CAPITULO 2

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Desde que escuché eso. supe que me deseaba sexualmente. Era más que obvio por la forma en la que me miraba y me hablaba.

—Y tú eres increíblemente un extraño para mí. — le dije. Con su mano derecha me tomó de la cadera y acercó mi cuerpo al suyo. Y eso Fue sumamente sexy. ¿Quién eres? Nos miramos a los ojos y ambos nos pusimos serios.

—La verdad es que no suelo hacer esto por nadie. — dijo con su voz tranquila. Ni elegante ni furiosa, simplemente su voz.

— ¿Vestirte así? o venir a una fiesta de adolescentes? — le pregunté. Mi cuerpo aún seguía pegado al suyo.

—Tú sabes eso. — me dijo mirándome a los ojos. Ese preciso instante parecía que sería eterno. Ninguno de los dos dijo nada por unos segundos.

— ¿Cómo te llamas?— le pregunté cuando me perdí en todo su rostro.

—Te lo diré algún día, te lo aseguro. — dijo volviendo a la voz engreída. Me moví de su agarre.

—Tú sí que sabes cómo arruinar las cosas. — le dije. Todo lo que quería era saber su puto nombre.

— ¿ah, Lo estoy arruinando? — dijo con su voz engreída y todo el sarcasmo del mundo. Maldito pensé. Lo había arruinado en menos de un segundo. Quería matarlo.

—Eres un pendejo— le dije. Simplemente me di la vuelta. No quería seguir hablando con él. Tenía toda la intención de irme pero se puso frente a mí para impedir que siguiera caminando. Me miro con furia, como si yo fuera un hijo de perra o el más osado de todos. Cuando me miraba así, me daba mucho miedo, sentía que iba a atacarme.

— ¡Estás haciéndome encabronar y no es bueno!......te lo advierto — le dije. Tuve que hablar fuerte para que me escuchara. Sin decir nada puso sus manos con mucho cuidado en mi cintura y con el mismo cuidado acercó mi cuerpo al suyo. Sabía que iba a besarme, y lo hizo. Lenta y encantadoramente. Me hacía suyo con un beso pero todo lo que yo quería era saber su nombre. Cuando dejamos de besarnos me miró por última vez y luego se dio la vuelta y se fue. Simplemente así, como si estuviera avergonzado de él mismo, como si lo que había hecho hubiera sido horrible. Simplemente se fue. No dijo nada más. Me di la vuelta por el lado contrario y fui a buscar a algún conocido. En la cocina había algunos chicos tomándole fotos a Carlos. Al verlo en el piso de inmediato me preocupé.

— ¿Que están haciendo? ¿Qué le pasó a Carlos?— grité. Él estaba tirado en el piso con el brazo a manera de almohada, como si simplemente estuviera dormido, pero yo sabía que no era así.

—Se acaba de caer el imbécil. — contestó uno de los chicos. Me puse de rodillas para revisarlo.

— ¡Carlos! ¿Carlos, estás bien?— le pregunté. No olía a alcohol y por ese mismo motivo no era posible que estuviera borracho.

—Ummm...— fue lo único que salió de su boca. ¿Droga? Saqué mí celular y le marqué a Bradley. Estaba preocupado por Carlos. Cuando contestó le dije que fuera a la cocina para ayudarme a llevar a Carlos a su cuarto. Escogí a Bradley porque es muy fuerte y Dilan ni siquiera hubiera sentido su celular, ya que seguía en el karaoke. Bradley cargó a Carlos y ambos lo llevamos hasta su habitación. Cuando estábamos acomodándolo en su cama, un hombre al que jamás habíamos visto entró en el cuarto.

— ¿Qué está pasando aquí?— dijo con voz seria. Era un hombre robusto como de cincuenta años. Bradley y yo nos quedamos callados por unos segundos.

—Al parecer Carlos se sintió mal... señor. — dijo Bradley parado detrás de mí.

— ¿Cómo supieron que su habitación es aquí?— nos preguntó. Realmente era un poco intimidante.

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