《Hay amores que quedan tatuados en lo más profundo de nuestros corazones.》
¿Dónde hubo fuego cenizas quedan?
No, aquí después de tanto tiempo, todo sigue ardiendo.
Las mentiras quedaron atascadas a media garganta.
Y las verdades por fin quemarán...
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«Algunas cosas son más preciadas
porque no duran mucho.»
E S P I N R E E D
A la mañana siguiente y para mi buena suerte no había rastros de Slater en la casa, como si nada hubiese pasado y a eso lo agradecía profundamente. Juls había llegado hace una hora y estaba preparando el desayuno; antes de bajar, me di un baño y luego bajé recibiendo una radiante sonrisa de mi concubina.
— Hoy estás radiante — rodeé los ojos por su optimismo y me senté en uno de los bancos de la isla, Juls deslizó un plato de huevos revueltos con tocino y una vaso de jugo de naranja, opté por comer los huevos a pesar que no tenía hambre —. ¿Un buen polvo el de anoche?
Me atraganté al escuchar sus palabras y bebí rápidamente del jugo, si Juls supiese que mi "buen polvo" había sido su hermano. Y, joder, que se me hiciese la lengua de piedra por decir que no había sido el mejor polvo en mucho tiempo. Había extrañado la forma en la que éramos uno en la cama, en la que dejábamos todo de lado y solo éramos nosotros dos, adorándonos y complaciéndonos.
— Nada especial — mentí mordiendo el interior de mi mejilla.
— Se me hace que me estás mintiendo — me apuntó con el tenedor —, de todas maneras podríamos hacer algo esta noche...
— Paso de fiestas.
— No estoy hablando de fiesta, sino algo más tranquilo, ¿qué tal unas pizzas, helado y películas?
Lo dudé unos segundos, algo me decía que Juls traía algo entre manos, muy rara vez pasábamos una tarde juntas sin que Pol esté entre medio. Desde que ella había comenzado a salir con él pasaba más tiempo junto a él que en la casa, y si no estaba con Pol estaba en la uni o en lo de sus padres; así que por esa razón no nos veíamos mucho, más que un par de días a la semana cuando discutía con su novio.
— Bien, pero tú te encargas de todo.
Después de nuestra conversación me encerré en mi pequeño estudio. Me di cuenta que hacía tanto tiempo que no pintaba con fluidez, hacía tanto tiempo había dejado de disfrutar del arte, pero ahora la creatividad fluía en mí y para cuando terminé ya había anochecido. Miré el lienzo por lo que me pareció ser una eternidad, había pintado sin pensarlo y el resultado había sido unos ojos del mismo color que el cielo, unos ojos que me trasladaban al pasado y al presente.
Cuando bajé Juls se encontraba tirada en el sofá con su móvil mientras su extraña música se escuchaba de fondo, me miró por un breve segundo y luego habló: — ya he comprado todo, sólo queda pedir pizza — asentí a pesar de que no estaba viéndome, me giré sobre mis talones y cogí una cerveza del refrigerador. Me tiré a su lado abriendo la cerveza con mis muelas, Juls me miró enmarcado una ceja y negando con la cabeza.
