tiempo habiendo deseado aquello. No después de ver aquella preciosa sonrisa en los labios de su amado.
—Si, Donghyuck. Quiero ser tu novio. Quiero ser quien te despierte por las mañanas, quién cure tus heridas y te acompañe todos los días. Simplemente quiero conocerte, conocer todo aquello que no sé de ti. Cariño pienso amarte para siempre. Incluso cuando estemos tirados en los Campos Elíseos. Incluso en aquel entonces te seguiré amando.— Dictó el pelinegro.
El menor se lanzó a los brazos del rubio haciendo a ambos caerse entre las flores. Las risas de ambos despertaron al campamento, recordando que existían días de paz. Que el amor existía incluso en medio de guerras.
La diosa desde lo más alto sonrió. Estaba orgullosa de haber arrancado aquella coraza del hijo de Hades. Estaba contenta de su decisión. Su hijo había sufrido demasiado con los Romanos. Su novio más aún, aquel bloqueo en sus mentes fue necesario. El recuerdo solo podría causar problemas.
“A mi resguardo estaréis para siempre. Mis dos niños, vuestro amor es eterno. Es más fuerte que el de los dioses. Por ello os protegeré, con toda mi fuerza os protegeré.”
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𝐂𝐚𝐦𝐩𝐨𝐬 𝐄𝐥𝐢𝐬𝐞𝐨𝐬; 𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐜𝐤
Fanfiction𝘏𝘢𝘦𝘤𝘩𝘢𝘯 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘏𝘢𝘥𝘦𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘪𝘫𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘏𝘢𝘥𝘦𝘴 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘴𝘰𝘯 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘰𝘴, 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭𝘭𝘰 𝘴𝘦 𝘰𝘤𝘶𝘭𝘵𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴𝘮𝘢𝘴. 𝘔𝘰𝘰𝘯 𝘛𝘢𝘦𝘪𝘭, 𝘶𝘯 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘈𝘱𝘰𝘭𝘰...