La Propuesta.

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Tanto el Mundo Digital como el Mundo Real están a salvo, y lo han estado así por poco más de 4 años. Los tres Tamers originales pudieron volver a sus vidas normales, manteniendo siempre en sus corazones el recuerdo de aquella incomparable aventura. Aunque por momento y a pesar del tiempo que había pasado aun extrañaban a sus digimons, pero aún les quedó esa gran amistad. De no haber sido por haberse vuelto Tamers, aquellos tres niños nunca se hubieran vuelto los grandes amigos que eran. Quien más agradecido estaba era Takato Matsuki, un chico de ahora 14 años quien pudo conocer a la Tamer Rika Nonaka, con quien ahora mantenía una relación.

Era un miércoles caluroso, aunque el viento matutino resultaba refrescante. Bajo un árbol estaban Takato y Rika, besando apasionadamente como cada mañana antes de ir a clases. Él mantenía su mano derecha sobre su cabeza, acariciando su cabello rojizo. Ella lo abrazaba, acariciando su espalda con ambas manos. Entonces la mano izquierda de Takato comenzó a bajar de su espalda con lentitud, palpando a la perfección la curvatura de su espalda hasta llegar a su trasero. Rika dio un pequeño brinco por la impresión, era la primera vez que él hacia eso, aunque no le molestó. Takato siguió acariciando el trasero de Rika sobre su pantalón, notando la forma de sus dos respingadas y redondas nalgas debajo de la tela. Para cuando Takato se dio cuenta, una pequeña erección comenzó a hacerse notar en su pantalón.

No muy lejos se escuchó el timbre de la escuela.

—Rayos, se nos hará tarde.

—¿Y si faltamos? —sonrió Takato, acariciando el trasero de Rika.

La chica sonrió y tomó la mano de Takato para subirla de vuelta hacia su espalda.

—Hoy sí que te pusiste muy cariñoso —Rika tuvo una pequeña risa involuntaria, para después volver a acercarse a Takato y darle un beso en la mejilla—. No puedo creer que estemos llegando a eso. Es raro.

—¿No te gustó? Quizá me excedí.

—Se trata de ti, eso nunca me molestaría. Además, me gustó.

—Podríamos faltar a clase y seguir en un lugar más privado. ¿Recuerdas en donde escondíamos a Guilmon? —Takato volvió a sonreírle, alzando las cejas.

—Eres un pervertido —se mofó ella antes de darle otro beso en los labios. Se agachó para tomar su mochila y se separó de él, aunque hizo una pausa antes de decir algo más—. Aunque ya casi cumplimos ocho meses de novios. Quizá podríamos celebrarlo en algún lugar más privado, solos tú y yo, amor. —Rika se sonrojó como nunca—. No sé, mejor no me hagas caso.

Takato sintió un escalofrío. ¿En verdad Rika estaba sugiriendo llegar más lejos? Sin darse cuenta, la erección en sus pantalones aumentó.

—Suena bastante genial. Estar solo contigo siempre hace que mis días se vuelva perfectos.

—Te quiero —aderezó Rika con una sonrisa, antes de acercarse y darle otro beso en los labios; uno más largo—. Pero ahora hay que ir a clase. No quiero que me regañen. Odiaría que se estropee mi asistencia perfecta.

Al agacharse por su mochila fue que Takato se percató de su problema en sus pantalones. Le daba pena que Rika lo viera de esa manera. El chico se quedó de rodillas, fingiendo que se ataba los cordones con una lentitud que desesperaría incluso a un caracol.

—Te alcanzaré. No quiero que te regañen por mi culpa, mejor adelántate, amor. Te quiero.

—¿Seguro? Pues vale, te veré luego, Takato.

El chico vio como ella se alejaba con prisa a causa del timbre.

«Espero no se haya dado cuenta de que estoy así, que vergüenza —pensó, sentándose junto al árbol mientras esperaba a que se le pasara—. Aunque ella realmente quiere avanzar más conmigo. En verdad quiero que ella sea mi primera vez. ¿Cómo se sentirá tener sexo?»

El Viaje a China de Takato y HenryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora