16. Za'arah

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Hal ríe a pesar de que le duele cada parte del cuerpo y apoyado contra la fría pared mira a la alienígena con forma humanoide y piel anaranjada que le mira con el ceño fruncido y  los labios apretados.

Un duro golpe en la mejilla derecha hace que caiga de lado y toda sangre. Ella le coge del cabello con fuerza obligándole a mirarla y Hal escupe sangre antes de sonreír.

- Le encontraré. - Susurra ella con voz siseante a pocos centímetros de su cara.

- No se de que me hablas. - Asegura firmemente el hombre. Ella le empuja soltandole y la nuca de Hal choca contra la dura pared, pero aún así vuelve a reír con fuerza sujetandose las costillas por el dolor que provoca la carcajada.

La diosa le mira con odio y en un abrir y cerrar de ojos una construcción amarilla con forma de cuchillo se clava en su costado izquierdo. Al principio no siente el dolor, el aire se escapa de sus pulmones y no puede  respirar, pero durante unos segundos no duele. Cuando coge aire intentando no ahogarse, cuando el aire vuelve a entrar  en sus pulmones, entonces duele. El dolor invadie su cuerpo como si corriese por sus venas y Hal cierra los ojos apoyándose contra la pared.

Traga en seco aguantando un grito de dolor y le sonríe a la diosa. El cuchillo se mueve y el se aprieta los dientes conteniendo otro grito. Se detiene durante unos segundos cuando a la diosa le llega una comunicación a través del anillo. Za'arah maldice en un idioma extraño, que probablemente sea el idioma de su planeta, antes de hacer que la construcción del cuchillo se desvanezca y ella se acerque a el como una serpiente a su presa.

- Tengo que irme. - Comenta ella ligeramente antes de meter un dedo en la herida de Hal. Hal resiste el impulso de alejarse del doloroso roce, pero se mantiene firme demostrandole a la Diosa que no la teme. - Pero volveré y tu me dirás donde está el chico.

- ¿Qué chico? Deberías ser más específica si crees que puedo ayudarte en algo. - Hal se burla y ella aprieta su coatado con más fuerza haciendo que el hombre gruña y maldiga mientras empieza a costarle respirar.

- Admito que eres bastante fuerte para ser un mortal linterna, pero tarde o temprano todos os rompeis. Las lealtades se pierden, las voluntades se doblegar y las vidas se os escapan.

- Y tú no eres distinto. Puede que no me lo digas, pero se que el chico está en la tierra y es cuestión de tiempo que de con el. Y tú, sucia cucaracha mortal, no podrás hacer nada para evitarlo.

- Te apesta el aliento. - Susurra Hal, ella le da un último fuerte golpe a Hal en la herida antes de alejarse. Ella se detiene frente a la enorme puerta metálica y mira con desprecio a Hal desde arriba.

- Puede que esto no sirva de nada y que jamás abras tu sucia boca, pero voy a contarte un secreto, seguiré haciéndote daño, día tras día hasta dar con el niño y entonces tendrás una entrada de primera fila para ver como le mato. No te mataré Hal, vivirás una larga vida sabiendo que no pudiste salvar a tu hijo y jamás podrás atrapar a su asesina.

Ella abre la puerta con su magia y la cierra en pocos segundos. A Hal le escuecen los ojos, pero se obliga a concentrarse en la herida de su costado. No es una herida mortal pero será terriblemente dolorosa durante unos días. Sabe que no ha sido suerte que ella no haya rozado ningún órgano vital no sólo por ese discursito sino por todo lo que ha estado haciéndole estas últimas dos semanas. Quiere hacerle daño, quiere que Hal sufra y le tema, por eso le dejará vivir, para verle sufrir.

Hal se concentra en respirar. El silencio de la fría celda es ensordecedor, pero Hal lo prefiere mil veces antes que la siseante voz de esa hija de puta intentando meterse en su cabeza. Con los ojos aún cerrados, sintiendo el dolor en cada una de sus células se concentra en su anillo.

El anillo se mueve dentro de la pequeña caja de un material opaco que Hal aún no ha conseguido identificar. El anillo verde rebota de pared en pared intentando salir de su propia celda y llegar a su dueño. Za'arah consiguió quitarle el anillo el día que le capturó y lo primero que hizo el cuando desoerto en esta fría, asquerosa y jodidamente resistente celda fue llamar a su anillo.

En la primera sesión de interrogatorio y tortura Za'arah dejó caer la caja a sus pies y Hal pudo ver como el anillo rebotaba dentro de esta como un salvapantallas con super velocidad. Ojalá pudiera hablar con Gabe ahora, decirle que está bien, que todo esta bien y que volverá pronto. Ojalá se lo creyese.

- Anillo, conecta con la batcueva. - Pide débilmente. Ni siquiera espera que funcione realmente, jamás lo ha intentado sin tener el anillo en el dedo. Por eso se sorprende cuando el anillo suelta un pitido agudo y dice: Conectando con la batcueva.

Hal sonríe con todo lo que tiene cuando Bruce contesta casi al instante con un fuerte gruñido. El anillo prollecta un holograma frente a el como si no hubiera una caja rodeandole y el puede ver a Bruce con la vista completamente clavada en un montón de papeles. Le duele la cara de tanto sonrier.

- Se nota que te alegras de hablar conmigo eh, Spooky. Dos semanas sin mi y te vuelves aún más gruñón. - Bruce levanta la vista a gran velocidad en cuanto el empieza ha hablar. A Hal le llena de emoción ver una reacción de sorpresa en el murciélago aunque sea durante dos segundos.

- ¿Dónde estas?

- En una celda. - Contesta Hal mirando a su alrededor. - Ni siquiera hay ventanas, no se por donde cojones entra el aire.

- Sabes si estás en el planeta o...

- Se que estoy en una celda de plomo así que dile a tu super amigo que no podrá verme o oírme.

- De algún lugar tiene que haber salido ese plomo. 

- Hey Spooky, Za'arah tiene mucha prisa por encontrar a alguien, creo que se está muriendo. - Bruce y el se miran fijamente a los ojos y el linterna le sonríe. - Sólo tengo que aguantar un tiempo sin que ella encuentre lo que está buscando y se acabó.

- Te encontraremos. - Asegura el murcielago y el piloto niega con la cabeza antes de mirar a Bruce fijamente.

- Ella morira si no encuentra lo que sea que busque, Bruce. Ella cree que está en la tierra. John debe saber dónde está. - Hal espera, reza por que Bruce lo entienda. Y prácticamente suspira cuando el murciélago asiente con labios apretados.

- Hablaré con el.

- Creo que necesitaríamos un milagro en plan la mirgen María ¿eh? - Bruce estrecha los ojos y Hal coge aire asistiendo sabiendo que Bruce le entiende lo que quiere decir. - Te quiero.

- Lo sé. - Bruce asegura asistiendo y Hal sabe que lo ha entendido. El hombre suspira y asiente, le sonríe al de ojos grises sabiendo que tiene que parecer moribundo y después de dos semanas de tortura intensa, de ilusiones en su mente y comida suficiente para mantenerme vivo.

- Bueno, eh... ni siquiera se como he conseguido conectar con la cueva, ni cuanta batería tengo así que no voy a colgar y voy a seguir hablado tonterías hasta que esto se apague ¿vale?

- Vale.

- Bien. - Dice Hal perdiéndose los ojos de Bruce en el holograma. Pero su mente está en otra parte y se queda en silencio viendo los ojos de tormenta volvió a que Bruce le mira.

- Ya se que es un Escarbato. - Comenta el murciélago y Hal sonrie. No recuerda cuando menciono un Escarbato, pero el la hemeroteca mental de Bruce nunca falla. - Si, Tim y un amigo suyo me han obligado a verme toda la saga de Harry Potter y las de animales fantásticos.

- Son muy buenas películas. - Los labios de Batman se tuercen en una mínima sonrisa y Hal empieza a hablar sobre las películas porque es un buen foco para no centrarse en el creciente dolor de su costado. Habla sin parar ignorando el dolor, fingiendo que no le duele cada respiración a pesar de que esta seguro de que su compañero lo ha visto en cuanto ha levantado la vista.

La conexión se corta de repente dejándole solo en la fria celada de nuevo. Hal se mueve con cuidado presionando la herida con la mano y se tumba en el frío suelo cerrando los ojos.

- En el día más brillante, en la noche más oscura. El mal no escapará de mí mira. Aquellos que alaban el poder del mal. Cuídense de mí poder, la luz del linterna verde. - El anillo rebota en las paredes de su propia celada mientras Hal se concentra en el frío del suelo que atraviesa su fina ropa.

El Secreto De HalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora