Ares; Ἄρης

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Taeyong era una persona completamente distinta a la que se habían imaginado los demás semidioses. Aquel chico extrovertido, amistoso y con un gran corazón, no parecía el joven de mirada fría y palabras cortantes.

En lo más alto de la colina pidió con voz elevada la presencia del líder. Jaehyun, el más mayor apareció. No como líder sino como aquel dispuesto a dar su vida por el campamento que le salvó la suya.

Apareció dolido, desgarrado, atormentado.

Jaehyun sabía que aquel chico de cabellos rojos, de túnica dorada y Pegaso blanco. Sabía que aquel chico no era Taeyong. No era de quién se había enamorado.

Lo único que quedaba de él fue aquella tímida lágrima que apareció al mostrarse Jaehyun enfrente suya.

El camino hacia el lago no fue largo pero el silencio entre ambos aumentaba los pasos que había de distancia. Un nudo apretaba en la garganta de ambos, un nudo que les asfixiaba.

-Jaehyun es inevitable-

Aquello fue un decreto más que una afirmación. Taeyong no estaba de acuerdo con lo que iba a ocurrir pero las circunstancias habían precedido a ese desenlace.

-Taeyong sabes que no fuimos nosotros, sabes que aquellas muertes no son provocadas por nosotros-

Los romanos sedientos de sangre le gritaban en el odio a Taeyong la muerte del castaño.

Le gritaban que pagase con su sangre.

-Sabemos que Taeil está implicado-

Por la mirada de Jaehyun el pelirrojo supo que había hablado de más.




...


Taeil apareció en su habitación, la respiración del rubio delataba que él había venido corriendo desde su cabaña.
Odiaba que él pudiera ver sus sueños.
Cuánto más lejos necesitaba estar de él más cerca quería tenerle.

-¿Estás bien? Eso fue una horrible pesadilla-

Aquella estupidez en los labios del rubio sonaba como el más bello poema, sobretodo al ser acompañado de su tímida sonrisa.

Donghyuck extrañaba mucho a Taeil, necesitaba abrazarle y que estuviera a su lado. Algo dentro de si le controlaba para que dejara esa desconfianza y pudiera abrir su corazón de nuevo al dios.

Algo en el cielo le decía que necesitaba estar cerca del rubio.

-¿Podrías quedarte esta noche?-
Susurró con una melodiosa voz el pelinegro.

-Me quedaré siempre a tu lado si lo deseas-

El menor abrazó con fuerza al rubio, extrañaba escuchar los latidos. Latidos que se acompañan de los suyos haciendo una sola melodía. Recordando que aquello es real, que ambos están vivos, que ambos se aman aunque no seas las mejores circunstancias.

Aunque Esparta arda, Helena seguirá amando. Aunque la manzana caiga, ella seguirá luchando.

-¿Quién eres?-

Taeil sonrió ante la pregunta del pelinegro, sonaba como un infante hablando al amigo de su padre.

-Me llamo Moon Taeil, soy hijo de Selene y Apolo. Fui expulsado del Olimpo hace 19 años y fui enviado al Campamento Júpiter, allí comencé mi vida cómo "semidiós". Me gustan los girasoles, los helados de vainilla y el arco. Soy bueno en la medicina pero no me gusta tanto como verte sonreír cada mañana.
Llegué aquí por un error que cometí y que ahora tendré que pagar, los dioses me borraron la mente y solo la recuperé al enamorarme de ti-

El rostro de Donghyuck se había teñido de un rosa delatando su verguenza.

-¿Cuándo?-

Taeil sonrió

-Mientras te curaba-

𝐂𝐚𝐦𝐩𝐨𝐬 𝐄𝐥𝐢𝐬𝐞𝐨𝐬; 𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐜𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora