Selếnê; Σελήνη

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-Jaehyun es un verdadero
gilipollas- gritó a la luna Doyoung soltando todo el cabreo que llevaba encima.

-No deberías culparle a la luna de tus adicciones- Haechan reía ante la cara del mayor. Este parecía un conejito enfadado mientras fumaba de su cigarrillo.

-Por culpa del egocéntrico de Jaehyun me voy a quedar sin tabaco pronto. ¿A quién se le ocurre vetar el campamento? Encima está insoportable. Mira niño, no sé cómo eres capaz de reírte mientras sabes que por su culpa corren miles de rumores falsos sobre ti por todo el campamento.- Haechan pensó que el hijo de Atenea no era el único con un carácter insufrible. Aunque Doyoung estuviera apoyándole de manera externa él también era un poco insoportable cuando no se fumaba su cajetilla diaria.

-Al final solo la opinión de uno es la que me importa. Puede arder este sitio aunque sea lo único que tenga.- Dijo el pelinegro de forma despreocupada.

-Admiro tu forma de pensar pero no la entiendo. Escucha niño ¿puedo hacerte una pregunta?- El menor simplemente asintió -La daga que tienes, se que cuando matas a los monstruos su espíritu sale de ellos. Eso no lo hace cualquier arma, además su cristal a veces es rojo y otras negro. ¿Dónde compraste eso? Odio utilizar armas es asqueroso ensuciarse las manos pero tú arma me da mala espina y a la vez curiosidad- El menor apuntó en su lista mental que Doyoung cuando no fumaba mucho se volvía muy hablador. Cosa que odiaba.

-Cuando viajé al Hades mi padre no se dignó a recibirme pero Perséfone sí. Ella no es muy amigable y solo quería que me muriese al ser una molestia para mí padre. Antes de que me fuera ella me ofreció un trato, yo le daba mitad de mi vida y ella me daba una daga letal. Al final acepté y así es cómo está pequeña llegó hacía mi. Es tan poderosa porque tiene vida propia, para ser tan letal necesita nutrirse de su propietario. Mi sangre es la que hace que adquiera ese color rojo del cristal y con ella hace un veneno que más tarde mata en segundo a aquel que es cortado con ella.- El mayor estaba sin palabras ante aquello, había visto armas. Miles de ellas pero ninguna se asemejaba con aquellas que utilizaban aquellos tipos de magia oscura.

-Niño, eres un verdadero
masoquista- Los cortes del pelinegro habían adquirido otra razón. Ya no era por la depresión que este cargaba sino para matar de la forma más dolorosa a aquel que él quisiera.

-Tú también, fumar mata y aún así lo haces- Respondió con una sonrisa el pelinegro.

-Mira, si ahora mismo se presentase el gilipollas de Seo enfrente mía y me dijera que dejase de fumar, dejaría el tabaco.- Dijo con solemnidad mientras apagaba su cigarrillo.

-Estas diciendo que yo no valgo más que aquel trozo de músculos para decirte que dejes de fumar- Haechan sabía que el hijo de Hades era el amor platónico del mayor aún así se sentía dolido.

-Estoy diciendo que si tú novio el rubito apareciese diciendo que te quiere comer la boca tú te caerías e irías detrás de él-

-Touche-

Aquella noche la luna brillaba con intensidad y ambos jóvenes se sentían más melancólicos que nunca. Selene desde lo más alto del testamento decidió concederle a ambos un pequeño empujoncito. La gran diosa había presenciado las conversaciones nocturnas de aquellos jóvenes, había reído ante sus bromas, se había enfadado junto a ellos y había llorado con ellos. Quién diría que los semidioses sufrieran tanto, ella era una vieja luna pero nunca había presenciado a chicos con sentimientos tan fuertes. Cómo una buena madre se dedicó a desenredar los hilos de su destino de forma que aquel largo ovillo ya no tuviera tantos problemas. Tan solo eran unos niños y habían vivido más que ella...



𝐂𝐚𝐦𝐩𝐨𝐬 𝐄𝐥𝐢𝐬𝐞𝐨𝐬; 𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐜𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora