CAPITULO 12

6 1 0
                                    

— ¿Qué?-gritó-¡Por dios! ¿Cómo es que llegaste aquí? ¿Quién te trajo?— dijo.

—No te imaginas... Trisha Dunts me rescató. — dije con ironía. Estaba un tanto molesto porque me tocó darle todos mis ahorros con tal de que no dijera nada.

— ¿Pasaste la noche en su casa?— preguntó.

—No es una casa,-me senté en el sillón-es un cuarto grande con un baño y una cocina. — le dije. Si yo no hubiera sido adoptada probablemente viviría en uno de esos cuartuchos Toda persona independiente merecía mi admiración total, y Trisha era una de esas personas.

— ¿Qué te dijo?— preguntó.

—Tuve que darle dinero para que no hable. — le dije avergonzada.

—Oye, lo importante es que ya pasó. Ella te rescató, nadie más te vio así y ya tienes asegurado su silencio. — dijo para calmarme.

— ¿Cuándo llegan tus padres?— le pregunté.

—Probablemente mañana. — dijo. Ellos no nos dieron una fecha de llegada, ni siquiera podíamos estar seguros de que estaban en Italia.

—Como sea. Voy a bañarme. — dije levantándome del sillón.

—Oye. — dijo para detenerme. Yo me detuve en seco y lo miré.

— ¿De verdad esa sangre es de tu nariz?— preguntó. Me miré los brazos y observé cómo estaban manchados. Cuando el tipo me empujó y fui a parar al piso me golpeé en la nariz y empezó a sangrar, no tenía nada conmigo y me limpié con mis propios brazos y manos. —Sí, Andrés. Confía en mí. — le dije con voz suave.

—Muy bien. — dijo terminando. Después de tocar fondo de tal manera decidí finalmente poner las cosas en su lugar. Mi lugar era con Leito, incondicionalmente. Le pedí el auto a Andrés y desayuné antes de irme, estaba decidido a regresar al departamento del que tenía una llave. Abrí la puerta y cuando entré lo vi acostado en el sillón grande de su sala. Hice ruido al cerrar y él volteó.

—Hola Leito. — dije tímido. Estaba un poco nervioso porque habían pasado unos cuantos días sin habernos visto.

—Karim...-dijo levantándose del sillón-¿Qué haces aquí?— Con sólo verlo supe que estaba muy feliz de verme. ¿Qué más da? Para esto me diste la llave.

—Quería verte. — dije metiendo mis manos en las bolsas delanteras de mi pantalón. Me sentía un poco raro después de lo que había pasado la noche anterior, sentía que cualquier cosa que hacía o decía era una mentira.

—Ven aquí, hermoso. — se acercó rápidamente a mí y me dio un beso en la boca. Le sonreí y lo miré a los ojos. YO PERTENEZCO AQUÍ.

—Lamento no haberte llamado. — le dije. Enredé mis brazos en su cuello.

—No importa porque estás aquí y todo lo que quería era verte. — dijo. Pude verlo muy feliz en ese momento, ambos nos pusimos muy felices. Lo siento Dilan, pero este amor es mucho más fuerte que cualquier cosa que tú y yo pudimos tener.

— ¿Me invitas a ver la tele contigo?— le dije. No tenía planes de regresar pronto a mi casa y en mi cabeza seguía en pie lo de nuestra relación.

—Vamos. — dijo sonriéndome. Se acostó en su sillón y yo me acosté junto a él dándole la espalda, apenas cabíamos los dos ahí.

—Estaba viendo un documental sobre los niños híbridos. — dijo pasándome el control remoto.

— ¿Y por qué me das esto?— le pregunté. —Para que pongas lo que tú quieras. — dijo. y me rodeó con sus brazos. El espacio del sillón era muy pequeño para los dos, pero no nos importó en lo absoluto.

RVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora