Capítulo 1

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Casualmente mi primer día de preparatoria comenzó como el primer día de secundaria; Lluvioso, nublado, lúgubre y todo lo que abarque la palabra "Deprimente". La verdad me había levantado con más ánimo otros días, pero supongo que el primer día de escuela no le cae bien a la mayoría de los chicos de mi edad.
No soy el tipo de personas a las que les encante ir bien vestidos el primer día, no soy muy superficial así que prácticamente me puse lo primero que encontré que estuviese más o menos limpio; Unos pantalones, una playera y una chamarra; sencillo. Desayuné mientras aún escuchaba las gotas golpeando el suelo de afuera y cuando me percaté de que mi padre me estaba viendo desde la puerta de su habitación, dejé de masticar y antes de que pudiera decirle algo, me dijo

Alonso: Buen día ¿Quieres que te lleve a la escuela?

-No, así estoy bien, gracias. Debo independizarme un poco.

Alonso: Como tú quieras, pero no te vayas a perder.

-No está muy lejos, sólo son dos autobuses de ida y dos de regreso.

Siempre había hecho parecer que veo las cosas más sencillas a como las ve mi padre para que no se preocupe de más. Al final de todo, dejó de lloviznar, entonces tomé mi mochila, me despedí de mis padres y salí de mi casa.

Como dije, había hecho menos la realidad de la distancia entre mi casa y mi nueva escuela. Había que recorrer un largo tramo para llegar a ese, el plantel de estudios más grande de la zona, del cual por cierto, estaba tan orgulloso de estar iniciando a cursar. Irónicamente, no me sorprendió mucho cruzar por aquellos largos y blanquirrojos pasillos, llenos de adolescentes extraños, con perforaciones, tatuajes y cortes de cabello con tintes tan extravagantes que pareciera que fueron reprimidos toda su vida; a quienes no les prestan atención en sus casas. Sólo traté de no mirarlos demasiado para evitar las famosas "novatadas". No sabía a dónde ir, así que le pregunté a un chavo que al parecer era ya de un grado superior y me dió instrucciones para llegar a mi salón, el salón 112 donde estaba lleno de pubertos de 15 a 16 años y algunas excepciones con 20, todos igual de asustados que yo, aunque raramente yo no lo estaba tanto por el simple hecho de saber que para todos era su primer día. Debía moverme rápido, así que fuí al primer asiento que ví y traté de digerir lo que estaba pasando mientras esperaba que el profesor o profesora llegara. No sé por qué el primer día todos permanecen callados, sé que están nerviosos, pero no es como si fuera un funeral... ¡Bueno! yo no soy muy social que digamos, pero si íbamos a convivir por lo menos tres años, tendría que empezar a familiarizarme.

Después de unos muy incómodos 10 minutos, por fin llegó un profesor, que al parecer venía a sustituir a el que nos tenía que dar la primer clase ¡Genial! El primer día de clase comenzamos con fallas.

Típica dinámica de maestros:

Maestro hippie: Por favor, quiero que se levanten, se presenten, digan su edad, de qué escuela vienen, qué es lo que quieren estudiar y en qué son buenos.

¿Es enserio? Despues de escuchar a varios de mis compañeros, mencionaron mi nombre:

Maestro hippie: Landa Saldivar Giovanni Daniel.

Aunque no lo pareciera, me estaba muriendo de nervios, pero quería aparentar seguridad, al final me levanté y empecé a hablar.

-Hola, soy Daniel, tengo 15 años... Vengo de la secundaria diurna 202, quiero estudiar comunicación y me han dicho que soy bueno dibujando, soy un pequeño retratísta y me gusta mucho serlo, aunque sin modestia, yo no me considero un experto.

Maestro hippie: Pues ¡Parece que tenemos un artista aquí!

-Sí, algo así.

No me agradaba mucho la actitud hipócrita de ese maestro, a leguas se notaba que le valía un carajo lo que hago. Es un hippie de cabello largo y barba tupida, mal vestido, no podía evitar asociarlo con la imagen de Jesucristo. Me senté y aparenté seguir escuchando los cacareos de los demás.
Me pregunto "¿Por qué estaba tan de malas? si lo tenía todo en esos momentos" Soy un chico de 15 años, vivo muy bien, tengo una familia cariñosa, los mejores amigos que podría desear, tengo buena posición económica, tengo cierta libertad para salir, si le pedía algo a mis padres, ellos trataban de conseguirme lo mejor, estudio en la mejor escuela, hago lo que me gusta yendo al gimnasio a practicar Karate y entrenar Natación. Tengo oportunidades por todos lados y por ende, se podría decir que tengo mi futuro asegurado.

El primer día tuve suficiente tiempo para salir a conocer mi nueva escuela, que por cierto era no sólo la más grande de la zona, si no la más grande de todos sus planteles; era 3 veces más grande que la secundaria ¿Y cómo no? Si tiene más de 300 salones, 2 cafeterías, un auditorio, un gimnasio con cancha de futbol, básquetbol y una alberca olímpica, 2 estacionamientos, 12 laboratorios, entre ellos, algunos de computación, ¡tiene un hangar con 2 aviones! un campo de fútbol americano, una biblioteca, más o menos 3 talleres de mecánica, un patio de fútbol rápido y había un espacio enmedio de las escaleras donde los estudiantes jugaban frontón.

A la salida, terminé convencido que estaba enamorado de mi escuela, pero tenía que asimilarlo poco a poco. Para regresar a mi casa había que tomar 2 autobuses. En el primero que tomé, me encontré a 3 compañeros de mi salón y uno de ellos me preguntó

Joel: Oye, tu eres Daniel ¿Cierto?

-Sí, soy yo ¿Y tu eres..?

Joel: Soy Joel, él es Denzel y él es David

-¿Y ustedes para dónde van?

Joel: Voy para Santa Lucía...

-¿Enserio? ¡yo tomo ese autobús!
Joel: ¡Pues ya está! Nos iremos juntos

La verdad no me interesó en absoluto lo que iba platicando el tipo en todo el camino, yo sólo me concentré en llegar a mi casa, cenar y acostarme a dormir, sí, soy de turno vespertino.

Joel: ...Y tu, Daniel?

-¿¿Yo?? Ehh... ¡Aquí bajo yo! Bien, nos vemos mañana. Suerte Joel, cuídate.

Atravesé todo mi barrio de noche, llegué a mi casa y enseguida de abrir la puerta, lancé mi mochila por ahí, abrí el refrigerador, encendí la estufa y cené recalentado. Y en cuanto dí la vuelta, estaba mi padre viéndome.

Alonso: ¿Qué tal tu primer día, Daniel?

-Pues, creo que no hay mucho que reportar. Básicamente nos presentamos, recorrí la escuela y apunté lo necesario.

Alonso: Bueno, termina de cenar que mañana tienes que levantarte a hacer tarea

-Okay papá, buenas noches

Alonso: Buenas noches

Después de cenar, estuve un rato vagando en internet, comparto mi talento en un canal en YouTube no muy popular, pero con buena audiencia para ser yo. Me venció el sueño y me fuí a dormir.
Mañana será otro día...

INVIERNO DE SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora