Capítulo 7

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Jimin estaba entrando en una crisis, no quería ir a ver a Yoongi, lo que era grave porque estaba embarazado y él era su médico obstetra.

Tampoco quería cambiar de médico y eso no tenía sentido, porque ciertamente Yoongi es un médico raro que se masturbó mirándolo en el consultorio. Debería querer cambiar de médico, pero no, le gusta la atención que recibe de él. Le gusta que otro alfa que no sea Jungkook le preste atención. Atención de tipo sexual.

Eso era un problema porque tiene una pareja y estaba marcado de por vida. No quiere tampoco tener problemas en su relación o que haya resentimientos porque él tuvo una estúpida aventura.

Otro problema es que ni siquiera es una aventura, Yoongi se masturbó mirándolo y le hizo preguntas que ningún médico hace, pero eso no significa nada. Quizás Yoongi hace lo mismo con todos sus pacientes (lo que sería raro, contando el hecho de que su cuerpo no huele permanentemente a semen y que su escritorio no está lleno de él).

Quería hablarlo con alguien pero no tenía con quién, sus amigos eran también amigos de Jungkook. Si se llegaban a enterar lo regañarían por siquiera pensarlo, aunque no lo hubiera engañado siquiera. Pensó en Seokjin pero sabía que aparte de regañarlo, le haría llamar a Yoongi para pedirle que deje de molestarlo e informarle que buscaría otro médico. Entonces, sin otro remedio, pensó en su mamá, se suponía que ella no estaría a favor de Jungkook, después de todo, era su madre. El problema era que le daba vergüenza contarle todo a ella, pero no tenía más opciones.

Habiendo pensado en sus opciones y decidiéndose por una de ellas, Jimin tomó su abrigo y salió de su casa con rumbo a la de su madre. Jungmin estaba en la guardería y Jungkook trabajando, tenía la mañana desocupada porque ese día no trabajaba, así que tenía bastante tiempo para hablar con su mamá sobre el tema.

Cuando llegó, Narae estaba saliendo, lucía apurada, con un bolso medio lleno y una colchoneta de yoga enrollada debajo de su brazo. Jimin rodó los ojos. Fue corriendo hacía ella a la velocidad que pudo. Su madre parecía que en cualquier momento iba a desaparecer, así que quiso alcanzarla.

—¡Mamá! —la llamó con un grito.

Narae giró hacia él con el ceño fruncido, pero al verlo sonrió.

—¡Amor! —contestó a gritos también, entusiasmada— ¡Qué linda sorpresa!

Ella siguió caminando, como si él la fuera a visitar a toda hora y su presencia allí no valiera nada.

—¡Mamá! —volvió a gritar, siguiéndola por la calle—. Por lo menos espérame.

Iba varios pasos atrás porque Narae caminaba rápido, apurada. Comenzó a ir más lento cuando él habló.

—Gracias —soltó Jimin después, también fuerte para que escuchara—. ¿Me puedes decir a dónde vamos siquiera?

Narae giró, frenando de golpe, lo miró, desvió la mirada a la colchoneta de yoga que llevaba bajo el brazo y volvió la mirada a su rostro.

—Bien, bien —rodó los ojos, riéndose mentalmente por su idiotez—. Vamos a yoga.

Le sonrió y comenzó caminar nuevamente, a la misma rápida velocidad, esta vez con él a su lado.




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El lugar era pequeño, como una sala de living estándar, estaba bien para el número de personas que eran y más porque los muebles no ocupaban lugar. Solo había un escritorio en la entrada y una biblioteca en un rincón junto a unos pequeños sillones.

A Jimin ni siquiera se le hubiera ocurrido ir a yoga, con bebé o sin bebé, pero allí estaba con su madre. Ella saludó a la profesora, Yoona, hermana de Yoongi, y cuando estaba por saludarlo a él, se detuvo.

—No es la clase para embarazados —comentó pensativa, mirando a su estómago hinchado. Ni siquiera lo había saludado y Jimin pensaba que eso era un poco grosero.

—Lo sé —contestó suspirando—, vengo aquí con mi madre, para probar.

—Eso está muy bien —le dedicó una gran sonrisa—, pero aquí va a haber posiciones que no podrás hacer, te avisaré.

Jimin le sonrió también y entonces la clase comenzó. Las primeras posiciones fueron simples, más para estirar los músculos que para otra cosa; abrieron las piernas sobre el suelo y movían el cuerpo hacia una y luego la otra. Jimin las hizo sin problema, era profesor de teatro después de todo, sabía cómo aflojar el cuerpo con ejercicios.

Hicieron un par más; con las piernas flexionadas a los lados, estirando los brazos hacia delante, atrás y los costados. Cuando estaban por comenzar con, propiamente, las posiciones de yoga, la puerta se abrió, y, oh, apareció Yoongi con una bolsa en sus manos y una sonrisa traviesa dirigida a él.

Las mujeres, incluida su madre, lo saludaron amablemente, volviendo a lo suyo rápidamente, Jimin no pudo, su mirada quedando estancada en Yoongi. Suspiró cuando se dio cuenta y volvió la mirada a Yoona, ya estaban haciendo otra posición, al parecer se perdió toda la explicación. Justo estaba por comenzar la siguiente postura cuando Yoona le dijo que esa no era apta para él, suspirando, se quedó sentado en el lugar mientras veía y escuchaba las indicaciones.

Pero, de repente, asustándolo, sintió a alguien inclinado sobre él a su espalda, unas grandes manos sobre sus hombros. Se estremeció.

—Ven conmigo a la cocina, te puedo servir agua o un té. —susurró en su oído, Jimin asintió tímidamente.

Se levantó con cuidado, no queriendo hacer ruido y desconcentrar a las demás, y caminó atrás de Yoongi, siguiéndolo hacia lo que era la cocina. El pelinegro entró y dejó la bolsa que traía dentro de la heladera. Volteó hacía él.

—Hola, Jimin —sonrió ampliamente—. ¿Agua o té?

—Umm… Agua. —contestó, junto a un sonido de indecisión.

Yoongi sacó una jarra de agua de la heladera y le sirvió. Se la ofreció y Jimin tomó el vaso con una sonrisa tímida de agradecimiento.

—Es bueno verte fuera del consultorio —Yoongi comenzó, sorprendiendo a Jimin—, eso siempre da lugares a otras cosas —Jimin frunció el ceño, aún bebiendo el agua—, así como el hecho de ver tu culo en un pantalón ajustado.

Jimin se ahogó, riéndose, y Yoongi le sonrió, negando con la cabeza. Comenzó a acercarse a él, caminando lentamente hasta dejar a Jimin arrinconado contra la encimera.

—O besarte. —soltó de repente, con una de sus cejas alzadas.

Entonces, después de que Jimin tragara saliva notoriamente, lo besó.

Sus labios moviéndose tranquilos sobre los ajenos, suave. No tenía intención de asustarlo, por eso mantenía los movimientos de sus labios lentos. Sus manos estaban en su cintura, acariciando la piel por sobre la ropa. Jimin no estaba correspondiendo el beso, pero cuando Yoongi apretó su cintura, él comenzó a mover sus labios, sus manos en su cuello instintivamente.

Ahora Jimin necesitaba de verdad, de verdad, hablar sobre esto con alguien.





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