6, Tyler.

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– ¿Puedes parar de crecer? – le pregunto cuándo me abraza y él ríe.

– ¿Y tú de encoger? – eleva una ceja en mi dirección y me fijo en su cara.

Ha cambiado. Ya no parece ese pre-puberto adolescente enorme que juega a baloncesto en la universidad. Parece más ... hombre. Y estoy contenta por él, soy consciente de lo mucho que odiaba tener esa carita de niño. Aunque el corte de pelo y la barba de tres días que lleva ayudan a quitar esa imagen de la cabeza.

Cómo era de esperar, sigo sin tener piso, por lo que he alquilado un Air BnB para que estemos más cómodos todos, y así, pierdo un rato de vista a la pequeña casa de Jade y mi hermano, me ahogo en esas cuatro paredes.

– Ja, ja, qué gracioso eres – ruedo los ojos con ironía y él pasa un brazo por mis hombros mientras caminamos hacia fuera del aeropuerto – Oye, ahora estás más guapo, pareces más mayor.

– ¿Verdad que sí? Estoy que me salgo con las chicas – se hace el chulo y me río por lo que ha dicho.

– ¿Eres el más ligón del campus?

– Por supuesto, ¿por quién me tomas?

Llegamos frente al flamante Range Rover blanco, del cual, estoy muy orgullosa y él pega un silvido al verlo.

– ¿Para qué quieres una casa si ya tienes esto?

– Es grande – le abro el maletero, y con sólo un brazo, mete su gigante maleta en él con facilidad. Yo habría estado meses para poder levantarla – Pero un piso sigue siendo más cómodo.

Me siento en el asiento del conductor y él a mi lado mientras revisa con sus ojos cada detalle. Tyler suele verse pequeño allá dónde vaya, pero aquí no lo parece tanto.

– Me encanta, ¿crees que podrías regalármelo?

– Lo dudo mucho.

– Había que intentarlo – me sonríe y conduzco hasta el apartamento.

Es bastante grande y tiene dos habitaciones, por lo que no habrá problemas a la hora de dormir. Los techos son altos y las paredes son blancas, con grandes cristaleras. Un poco falto de decoración para mi gusto, pero estará bien para pasar la semana.

– Es grande, podemos montar una fiesta – dice Tyler mientras se pasea por el amplio salón.

– Ni se te ocurra – le señalo con el dedo – Que luego nos toca limpiar a nosotros antes de irnos, esto no es un hotel.

– Con los años, te vuelves cada vez más aburrida – se quita la camiseta y me la tira, haciendo que me caiga en la cabeza y oigo carcajadas que provienen de él.

– Oye, que sólo me llevo dos años contigo – me quito la camiseta y se la devuelvo.

Vaya ... pues sí, sí que ha cambiado el niño. Podría pasar perfectamente por uno de los modelos a los que acostumbraba a sacarles fotitos en Alpha Press.

– ¿Qué? ¿Te gusta lo que ves? – le miro a los ojos y meneo la cabeza despertando del trance que su cuerpo bien trabajado ha causado en mí.

– No seas idiota – aireo la mano y él ríe.

– Voy a darme una ducha, ¿vamos a cenar algo luego?

– Vale, pero nada de salir, que mañana los chicos quieren que salgamos.

– Vale, pero al menos, podemos ir a tomar algo, ¿no? Ya soy mayor de edad – río ante su comentario y asiento.

– Está bien.

My MorphineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora