Al día siguiente Matt llegó y se fue como un repartidor de pizza. Fue puntual, estuvo amable y cordial, y montó a los niños en el auto sin el menor dramatismo.
-No sé, melisa. ¿Te parece que está planeando algo? -pregunté cuando Matt se marchó.
Melisa movió la cabeza despacio.
-Siempre hay que dar a las personas el beneficio de la duda, cariño. Pero debo reconocer que nunca creí que esa rata pudiera cambiar.
Me mordí el labio sopesando docenas de posibilidades siniestras mientras entrábamos en la sala. ¿Y si los raptaba y se los llevaba al otro lado de la frontera? No, no podría rondar a sus conquistas con dos críos en el asiento de atrás. Además, él odiaba a los canadienses. ¿Y si los dejaba en Jesús Camp y me los devolvía convertidos en pequeños evangelistas? No, Matt y la Iglesia no se llevaban bien. Demasiadas normas sobre la monogamia. Así que por mucho que lo intentara, no se me ocurría nada.
Excepto que quizás, solo quizás, estuviera siendo sincero.
- ¿Se ha marchado ya la semilla del diablo? -preguntó Scott, que venía del porche.
-Espero que te refieras a mi exmarido y no a mis adorables hijos.
-Ah, claro. Da igual. ¿Así que estás sin niños, eh? ¿Te apetece oír buenas noticias?
Asentí, saqué un plumero de la despensa y lo pasé por un estante.
-Acabo de hablar por teléfono con Jordán. Fue a la fiesta de inauguración de Owen y Patricia y por lo visto estaban encantados con el fantástico trabajo que les hiciste la semana pasada. ¡Y ahora un montón de amigos suyos quieren contratarte! ¿Y sabes qué más?
- ¿Qué? -Mi brazo se quedó inmóvil, con el plumero en equilibrio sobre la estatua de porcelana de Abraham Lincoln de melisa.
-También hay una pareja que quiere que les redecore no sé qué. Al mismo tiempo. ¿A que es estupendo? Podemos trabajar juntos. Imagínatelo, bomboncito. Esto podría ser el comienzo de una fa-bu-losa colaboración, ¿no crees? Nosotros decoramos, nosotros organizamos. ¡Somos decoorganizadores! Podemos poner en marcha nuestra propia empresa, junto con Jordán, naturalmente. -Scott empezó a pasear arriba y abajo con las manos levantadas como si contuviera todas esas fabulosas ideas a punto de surgir-. Necesitamos un nombre. Algo ocurrente y pegadizo-. Chasqueó los dedos, giró en redondo y se quedó de nuevo frente a mí-. Ya lo tengo. Stashin-Fashion.
Pasé el plumero sobre la cara del presidente Lincoln.
-Espera, Scott. Son unas noticias fantásticas y todo eso, pero no te hagas demasiadas ilusiones. Quiero decir que hay que tener en cuenta muchas cosas. Yo no estoy preparado para comprometerme con nada.
A melsa le brillaron los ojos. Aplaudió.
-Oh, seréis muy felices juntos. Esperaba, esperaba que pasara algo que provocara que quisieras quedarte aquí, cariño.
A mí se me cayó el plumero y casi tiro al pobre Abe de su pedestal.
- ¿Qué? melisa, venga. Ahora no estábamos hablando de eso.
-La verdad es que no, pero piénsalo. Si te trasladas aquí, los niños irán andando al colegio. Hay un camino, como sabes, que empieza justo en una esquina de mi patio y llega hasta la escuela. Ya he hablado con la directora. Está en mi clase de vidrieras. Y podríais vivir aquí. Scott pronto volverá a su casa e Isaac siempre está en la de Jackson, así que hay sitio de sobra. Ay, Stiles, me encantaría que vinierais a vivir aquí.
Me hubiera echado a reír si no hubiera sido tan absurdo.
- ¿Dices todo esto para burlarte de mí, melisa? No puedo trasladarme aquí.
- ¿Por qué no? -replicaron al unísono Scott y melisa.
Me los quedé mirando todo un minuto, esperando que dijeran: «¡Te lo has creído!". No ocurrió. Melisa se sentó en el sofá.
-Creía que lo estabas pasando bien aquí, cariño.
Yo me senté a su lado mientras Scott volvía a pasear arriba y abajo, mordisqueando la manicura de su dedo pulgar.
-Simplemente nunca he pensado en ello, melisa. Quiero decir que me encanta estar aquí, pero mi vida está en Glenville.
-Pero ¿no eres más feliz aquí que allí?
-Eso es mezclar peras con manzanas, melisa. Claro que soy más feliz aquí. Estoy de vacaciones. Pero Glenville es mi hogar. -Apilé las revistas sobre la mesa de café.
- ¿Por qué? ¿Qué tienes allí, aparte de una casa demasiado grande?
-Bueno, está Allison, y mi madre, y mis amigas. -En aquel momento me di cuenta de que ninguna de mis amigas me había llamado desde hacía semanas, ni para saber cómo me iba, ni siquiera para compartir el último cotilleo. Y cada vez que volvía a la ciudad para llevar a los niños, ninguna de ellas tenía tiempo para comer o tomar un café. ¿Habían decidido expulsarme de la isla y nadie me lo había dicho?
Melisa meneó su tozuda cabecita.
-Allison viaja y tu madre siempre está ocupada con sus comités. Tú misma me lo contaste.
Allison viajaba, pero no tardaría en quedarse embarazada, y yo quería estar a su lado en esos momentos.
-De acuerdo, ¿y qué pasa con Matt? Tendríamos que llevar arriba y abajo en auto a los niños constantemente.
-Stash-in-Fashion, Stiles. ¿No te encanta? -Preguntó Scott en voz alta-. Podemos seguir haciéndolo, aunque vuelvas a casa.
-Calla, Scott. Tiene que trasladarse aquí. -Melisa me dio una palmadita en la mano-. Glenville es tu pasado. Pero creo que Bell Harbor es tu futuro. Tenemos que ir a ver a Madame Margaret. Ella te dirá lo que tienes que hacer.
Me levanté de un saltó del sofá.
-No, melisa. No voy a dejar que tu consejera espiritista decida donde vivo. Y Scott, en cuanto a lo de asociarnos, puede ser divertido que hagamos este proyecto juntos, pero cuando termine, lo tendré que pensar.
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Mi Segunda Primera Vez ||Sterek UA||
Подростковая литератураStiles Stilinski, perfecto esposo, padre y, es un experto en poner orden. Pero cuando el caos invade su hasta entonces vida «perfecta», confía en que unas vacaciones de verano en la casa del lago de su tía, le ayudarán a reorganizarse. Stiles quiere...